La infame cárcel de Sednaya, ubicada en las afueras de Damasco, ha sido durante años un símbolo del terror bajo el régimen de Bachar al Asad. Conocida por las atrocidades cometidas dentro de sus muros, la prisión se ha convertido ahora en un emblema del cambio tras la caída del autócrata.
Según Amnistía Internacional, Sednaya fue un ‘matadero humano’, donde se estima que 30,000 personas fueron ejecutadas o murieron debido a torturas, hambre o falta de atención médica entre 2011 y 2018. La Asociación de Presos y Desaparecidos de la Prisión de Sednaya (ADMSP) la describe como un ‘campo de exterminio’.
La liberación de los presos ha traído consigo escenas de euforia y confusión. Vídeos verificados muestran a ex-reclusos corriendo por las calles de Damasco, levantando los dedos para indicar los años pasados en prisión y preguntando a los transeúntes sobre los recientes acontecimientos. ‘¡Hemos derrocado al régimen!’, se escucha gritar a uno de ellos.
Niños encarcelados y condiciones inhumanas eran parte de la realidad diaria en Sednaya. Amnistía Internacional reporta que unas 20,000 personas, incluidos niños pequeños, estaban detenidas en condiciones deplorables. Las celdas, pequeñas y abarrotadas, no ofrecían espacio suficiente ni siquiera para tumbarse.
Entre los liberados se encuentra Ragheed Al-Tatari, conocido como ‘el decano de los presos’, quien pasó 43 años en prisión por negarse a bombardear Hama durante la revuelta contra Hafez al Asad. Su liberación simboliza la resistencia y el sufrimiento de muchos otros.
Los métodos de tortura en Sednaya incluían golpes, electrocutaciones y violaciones, según testimonios recogidos por medios internacionales. La prisión estaba diseñada para desorientar a los reclusos, sin ventanas y con un ambiente opresivo.
La desesperación por encontrar a familiares desaparecidos ha llevado a cientos de personas a la prisión, buscando noticias de sus seres queridos. Aunque los rumores sobre pisos subterráneos con presos sin alimentar no han sido confirmados, la Defensa Civil siria ha intervenido para investigar.
Los rebeldes que ahora controlan la prisión intentan preservar los registros de los presos, asegurando que los horrores vividos no queden impunes. Este esfuerzo es crucial para garantizar justicia y memoria en un país que busca reconstruirse tras años de guerra civil.