El origen de la “peineta” es un tanto incierto pasando de las comedias griegas a “la guerra de los cien años” e incluso siendo considerada una forma de alejar el mal de ojo. Una de las instantáneas más famosas de la historia del rock este protagonizada por una “peineta”, la de Johnny Cash en el penal de San Quintín en 1969. Rápidamente se transformó en un símbolo de rebelión y desprecio. En España, podemos destacar varias “peinetas”. La “peineta” “no peineta” pero casi que sí “peineta en toda regla” que dedicó el anterior rey en su visita oficial a Álava en 2004 a un grupo de personas que protestaba por su presencia en Euskadi. O la de José María Aznar a estudiantes que le abucheaban durante su visita a la Universidad de Oviedo en 2010 como protesta por nuestra participación en la guerra de Irak.
La semana pasada leíamos en un medio de comunicación melillense: “La peineta de Ouviña a Tasende refleja las formas de una izquierda trasnochada y violenta que no cabe en el juego democrático. Los ciudadanos estamos hartos de insultos, queremos propuestas. Si la única propuesta que tiene Podemos es una peineta, mal encaminados vamos” ¿Esto también vale para la derecha y la monarquía o solo para los progresistas? Veamos cómo quedaría el titular en el caso de lo ocurrido en Vitoria años atrás: “La peineta del rey refleja las formas de una monarquía trasnochada y violenta que no cabe en el juego democrático. Los ciudadanos estamos hartos de insultos, queremos propuestas. Si la única propuesta que tiene la monarquía es una peineta, mal encaminados vamos”.
Contextualicemos, hace unos días en una manifestación ecologista un ciudadano, Pepe Ouviña, dedicó una “peineta” al presidente de VOX en Melilla por intentar instrumentalizar un acto en el que se invitaba a participar a la ciudadanía en condición de vecinos y no como partidos.
Lejos, en este caso, de ser un gesto nihilista es una declaración de intenciones cargada de valores que identifican la lucha contra los totalitarismos y la visión unilateral de la sociedad. También contra la hipocresía y la manipulación. Dos atributos que aparecen en el ADN de la ultraderecha. Negacionistas del cambio climático y depredadores de la naturaleza y la sociedad “florecen” en una concentración en defensa del patrimonio natural “urbano”; defensores de la disminución del gasto público hasta que tocan poder como le recordó a la “andaluza” Olona el señor Marín: “lo primero que han hecho al llegar a la Junta de Castilla y León es subirse el sueldo un 4,5%”.
Pepe Ouviña es un gaditano de “caí”, “avecrenero” y “beduino”, curtido en la lucha de los años 80 en contra de la Reconversión Industrial en dicha provincia. Reside en Melilla donde es la cabeza visible de Stop Desahucios formando parte de la Comisión Ejecutiva de UGT-FICA como Secretario del Metal de dicha ciudad y es miembro de Podemos Melilla. Asistiendo a la cita vecinal como vecino, como ciudadano, como activista y además es todo lo ya reseñado, pero ha dicho acto acudió “vestido” de vecino no cómo otros con su simbología política que sí que es trasnochada mereciendo un sinfín más de adjetivos negativos. Pepe Ouviña no se encontraba en un pleno de unas Cortes en calidad de Vicepresidente insultando y menospreciando a la procuradora socialista Noelia Frutos y de paso a un colectivo al completo. Ni tampoco como palmero de Feijoo en un acto de las elecciones andaluzas donde se bromea sobre la violencia de género, como sí hizo el alcalde “pepero” de Estepona.
La cacería desatada contra Ouviña en tierras norteafricanas, y de paso contra Podemos, no parece ser casual sino causal y le ha obligado a denunciar al ex viceconsejero de Medio Ambiente en Melilla ¡cómo no del PP! por difamación e injurias. Camino que pronto seguirá otro compañero de partido suyo por análogas ruindades.
Otro extracto del citado artículo periodístico, cuesta trabajo definirlo así, dice:
“No hay que hacer muchos esfuerzos para reconocer que el comunismo solo sabe repartir la pobreza. Es el régimen perfecto para universalizar la mentira, la traición y la falta de derechos universales. Ellos, como Ouviña, solo atienden a sus razones y cuando uno se niega a acatarlas, te responden con una peineta. No hacen política: la imponen. No saben ni pueden hacerlo de otra manera. La intolerancia y la represión son sus armas. No entienden que a estas alturas el extremismo no nos vale de receta para solucionar los problemas de la gente. Nos vemos en las urnas, camarada. Iré a votar convencida de que el comunismo todo lo que toca lo convierte en mierda”.
¡Bien! En un ejercicio de equidad vuelvo a cambiar la palabra comunismo por monarquía, dado el gesto ya señalado del Borbón en Euskadi que en nada difiere del denunciado en Melilla o mejor por “derecha” en honor a Aznar. Queda así: “No hay que hacer muchos esfuerzos para reconocer que la derecha solo sabe repartir la pobreza. Es el régimen perfecto para universalizar la mentira, la traición y la falta de derechos universales. Ellos, como Ouviña, solo atienden a sus razones y cuando uno se niega a acatarlas, te responden con una peineta. No hacen política: la imponen. No saben ni pueden hacerlo de otra manera. La intolerancia y la represión son sus armas. No entienden que a estas alturas el extremismo no nos vale de receta para solucionar los problemas de la gente. Nos vemos en las urnas, derechosos. Iré a votar convencida de que la derecha todo lo que toca lo convierte en mierda”.
¿De veras una peineta es más execrable o reprobable que este argumentario cargado de odio y mentiras?
Según el presidente de Vox Melilla “han salido reforzados como partido gracias a la peineta de Ouviña”. Pues en su próxima papeleta electoral junto al logo de VOX que pongan una “peineta” apuntando a sus siglas, nos reiremos más de uno.
Cada día se hace más y más necesario el partido de la “Peineta a VOX” no solo para espantar el mal de ojo sino para expulsar al odio y a la ultraderecha de nuestra democracia.
La ultraderecha utiliza siempre el mismo modus operandi: cogemos un acto supuestamente criticable de un rival político y lo magnificamos, aunque existan cien mil más por el estilo o de mayor magnitud entre los “suyos”, criminalizamos el acto y con ello a la persona a la que de paso se tacha de ignorante o enfermo mental y de camino extendemos toda esta ignominia a una ideología concreta para desacreditar a la persona por completo y a la vez los valores que defiende y representa. Lo aderezan con soberbia, mentiras y manipulación ¡y ya tienen su discurso listo! En este caso en concreto van a por Ouviña y eso solo quiere decir que sigue siendo el mismo de los años ochenta, pero con más experiencia, que su trabajo “escuece” a las élites que dominan Melilla y que su voz les duele tanto como sus gestos. La libertad no se mendiga se ejerce. Gracias a Pepe Ouviña.