La mesa redonda sobre «hospitalidad» celebrada dentro del marco de los actos matinales de la VII Marcha por la Dignidad ha dejado un mensaje claro y sin ambages: la hospitalidad será bidireccional o no será, «yo puedo tratar acoger a una persona, darle todo lo que tengo, pero si esa persona no me acoge a mí, la hospitalidad no funciona».
El bloque “Puentes” de los actos matinales organizados para la VII Marcha por la Dignidad ha finalizado con una mesa redonda para departir sobre el concepto hospitalidad «bidireccional» de la mano de tres mujeres que, de una forma u otra; desde un prisma o desde el opuesto; han compartido sus impresiones sobre qué debe entenderse por hospitalidad o cómo debe ejercerse este concepto en el ámbito migratorio. Algo en lo que tanto Paula Domingo, de la asociación Elin; Marie Kadjie, de la ONG Acogida; y Susana Moliner, de la asociación GriGri han coincidido es que la hospitalidad consiste en acoger y ser acogidos, en establecer relaciones horizontales que permitan que el intercambio sea bidireccional y con un caudal equilibrado entre uno y otro destinatario. En resumen, las tres coinciden en que la hospitalidad será bidireccional o no será.
Qué es la hospitalidad
La primera cuestión que han abordado las tres ponentes ha sido la de definir en el concepto de “hospitalidad» en el ámbito migratorio:
Marie Kadjie: “La calidad de la acogida. Consiste en tener en cuenta cómo llega una persona extranjera a un sitio, en cómo la acojo. Son muy importante la amabilidad, generosidad, recibir con sonrisas, abrazos y todas estas cosas. Parece algo muy simple, pero para mí es fundamental y la hospitalidad se traduce en eso. La hospitalidad se mide en la calidad de la acogida”.
Susana Moliner: “Aunque suscribo todas las palabras de Marie, yo creo que se podrían añadir más palabras como movilidad, acoger y decidir. Hay que repolitizar la palabra hospitalidad para analizar y ver cuándo ese otro se convierte en nosotros y no sean personas que tienen que justificarse continuamente. Tenemos que reformular el término hospitalidad para poder vivir juntos”.
Paula Domingo: ”La hospitalidad es algo que realmente vivimos muchos de los que estamos aquí en Ceuta. Es todo lo contrario a los muros. La hospitalidad es crear puentes; movernos; ir de un sitio a otro y saber que en cada sitio en el que estemos vamos a ser acogidos. La hospitalidad lleva consigo acogida mutua, yo puedo acoger mucho a otra persona y darle todo lo que yo tengo, pero si esa persona a mí no me acoge, eso no funciona. Lo más importante de la hospitalidad es que realizamos un movimiento donde nos encontramos en un lugar con diferente gente donde realmente vamos a acoger y a dejarnos acoger. No hay acogida si el otro no nos acoge”.
“La experiencia que yo tengo en Elin, es la experiencia de sentir que todos a la vez estamos acogiendo y dejándonos acoger; es ahí donde realmente podremos construir sociedades sin fronteras. Donde el otro, cuando llega a mí, hace que yo derribe mis miedos y mis fronteras. Donde los dos podemos ser huéspedes y acogedores porque los dos sentimos que tenemos que caminar juntos para cambiar las cosas» declaraba Domingo.
Experiencia de acogida y procesos de hospitalidad
Tras contextualizar la el tema sobre el que versaba la ponencia, las tres activistas han narrado su experiencia vital en el mundo de la acogida y en los procesos de hospitalidad que cada uno ha ido desarrollando desde sus diferentes ámbitos.
GriGri Pixel
Susana Moliner ha explicado en qué consisten los proyectos que se desarrollan en la Asociación GriGri, en concreto, el proyecto «GriGri Pixel» (recibe ese nombre porque “Gr-Gri” es una palabra que en algunos países africanos se usa para referirse a “objetos mágicos”). Según la activista, «Grigri Pixel es un programa que explora las prácticas de cooperación cultural y ciudadanía entre África y Europa. El proyecto se desarrolla en torno a un taller de diseño y fabricación de objetos – “grigris” que intervienen y activan espacios urbanos a partir de prácticas artísticas y de fabricación digital, con carácter colaborativo y experimental, provenientes de ambos continentes«.
GriGri Pixel es un pograma «para aprender colaborar y encontrarse, marca una serie de retos para poder fabricar esos GriGri. La ciudades cada vez están siendo menos nuestras. La ciudades necesitamos esa magia de ciudades africanas y también para ver África de otra manera» matizaba Moliner.
Con una iniciativa que consistía en una romería se reclama “el derecho a la Ciudad, diciendo que la ciudad es de todos y todas, que mirarla con los ojos del que viene, enriquece”. Así, en la iniciativa está compuestas por talleres que “no eran talleres para migrantes, sino espacios de trabajo para todo el mundo que quisiera pensar sobre la hospitalidad en la ciudad”.
ONG Acogida
Marie Kadjie ha tenido la fortuna, como ella misma señala, de vivir la hospitalidad desde los dos lados. Primero le tocó vivirla desde los ojos del que llega, cuando su viaje migratorio la llevó hasta la frontera de Ceuta. ”Llegas con dudas, miedo, preocupaciones. No sabes dónde estas ni que va a pasar. En este cuestionamiento realmente buscas a qué te puedes aferrar. Yo estuve en el CETI y estando ahí conocí Elin”.
Kadjie asegura que para ella la asociación Elin era una especie de oasis dentro de su realidad. “Era pasar la puerta y el mundo cambia. Mi primera impresión en Ceuta fue como si fuese una delincuente. Llegas y te coge la policía. Yo además estaba enferma y me llevaron al hospital. La policía estaba conmigo, yo tenía la experiencia de cómo es la policía en el sitio de donde vengo y allí si la policía está porque algo malo pasa. Crees que quizás has hecho algo que no se puede hacer, no lo sabes… Luego llegué al CETI, y me encontré por primera vez con gente que me sonreía. Y cuando llegué a Elin, ni siquiera me preguntaron qué me había pasado o por qué había venido. Simplemente fue ‘bienvenida, pasa, descubre lo que puedes aportar y compartimos'».
La activista ha contado, a modo de anécdota, que ella no conocía mucho sobre Guinea Conakry, y que paradójicamente fue en Elin donde conoció la realidad del país a través de compartir espacios de intercambio con otros migrantes que procedían de allí. “Parece una broma que yo aprendiera cosas de Guinea Conakry en España” sentenciaba de forma divertida Marie Kadjie.
Así, prosiguiendo con el relato de su experiencia vital, Kadjie asegura que “llega un momento que te planteas que tú estás recibiendo mucho y no estás aportando nada, y entonces fue cuando me hice voluntaria. “Donde podía estar, donde me necesitaban, estaba. Cuando aprendí español, daba clases de español a otros, por ejemplo” apuntaba Kadjie.
Por último, la activista ha explicado que ahora ella es, para muchas personas que acaban de llegar a la península, la primera persona que trata de acogerlas, de mostrarles esa hospitalidad bidireccional de la que se habló al inicio de la mesa redonda. “Yo estoy haciendo con otros lo que hicieron conmigo cuando yo llegué. Acoger, orientar. Cuando la gente recién llega a la sede de la ONG me mira como si conociera de toda la vida. Yo acompaño. Cuando pueda dar un abrazo lo doy, esto llena mucho”.
La «familia» de Elin
Finalmente, Paula Domingo, la que probablemente más experiencia tiene en este campo, ha explicado que durante todo este tiempo se ha sentido “una persona afortunada en la vida porque yo he intentado acoger a muchísima gente, pero también he sido acogida por ellos. He vivido la hospitalidad desde esa dimensión de acoger y sentirse acogido. En Elin, cuando nos unimos y nos encontramos con gente, el pasado no nos interesa, nos interesa el presente y el futuro. Nos interesa compartir”.
Domingo ha asegurado que la mayor riqueza de la asociación Elin son las relaciones interpersonales que se han ido construyendo a lo largo de los años. “En Elin somos muy pobres, pero lo más rico que tenemos no cuesta dinero. Por eso, cuando nos reunimos en las actividades que hacemos en la asociación, las actividades solo son medios para vivir la experiencia de acoger y sentirnos acogidos«
Sin embargo, Domingo ha advertido que, si bien «todos somos iguales, con los mismos derechos y la misma dignidad, a la vez somos diferentes«. Por ello, ha señalado que «esa acogida también tiene retos, yo tengo que dejar algo mio fuera para que el otro entre y viceversa. Ahí es donde comenzamos a encontrarnos, cuando los dos dejamos algo para dejar entrar al otro».
En última instancia, Domingo ha añadido que “para construir necesitamos reivindicar. Si no buscamos un mundo mejor donde podamos vivir esto muchas mas gente, la hospitalidad se queda entre puertas y ella tiene que salir y crecer. En Elin buscamos un mundo mejor a través de la denuncia y la solidaridad”.