El barco de la organización Proactiva Open Arms ha zarpado en la tarde de este miércoles, 06 de octubre, rumbo al Mediterráneo Central tras una estancia de tres meses en varadero donde ha acometido importantes mejoras de acondicionamiento de la nave para seguir realizando rescates de personas en alta mar
La misión número 86 del Open Arms se dirige hacia la zona SAR cercana a las costa de Libia, desde donde siguen lanzándose al mar cientos de personas huyendo de la desesperación y la guerra, para seguir salvando vidas en el Mediterráneo. El barco estuvo más de dos meses y medio detenido por las autoridades italianas después de que un juez de Palermo decidió procesar al ex ministro del interior italiano Matteo Salvini por el secuestro de este mismo barco en agosto de 2019.
El último bloqueo administrativo del Open Arms empezó el 17 de abril, el mismo día en el que el juez del tribunal de Palermo, Lorenzo Iannelli, decidía procesar a Salvini por un supuesto delito de secuestro de personas durante la misión 65 del Open Arms, en agosto de 2019.
La última misión del Open Arms, la número 82, había finalizado el 1 de abril, con el desembarco de 209 personas en el puerto siciliano de Pozzallo, puerto seguro asignado por Italia. Tras 14 días de cuarentena COVID-19 a la que se sometió la tripulación, las autoridades italianas realizaron una exhaustiva inspección a bordo de más de 17 horas, denominada Port State Control (PSC).
«Italia interpreta a su manera y a su propio interés la aplicación de las inspecciones Port State Control, que van dirigidas a barcos con fines comerciales, que no es el caso de los barcos con fines humanitarios«, explica Oscar Camps, fundador y director de Open Arms.
Para contextualizar, de 2015 a julio de 2019 ningún barco de salvamento fue sometido a Port State Control, pero entre agosto de 2019 y febrero de 2020, los barcos de las ONG fueron sometidos a 8 Port State Control y hubo una sola detención.
De hecho, esta decisión del gobierno italiano de bloquear en sus puertos los barcos humanitarios tiene un altísimo coste en vidas humanas: solo desde abril de este año hasta ahora ya han muerto más de 746 personas en el Mediterráneo central (fuente IOM), convirtiéndolo en la mayor fosa común del planeta.