Justicia y jueces están pasando por momentos bastante convulsos, nunca imaginé que se llegase a los extremos a los que se está llegando en nuestro país y esto no es nuevo, el intento por controlar a los jueces viene de largo. La primera vez que tuve consciencia de que algo no iba bien, hará aproximadamente unos 20 años, fue cuando el Delegado del Gobierno de entonces, Luis Vicente Moro, organizó una manifestación camuflada que culminó en las puertas del Palacio de Justicia y que, en el fondo, venía a denunciar la actitud poco profesional de los jueces de Ceuta.
Un gol por toda la escuadra me metió el Sr. Delegado al invitarme a dicha comedia en la que compartía cabecera con el entonces Secretario General del PP que, dicho sea de paso, no supo responderme a la pregunta de: “Pedro… si ustedes estáis gobernando, tenéis el poder legislativo y estos son funcionarios ¿Qué hacéis aquí?” Permítanme que obvie la respuesta ya que, lamentablemente, la persona a la que aludo no se encuentra entre nosotros.
Pues bien, menos mal que me di cuenta a tiempo y antes de que leyeran el manifiesto que tenían preparado abandoné la manifestación, añadiendo a mi claro desacuerdo una nota de prensa en la que cuestionaba la presencia del Partido Popular en ese intento de linchamiento mediático a unos funcionarios que interpretaban, de la mejor forma posible, las leyes que emanaban de un poder del Estado, el poder legislativo representado, mayoritariamente en ese momento, por ese mismo partido político en el poder.
Lejos de defender a capa y espada a estos servidores públicos, donde como en todas las profesiones los hay buenos y malos, está la necesidad de que la sociedad crea que, en un momento determinado, llegado el caso, van a ser tratados con una única vara de medir. La sociedad necesita creer en la imparcialidad de los jueces, en una justicia igual para todos y donde la presunción de inocencia sea preservada.
Aunque…, lamentablemente, no está siendo del todo así. Los máximos representantes de los Poderes Judiciales, la cara visible de todos los jueces españoles, buenos y malos, consienten de manera explícita y continuada el ser clasificados como: progresistas y conservadores, de izquierda y de derecha, en definitiva, son presentados en sociedad como jueces de dudosa imparcialidad en tanto que, cuando tengan que dirimir lo harán defendiendo los intereses de quien lo eligió para el cargo dada su manifiesta afinidad. Esto…, simplemente, es un error de enormes proporciones que no deja en buen lugar ni a los jueces, ni a los políticos y donde siempre salen perdiendo la justicia y los ciudadanos.
Seguro estoy que hay fórmulas para evitar que los jueces sean elegidos para ser nombrados miembros de órganos superiores como: el CGPJ y TC, por ejemplo, por su cercanía a determinada corriente política y más seguro estoy en que ellos y sólo ellos podrían evitar este descredito. Será en el momento que dejaran de aceptar ser etiquetados.
Mientras tanto, los ciudadanos observan con asombro el bochornoso espectáculo, donde la mayoría de ellos no alcanzan a entender el cruce de acusaciones y reproches, y todo por conseguir una situación de ventaja que les dé una cuota mayor; lo cual, no es sano para la democracia. Pero… ¿cuando se acabará esto?.