Con un equipo experimental y los Bryan (Gil y Zaragoza) como protagonistas, España se impuso a Suiza en un final de infarto que dejó la victoria en manos de los jóvenes revolucionarios.
La selección española, bajo la batuta de Luis de la Fuente, volvió a demostrar que tiene fondo de armario. En un duelo sin mucho en juego, los «Bryan» —Gil y Zaragoza— iluminaron una noche que parecía destinada a un empate sin brillo, transformándola en una emocionante victoria en los últimos minutos.
Desde el inicio, el seleccionador apostó por un once lleno de caras nuevas. Entre ellos, Cubarsí destacó con su precisión quirúrgica en los pases; Paredes, con una solidez defensiva impecable; y Mingueza, incansable por la banda derecha. Samu, con reflejos felinos, y Casadó, que parecía un todoterreno en el centro del campo, completaron una alineación que dejaba entrever la confianza del técnico en los jóvenes talentos.
La primera parte dejó destellos del estilo español, aunque con ciertas trabas. Con extremos como Yeremy y Nico Williams, el ataque dependía de su inspiración, mientras que Pedri, moviéndose entre líneas, ofrecía los momentos más creativos. Sin embargo, el entramado físico y táctico de los suizos, liderados por un veterano Xhaka, complicó el juego fluido de España.
Un gol con tintes de videojuego
Todo cambió en un chispazo de talento de Morata. Tras recibir un balón largo, el delantero del Atlético de Madrid se fabricó un penalti con un sombrero en el área. El lanzamiento de Pedri desencadenó un caótico pinball: tras un rechace de Mvogo y dos intentos de Nico y Yeremy, finalmente llegó el gol. España respiraba, aunque el partido estaba lejos de decidirse.
En la segunda mitad, el guion tomó tintes dramáticos. Un golazo de Monteiro para Suiza igualó el marcador y recordó que la defensa española aún tenía lecciones por aprender. Pero entonces, De la Fuente decidió agitar el tablero: Bryan Gil ingresó por Nico Williams y no tardó en dejar su huella. Aprovechó un error de Monteiro para convertir un tanto lleno de habilidad, devolviendo la ventaja a España.
La magia de Zaragoza y el desenlace
El empate suizo llegó de una manera inesperada: un penalti infantil cometido por Fabián sobre Sierro. La tensión creció cuando Suiza volvió a poner a prueba los nervios del equipo español. Sin embargo, la respuesta llegó en forma de magia. Bryan Zaragoza, en un slalom digno de un esquiador olímpico, arrancó un penalti tras desbordar a toda la defensa rival. Sin dudarlo, asumió la responsabilidad desde los once metros y selló la victoria con frialdad.
Con los Bryan como héroes inesperados, España demostró que su futuro está en buenas manos. La combinación de talento joven y la mano firme de De la Fuente auguran muchas noches de gloria por delante.