Durante la madrugada del lunes, el espigón del Tarajal en Ceuta vivió su noche más intensa en cuanto a intentos de entrada irregular. Más de 300 personas trataron de cruzar la frontera, poniendo a prueba la capacidad de respuesta del Servicio Marítimo de la Guardia Civil y las patrullas terrestres. La presión migratoria en la ciudad autónoma obliga al Gobierno de Ceuta a ampliar sus recursos de acogida, mientras la solidaridad de otras comunidades sigue siendo escasa
La madrugada del lunes al domingo fue testigo de la jornada más tensa en cuanto a intentos de entrada irregular en la frontera del Tarajal en Ceuta. Más de 300 personas intentaron cruzar el espigón fronterizo, desafiando al Servicio Marítimo de la Guardia Civil y a las patrullas en tierra desplegadas en la aduana del Tarajal, según informa El Mundo. Los migrantes, procedentes del norte de Marruecos, trataron de llegar a las playas de Ceuta con la intención de nadar hasta la ciudad autónoma, pero fueron interceptados tanto por los agentes españoles como por la Gendarmería Real de Marruecos.
El esfuerzo coordinado de ambas fuerzas logró impedir que muchos migrantes alcanzaran la costa ceutí. La Salvamar Atria de Salvamento Marítimo también estuvo presente en la zona, brindando apoyo y vigilancia, y rescatando a aquellos que consiguieron lanzarse al agua. Durante la noche, se observó un constante ir y venir de ambulancias de la Cruz Roja, encargadas de atender a los más de 300 migrantes rescatados, la mayoría de los cuales eran menores, según estimaciones basadas en su apariencia física.
El operativo de rescate también se desplegó la noche anterior, cuando la Guardia Civil recogió a más de 150 personas del mar, lo que eleva el total de migrantes interceptados a más de 300 en menos de 48 horas. Los servicios de emergencias atendieron principalmente casos de hipotermia leve y algunas contusiones. Los menores rescatados fueron trasladados a los centros de acogida, mientras que los adultos no marroquíes fueron llevados a la comisaría para su identificación. Los adultos marroquíes, en cambio, fueron entregados a las autoridades del país vecino para su reingreso.
La situación ha obligado al Gobierno de Ceuta a ampliar sus recursos de acogida para menores, que ya alcanzan casi 400 niños repartidos en cinco centros. Uno de ellos, el centro «Nueva Esperanza», fue reabierto en el polígono industrial del Tarajal tras la crisis migratoria de mayo de 2021. La presión migratoria en Ceuta, así como en Canarias, ha llevado a los gobiernos autonómicos a solicitar ayuda urgente a otras comunidades, pero hasta ahora la respuesta ha sido limitada. La Junta de Andalucía es la única que ha mostrado disposición, comprometiéndose a acoger a 30 menores.
En el ámbito político, la falta de ratificación en el Congreso de la reforma de la Ley de Extranjería ha sido objeto de críticas. La delegada del Gobierno en Ceuta, Cristina Pérez, respondió a las quejas de algunas comunidades autónomas, afirmando que la negativa a acoger menores no se debe a la falta de recursos, sino a intereses políticos, especialmente en las regiones gobernadas por el Partido Popular.
Mientras tanto, los centros de acogida en Ceuta, tanto para adultos como para menores, están al límite de su capacidad, poniendo en riesgo la calidad de la atención brindada. Las Fuerzas de Seguridad del Estado se ven obligadas a mantener una vigilancia constante en la frontera, con la Guardia Civil dedicando un esfuerzo continuo a la recogida de migrantes del mar. Agentes en la zona describen la situación como «una locura y un descontrol», destacando la dificultad de gestionar la creciente presión migratoria.
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