El tiempo se detiene en Chiva
En Chiva, el tiempo parece haberse detenido para algunos vecinos. Ernesto Martínez vive pendiente del teléfono, esperando noticias sobre su sobrina Elisa, quien desapareció hace un mes durante la DANA. Las lluvias torrenciales del 29 de octubre transformaron el paisaje y la vida de muchos.
Una búsqueda sin descanso
Elisa, madre de dos hijos, es una de las cuatro personas que aún no han sido encontradas. La tarde del 29 de octubre, mientras viajaba con su madre, Elvira, en coche, fueron detenidas por la policía debido a las inundaciones. Los vídeos que enviaron a su jefe son ahora pistas cruciales en la búsqueda.
Ernesto explica: «Intentamos buscar la localización de donde se grabó y, de ahí, empezamos la exploración por el barranco del Poyo hacia abajo». El cuerpo de Elvira fue hallado a 12 kilómetros, cerca de Cuart de Poblet, pero Elisa y el vehículo siguen desaparecidos.
El impacto emocional
Para Ernesto, hablar con los medios es vital para mantener viva la búsqueda. Actualmente recibe apoyo psicológico para enfrentar la montaña rusa emocional que vive. «Estoy en tratamiento psicológico, llevo una medicación y estoy de baja temporal», comparte.
Colabora con asociaciones para devolver la ayuda recibida, gestionando la entrega de productos de primera necesidad. «Lo mínimo que puedo hacer es devolver la ayuda a aquellas personas que lo han dado todo por mi familia», afirma.
Esfuerzos de búsqueda y rescate
Cientos de voluntarios de Chiva, Cheste y otras localidades continúan peinando la zona. Equipos de la Guardia Civil y la Unidad Militar de Emergencias rastrean cada palmo del terreno, sectorizando desde el último punto conocido de las desaparecidas.
José Enrique Serantes, de la UME, explica: «Se sectoriza desde la zona donde se vieron por última vez y se van viendo tramos pequeños del río para hacer la búsqueda allí». Perros especializados también participan, aunque el fango complica su labor.
Historias de pérdida y resiliencia
Isidro Sánchez, voluntario de la Cruz Roja, aún digiere la pérdida de su tía, quien falleció ahogada en su casa. «Qué muerte más dura. Ni me imagino el final de su vida», relata. Su propia casa en Aldaia también se inundó, pero su esposa logró ponerse a salvo.
«Intentas que te afecte lo menos posible porque la gente te necesita», dice Isidro, quien también recibe apoyo psicológico para soportar el dolor y seguir ayudando a otros.
Conclusión
La búsqueda de los desaparecidos tras la DANA continúa siendo una prioridad para las comunidades afectadas. Mientras las familias enfrentan el dolor de la incertidumbre, el apoyo mutuo y la solidaridad se convierten en pilares fundamentales para avanzar.