Todos los días salgo a andar, si alguna vez se hace de noche intento no pasar hacia una zona en la que no hay mucha luz. Aún así, aunque sea de día, tengo que soportar miradas y expresiones denigrantes de quienes se creen con el derecho a opinar sobre mi cuerpo. Porque únicamente soy eso, un cuerpo.
Tengo una hija, y me fastidia enormemente tener que decirle a ella que tenga cuidado, que jamás esté sola. No queremos fingir que somos valientes, no queremos tener miedo, no queremos tener que cumplir unas normas o unas órdenes para evitar que un perverso machista se crea con la potestad de acosarte y asesinarte. Queremos ser personas libres y autónomas.
Hace días me llamaron » la mayor feminazi de Ceuta» y hay personas de mi entorno cercano que dicen que soy muy exagerada, que siempre estoy en alerta y que me tengo que relajar.
¿Hay alguien que se pueda relajar sabiendo que ahora ha sido Laura, pero que ayer fue otra mujer y mañana puedo ser yo? ¿Mi hija? ¿O tú?
Sí, me producen ascazo los chistes machistas, me producen ascazo las miradas y los piropos. Me produce ascazo que nos vean como objetos sexuales y, a veces, me da pena que existan mujeres que se refuercen de ese patriarcado y tengan como comodín » las erróneas llamadas armas de mujer» para conseguir sus objetivos.
¿De verdad vamos a permitir que Vox y voceros misóginos sigan sembrando el discurso de que la Ley de Igualdad y la Ley Integral contra la Violencia de Género son injustas?
No voy a dar cifras. Las estadísticas están ahí. Únicamente quiero que os imaginéis en un callejón a oscuras, sin nadie, y de repente escucháis unos pasos. Si os dais la vuelta, ¿qué sentís si es un hombre quien os sigue? ¿Y si es una mujer?
Y no, no odio a los hombres. Esta lucha no es contra ellos. No queremos dominarlos, atacarlos, anularlos. Lo que queremos es vivir en paz. Queremos igualdad. Queremos más feminismo. Y queremos que los hombres sean aliados en esta lucha, en este movimiento que empezó hace muchísimos años y que continúa, por desgracia, aún. Y digo por desgracia porque no tenemos los mismos derechos ni las mismas oportunidades.
Es una pesadilla.
Esa chica seguramente vivió el momento más feliz de su vida cuando la llamaron de interina. Y a esa chica el machismo le ha quitado la vida.
No ha sido un crimen común, no.
Ha sido un crimen machista.
Y el machismo no se erradica con la cadena perpetuar revisable, al machismo se le aniquila con educación, con legislación, con formación, con presupuestos, con sensibilización, es decir, con política. Con la misma política que ha hecho que cualquier comportamiento sexual hacia una mujer sin su consentimiento pueda ser considerado un delito de agresión sexual y estar penado con prisión, si se acepta la propuesta de la Comisión de personas expertas encargadas de la reforma del Código Penal en relación con los delitos sexuales.
La misma política que ha hecho que el Congreso apruebe la formación en género de manera obligatoria para jueces y juezas, y la misma política que acabará implantando todos los acuerdos del pacto contra la violencia de género. Esa política que no comparte cierto partido, ni los que quieren pactar con él.
La cadena perpetúa esta actualmente en vigor y ésta no ha evitado que violaran y asesinaran a Laura. ¿ Por qué la estamos pidiendo entonces? ¿Para incidir en el castigo, desviar la atención, o evitar realmente la prevención y el tratamiento de la raíz del patriarcado?
La cadena perpetúa no es la solución, es la venganza y el arma inmoral de la política de aquellos partidos que la usan sin pudor cada vez que tenemos un nuevo caso que conmociona a la población. Pero estos mismos partidos deberían saber, para no confundir a la sociedad, que en España se dan las penas más duras y largas de la UE, que hay un 34% de personas encarceladas por encima de la media europea, pese a que la tasa de delincuencia es un 27% más baja.
También deberían saber que el Banco Mundial contabilizó 4,9 homicidios intencionados por cada 100.000 habitantes en EEUU, frente a los 0,7 de España, a pesar de tener allí la pena de muerte.
Es comprensible que la gente, en un momento de ira, quiera lo peor para quienes cometen estas atrocidades, sobre todo cuando no manejan datos. Pero es incomprensible que existan personas en política que cabalguen en el desdén de la hipocresía. No se puede pedir la prisión permanente con el brazo derecho y con el otro minimizar la desigualdad. Pero es más fácil alimentar las fieras, que cambiar el orden establecido de las cosas, ese mismo orden que sitúa a la mujer en un eslabón inferior y hace que a Laura la hayan asesinado.