Hasta esta estación llegan trenes desde distintas ciudades ucranianas cargados con personas que buscan refugio al huir de la invasión militar rusa. Kyiv (Kiev), Odesa y Lviv son los lugares de los que parten miles de mujeres, adolescentes, niños y niñas, bebés y personas mayores se encuentran en esta estación desde donde pondrán rumbo a otros lugares de Polonia o a otros países europeos
Decenas de voluntarios ataviados con un chaleco amarillo o naranja se acercan a cualquier persona a la que ven mínimamente desorientada en esta concurrida estación de tren, que se encuentra en hora punta desde que comenzó la invasión rusa en Ucrania. Ahora se ha reconvertido en un albergue temporal para las personas que vienen y van.
En sus chalecos las iniciales En (inglés), Pl (polaco), UA (ucraniano) o FR (francés) para indicar el idioma o los idiomas que hablan. Con una organización perfecta y metódica, algunos de ellos se dedican a informar sobre los recursos que hay disponibles, sobre los horarios de los trenes o autobuses, así como de dónde pueden encontrar comida o el servicio. Muchos de ellos pertenecen a organizaciones como Cáritas, pero muchos otros son ciudadanos y ciudadanas que piensan que así pueden hacer algo útil. Y lo hacen. Son la primera cara amable que ven quienes se bajan del tren habiendo dejado su hogar atrás.
En los andenes el frío viento quema cualquier parte del cuerpo que lleves al descubierto, desde primera hora de la mañana el termómetro no ha subido de los tres grados bajo cero. Algunos copos de nieve caen lentamente y se reflejan con los rayos del sol cuando las nubes lo permiten. Pero el frío no impide a quienes escapan de una «guerra no deseada y no buscada», sonreír con los ojos a quienes se cruzan en su camino.
Hasta esta estación llegan en autobús refugiados desde Medyka, un paso fronterizo entre Polonia y Ucrania que se está a tan solo 20 minutos en coche, pero la mayoría de personas que encontramos aquí lo hacen en tren desde tres ciudades ucranianas: Kyiv (Kiev), Odesa y Lviv, esta última es punto de encuentro por su cercanía al paso fronterizo de Polonia, y por la que se estima que han pasado casi la totalidad de las más de 1.412.503 personas que han cruzado hasta aquí, (según los últimos datos actualizados en el portal operacional de datos de ACNUR, a día 10 de marzo).
Se puede comprobar una vez más el terrible éxodo de mujeres, niños, niñas, adolescentes y personas mayores que provienen de Ucrania, tal y como aseguran las cifras oficiales.
La estación, un albergue temporal
Anna, una voluntaria ucraniana, nos asegura que las personas que llegan pueden estar algunas horas en la estación, que parece que está continuamente en hora punta por la cantidad de trasiego de personas que van y vienen tirando de maletas. Sobre la cantidad de personas a las que atienden los voluntarios, el Pastor Patrick Kana (Guinea), nos explica que es imposible contabilizarlo, ya que son miles las personas que pasan al día por aquí.
El Pastor lleva 10 años viviendo en Polonia, y nos cuenta que ser voluntario es para él un honor, «ser voluntario es ser el primer contacto que tienen, cuando llegan tenemos que acercarnos a ellos y preguntarles en qué podemos ayudarles». A los refugiados que llegan se les ofrece información sobre el transporte, comida caliente, elementos de primera necesidad y un espacio independiente para madres con hijos e hijas pequeñas.
En los andenes, se pueden ver carros de la compra cargados de juguetes y peluches, que los niños y niñas eligen cuidadosamente, además, muchas madres polacas han dejado en la estación sus carritos de bebés para ofrecerlos a las madres que vienen cargando con sus hijos a cuestas tras varios días de viaje, en algunos casos, haciendo muchos kilómetros a pie.
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