Esta joven maliense de 26 años llegó a Ceuta junto a su hijo de tres años el pasado mes de mayo durante la crisis migratoria. Ocho meses después y con una prueba de ADN positiva en la mano que demuestra que el pequeño es su hijo, no son suficientes para que ambos puedan cruzar el Estrecho a buscarse la vida. Aissata, desesperada, ve como todas las mujeres que están en el CETI logran llegar a la Península mientras su situación no se resuelve
Desde hace ocho meses contamos la historia reciente de Ceuta en clave de crisis migratoria, y a menudo se nos olvida que también estamos asistiendo a una crisis humanitaria. Detrás de esa cifra con cinco números que baila entre los 10.000 y 12.000 según quien los contabilicen, se esconden muchas historias, y detrás de ellas, seres humanos que dejan atrás sus raíces para buscar una vida mejor.
Muchas de estas personas migrantes llegaban a Ceuta con las manos vacías, pero Aissata no. Esta joven maliense de tan solo 26 años llegaba a nuestra ciudad con un bebé de tres años en sus brazos, el pequeño Abdou. Su meta no era quedarse en Ceuta, y mucho menos en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). Sin embargo, la burocracia se vuelve una frontera imposible para ellos dos: a la ruta migratoria de miles de kilómetros se le suma el periplo migratorio infinito que parece no terminar.
Como ya contó anteriormente a El Foro de Ceuta, Aissata huyó de Mali, el país en el que nació, con 15 años después de que su padre la obligara a casarse de un hombre de 45 años, como segunda esposa, que la maltrataba. “Me negué a que me golpeara y mi madre me ayudó para que me fuera” relataba enfadada, porque no aguanta más la espera para poder salir de Ceuta.
El principal motivo que la retenía en Ceuta era el resultado de unas pruebas de ADN que llevaba tiempo esperando. Sin embargo, este ya está en sus manos. Se trata de una prueba de ADN que la Policía Nacional tiene que realizar a todas las personas que llegan a Ceuta con hijos e hijas debido a una normativa establecida para evitar fraudes o robos de menores después de que hace años ya se haya producido algún caso de personas con niños llegadas a la ciudad.
Unas pruebas que han dado positivo y que demuestran que Aissata y Abdou son madre e hijo. Ella solicitó asilo por un lado para ella, y por otro lado para su hijo, lo que supone algunas diferencias administrativas con resultados diferentes a si lo hubieran solicitado de manera conjunta.
Este miércoles 29 de diciembre, la joven maliense acudió a una cita que tenía programada en la Oficina de Extranjería ubicada en la frontera del Tarajal para tener la entrevista relativa a la solicitud de asilo de Abdou. Sin embargo, desde allí le dicen que «Madrid no ha dado permiso» para tramitar la documentación necesaria para que su hijo y ella puedan cruzar a la Península. Aissata, desesperada, ve como todas las mujeres que están en el CETI logran llegar a la Península mientras su situación no se resuelve.
Ella lo tiene claro, no quiere que nadie le regale nada. Si de por sí la migración es una situación difícil para una mujer, más aún lo es con un hijo a su cargo. El CETI no es el lugar idóneo para criar a un niño pequeño, y menos aún en una habitación reducida y en unas instalaciones compartidas con centenares de personas. Solo desea que esta situación termine cuanto antes para poder buscarse la vida y ofrecerle a su hijo un futuro mejor.