En octubre de 1957, Valencia fue testigo de una de las peores catástrofes naturales de su historia. El río Turia se desbordó, inundando la ciudad y dejando oficialmente 81 fallecidos, aunque se sospecha que el número real de víctimas fue mucho mayor. Las áreas más afectadas fueron los asentamientos precarios en las riberas del río, habitados por personas no censadas, lo que complicó el recuento de víctimas.
La cantidad de agua caída fue extraordinaria, equivalente a la lluvia de tres años en Valencia. El meteorólogo Víctor Alcober estimó que esta cantidad era comparable a la precipitación anual de Londres. La riada arrastró vehículos y destruyó infraestructuras, dejando a la ciudad sumida en el caos.
El método para identificar a las víctimas era rudimentario: se exponían fotografías de los cadáveres en la puerta de los juzgados para que los familiares pudieran reconocerlos. Francisco Pérez Puche, cronista de Valencia, accedió al sumario judicial sobre la riada, revelando detalles impactantes de la tragedia.
Diez días después del desastre, el general Franco visitó Valencia. Sin embargo, su visita fue cuidadosamente orquestada para mostrar solo las áreas ya limpias y ordenadas. Prometió que para Navidad no debería quedar rastro de barro, pero la realidad fue muy diferente.
La reconstrucción de la ciudad incluyó el desvío del cauce del Turia, una obra monumental que buscaba prevenir futuras inundaciones. Sin embargo, este proceso no estuvo exento de conflictos. El alcalde de Valencia, Tomás Trénor, criticó públicamente la lentitud del gobierno en proporcionar ayuda, lo que le costó su puesto.
La ‘Batalla del Barro’, como se conoció a los esfuerzos de limpieza, involucró a 3.000 soldados y a la comunidad local. Las comisiones falleras jugaron un papel crucial en la organización de la limpieza de los barrios. Sin embargo, mientras el barro desaparecía, el dinero prometido por el gobierno tardó en llegar, generando descontento entre los ciudadanos.
El director del periódico Las Provincias, Martín Domínguez, utilizó su plataforma para criticar la inacción del gobierno. Sus artículos, junto con el discurso del alcalde Trénor, resonaron en una sociedad que comenzaba a cuestionar el régimen. A pesar de las represalias, como la destitución de Trénor y el recorte de papel a Las Provincias, estos eventos marcaron un punto de inflexión en la relación entre la ciudad y el gobierno central.
Finalmente, aunque el dinero llegó, las sanciones a los protagonistas del enfrentamiento dejaron una huella duradera. Trénor fue destituido poco antes del aniversario de la riada, y Domínguez fundó su propio diario tras abandonar Las Provincias. La inundación de 1957 no solo transformó físicamente a Valencia, sino que también catalizó un cambio social y político significativo.