En mayo de 1918 se inauguraba, con la presencia del Infante don Carlos, como representante de Alfonso XIII, la línea de ferrocarril que unía Ceuta y el norte del protectorado español. Más de cuarenta y seis kilómetros de historia en sus railes.
La estación de este ferrocarril, un edificio que se repite en cada parada, réplica del primero y del último, nacía en Ceuta y terminaba en aquel Tetuán lleno de vida. Ese proyecto era la idea de Julio Rodríguez Sosa: Construcciones de cuatro alminares, muchas veces habitados por nidos de cigüeñas, de ornamentos mozárabes: blancos con azulejos verdes, con puertas y ventanas de medio arco, tal y como aparecen también, en en las pinturas de Bertuchi.
De aquel tren que viajaba de Ceuta a Tetuán me imagino su lento serpenteo pegado al mar por la Avenida Martínez Catena hasta llegar a la frontera y seguir cubriendo el trayecto en una hora, con viajeros, mercancías y animales…
La estación del ferrocarril de Ceuta da nombre al barrio que lo habita, éste vive ajeno a su propio romanticismo ,algunos de sus habitantes andan en pijama, las chimeneas de Endesa cubren de gris el aire sin guardar los tiempos de vigilia. Pasean los perros con sus dueños, sin saber muy bien quién a quién , las gaviotas y los gatos toman el espacio de los raíles fantasmas.
El silbato del tren susurra el sueño de los indigentes que se esconden por algunos de los andenes, la vieja locomotora duerme el sueño rehabilitada y expuesta ante las miradas curiosas de quienes la visita, el aire conserva en la memoria la certeza del carboncillo gris…
Seguro que el barrio guarda la impronta de algunas lágrimas de madres y novias que despedían a sus hijos para luchar en la guerra de África. Alegres abrazos viéndolos llegar, historias de amor rotas, esperas infinitas en ese edificio verde y blanco, desesperación, huidas, leyendas… todo lo que puede esconder una estación de ferrocarril del siglo pasado.
La línea dejó de ser operativa en 1958, dos años después de la independencia de Marruecos.
Actualmente, la estación de Tetuán acoge el Centro de Arte Moderno , mientras que la de Ceuta es la sede de la Fundación Premio Convivencia. Tiene un pequeño museo ferroviario, salas de lectura y una luz que envuelve dos siglos de historia a quien la visita. La restauración fue dirigida por Javier Arnaiz.
Hace un par de meses fui a conocerla, me dejó la nostalgia de un tiempo que nunca viví pero siempre me contaron, aquellos viajes de luna de miel hacia Tetuán de los ceutíes, tal como hicieron mis padres…
Conocer el original reloj de la estación, los horarios en tono sepia, las fotos con rostros desdibujados, tocar la vieja locomotora …. Visitar la antigua estación del ferrocarril de Ceuta es un viaje al pasado, a nuestra historia reciente que vale la pena y la alegría emprender.