La importancia de la financiación climática en la COP29
En la COP29, la financiación climática se ha convertido en el tema central de discusión. Durante tres décadas de negociaciones, nunca antes se había puesto tanto énfasis en el dinero. El objetivo es claro: definir un nuevo marco de ayudas de los países ricos hacia los menos desarrollados para mitigar emisiones y adaptarse al cambio climático.
El Nuevo Objetivo Colectivo y Cuantificado (NCQG)
El NCQG busca reemplazar el compromiso anterior de 100.000 millones de dólares anuales, una cifra que se alcanzó con dificultad en 2022. Con el cambio climático acelerándose, los expertos sugieren que la nueva meta debería ser de al menos un billón de dólares anuales hasta 2030. El G77 propone 1,3 billones de euros, mientras que otros expertos sugieren hasta 2,4 billones de dólares anuales.
¿Quién debe contribuir?
El debate sobre quién debe aportar fondos es intenso. Tradicionalmente, solo los países desarrollados estaban obligados a contribuir. Sin embargo, el crecimiento económico de países como China ha llevado a cuestionar esta estructura. Se discute la inclusión de China y otros BRICS como contribuyentes, así como de los petroestados de Oriente Próximo.
Estructura de los fondos: ¿Cebolla o aguacate?
La estructura de los fondos también está en debate. La metáfora de la cebolla sugiere múltiples capas de financiación pública y privada, mientras que el aguacate propone un núcleo fuerte de financiación pública. Los países en desarrollo prefieren compromisos de fondos públicos, mientras que los países industrializados buscan compartir la carga con el sector privado.
Reforma de la arquitectura financiera global
Más allá de la financiación inmediata, se discute una reforma de la arquitectura financiera global. La Iniciativa Bridgetown propone transformar instituciones como el FMI y el Banco Mundial para apoyar una transición verde. Aunque la COP no puede implementar estas reformas, puede influir en decisiones futuras en foros como el G20.
En conclusión, la COP29 en Bakú es un punto de inflexión en la financiación climática global. Las decisiones tomadas aquí podrían redefinir la justicia climática y la cooperación internacional en la lucha contra el cambio climático.