Hay quien dice que hablar de la crisis actual es promoverla y que quedarse callado es restarle importancia. Hay que trabajar con entereza, ya que la única crisis que de verdad amenaza es la tragedia de querer luchar por no superarla.
La crisis tiene que significar cambios que muchos no queremos ver, modifiquemos la autocompasión y preocupación por ocupación, ingenio, creatividad y en el mejor de los casos salir fortalecidos y en el peor escenario, salir con un aprendizaje. Cuando las crisis son provocadas, las reacciones y resultados de cambios serán imprevisibles en nuestro ciclo de vida social. A veces estas crisis se ven provocadas por guerras y virus, con un objetivo en particular: la llegada de un nuevo orden mundial. No podemos obviar que lo que actualmente se está viviendo a nivel global es preocupante y que está pandemia se ha llevado consigo muchas vidas. Esta es una realidad que nadie puede negar, pero nuestro planeta está plagado de titulares donde se anuncian continuamente despidos masivos, muertes por doquier, proyecciones de presente y futuro sombríos, por lo que quisiera hacer un inciso y dirigirme a aquellos que se encuentran desesperados, a los que predicen que no es el momento de embarcarse en nuevos proyectos, a aquellos que buscan trabajo sin encontrarlo. Aquí les dejo este texto de Albert Einstein:
«No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar ‘superado’. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones».
La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.