Nunca pensé que escribiría desde el imperativo pidiendo que, si eres de izquierdas, votes este 23J. No sé si estamos en el momento de preocuparnos o si soy una exagerada, pero ante la duda, vota
Decía Pascal que ante la duda de que existiera o no Dios, a él le parecía que merecía la pena apostar por creer en su existencia. Total, si al final era así, mejor haber creído y tener acceso a la vida eterna. Yo nunca pensé que escribiría esto porque no me gusta escribir imperativos. Tampoco tengo claro si es el momento de escribir esto. Igual estamos exagerando, pero ante la duda, lo escribo.
Cuando nos hicieron las primeras pintadas fascistas en el local de Pikara Magazine recuerdo hablarlo con mi ama y que ella me dijera: “Son unos energúmenos”. Y luego dijimos, “no, peor, son unos fascistas”. Aquella pintada firmada por un partido falangista que yo hasta ese día ni sabía que seguía en activo y con el número 52 escrito al lado, haciendo referencia al número de escaños de Vox en 2019 en el Congreso, no hablaba de cuatro energúmenos. Hablaba de gente organizada, con representación política y dinero.
Y en aquel momento no sabíamos si nos estábamos precipitando, pero pusimos persianas en la puerta de la redacción, por si acaso. Ante la duda.
Conozco a algunas personas que han votado a Vox. Una amiga les votó hace tiempo, cuando todavía no era un partido conocido, y me lo contó porque no sabía que pondría el grito en el cielo. Hay gente de mi entorno que es religiosa, que está en contra del aborto y que empezó acercándose a este partido por ese motivo, supongo.
Conozco a un par que sospecho que lo han votado hace no tanto. Gente nostálgica de una vida “ordenada”, me imagino, que quizá ni ha vivido y que no ha existido fuera del franquismo. Entiéndase: un mundo sin autonomías territoriales, ni lenguas minorizadas con presencia en las escuelas; sin partidos independentistas que pacten con el Gobierno ni intentos de referéndum por parte de los territorios en los que parte de la población reclama la independencia.
Supongo que hay gente que confía en que Vox bajará impuestos y viviremos mejor, aunque no salgan las cuentas. Gente que cree que en Vox hay personas nuevas que vienen a hacer lo que hay que hacer, sin las cobardías ni los entramados mafiosos del PP. Conozco a gente que no me lo dice directamente, pero cree que las personas migrantes nos están “invadiendo”, que Europa no pone coto a esto y alguien tiene que hacerlo porque no puede ser. Y supongo que vota a Vox o fantasea con ello.
Conozco a un tío que vota a Vox porque está en contra del “feminismo de ahora”. Porque cree que ahora tiene que firmar un contrato para follar, que el Estado está lleno de chiringuitos feministas y que a los hombres se les puede meter en la cárcel solo por dar un bofetón a una mujer en la calle; pero que si nosotras se lo hacemos a ellos, no nos pasa nada.
No conozco a nadie que vote a Vox porque cree que la pandemia es un invento y que nos han inyectado el 5G, pero sé que existen. No conozco -o no me lo han dicho a la cara- a gente que defienda que la violencia no tiene género. No sé lo que alguna gente cercana que ha votado a Vox alguna vez ha hecho en estas últimas elecciones. No saco el tema, me duele demasiado.
No sé qué gente de derechas cercana a mí va a votar a Vox porque ya no me lo dicen. Pero conozco a mucha, mucha gente que vota al PP. Y que votará al PP una vez más, aún viendo que está pactando con Vox y proponiendo retirar leyes que son esenciales para nosotras. Tampoco estoy hablando con esta gente de las elecciones. Duele mucho.
Quizá podríais pensar que no debería mantener el contacto con tanta gente así. Pero son familiares, amistades que han estado cerca en muchos momentos, gente a la que quiero y me quiere, que me ha cuidado desde pequeña, que me ha acogido en su casa. No es tan fácil deshacerse de todo eso.
También conozco a gente de izquierdas que sé que no va a votar. Hay quien se ha enfadado por los posibles vetos, quien no confía en Sumar, quien practica el abstencionismo activo porque no quiere participar de esta seudodemocracia, quien cree que el marco tiene que estar en las calles y no este 23J. Coincido en el análisis, pero no en la respuesta. Esa gente también duele. Yo también he sido abstencionista activa. Lo entiendo, de verdad. Por eso nunca creí que escribiría esto. Tengo dudas, además, de si nos estamos preocupando de más: ¿cuándo es el momento de preocuparse de verdad? Y ante la duda, yo apuesto por preocuparme, por si acaso. O mejor, siguiendo a mi abuela: “No me preocupo, me ocupo”. Y por eso escribo desde el imperativo: vota izquierda el 23J.
No votar en estas elecciones practicando la abstención activa es la rebeldía del privilegio. De quien sabe que los retrocesos que propone la derecha no le van a arrancar el cuerpo. De quien entiende que se perderá en derechos laborales pero cree que eso lo podrá solventar como siempre, en las huelgas. De quien sabe que no se le expulsará de este país de un día para otro, ni le apalearán en la calle solo por existir. De quien no tiene miedo a ser.
La semana pasada, en unas jornadas organizadas por La Laboratoria en Madrid se reunió gente de los movimientos de base: migrantes, racializadas, trans, bolleras, putas. Toda esa gente que es la que más sufre las políticas de este reino. Que lleva años padeciendo lo que algunas solo empezamos a notar. Y aun así, todas decían lo mismo: hay que votar.
Entiendo que no quieras hacerlo. Nadie te convence, no te fías de los partidos de izquierda, no crees que las luchas se ganen en las urnas. Yo tampoco quiero votar. A mí tampoco me convence lo que hay. Voto lo menos malo y con la nariz tapada.
Voto porque yo sí puedo hacerlo, pero millones de personas que viven en el Estado español, no. Y querrían, muchas de ellas querrían votar. Voto porque, si no, puede que expulsen a muchas más personas migrantes, porque no votar supone ceder espacio a una derecha que está todavía más lejos que la izquierda light de derogar la ley de extranjería. Voto y votaré este 23J porque estos años hemos avanzado, pero queda mucho por hacer. Porque este país, territorio, nación, Estado plurinacional, confederado o lo que quieras decir que es o quieras que sea, este lugar que es un reino anacrónico, tiene una sociedad bastante abierta y tolerante que ha avanzado en derechos y en alegría y libertad. Hay que votar porque meter la papeleta en la urna es compatible con seguir en las calles, en las huelgas y en las manifestaciones; porque sabes que el fascismo nos reprime con más dureza. Porque sabes que no hemos conseguido derogar la ley mordaza y que, si gana la derecha, se recrudecerá la represión.
No sé si te has curtido en muchas luchas y te han molido a palos mil veces o si eres alguien con muchas lecturas que ha entendido que esta democracia es absurda o si ambas cosas o ninguna. No sé si simplemente eres de las que no votan porque dice que todos los políticos son iguales. No sé quien eres, pero aparca las lecturas, las batallas y el escepticismo solo un día. Y vota. Porque quienes votan a la derecha sí van a hacerlo, como si se tratara de una religión, porque tienen clara su apuesta. Vota por quienes no pueden y van a ser quienes más sufran el aumento del fascismo. Vota por ti también, porque con todo lo que nos queda por hacer, no podemos permitirnos dar pasos hacia atrás. Vota porque lo pide el movimiento antirracista. Vota, porque gobierne quien gobierne, seguiremos vigilando y peleando. Vota, porque puedes hacerlo con la nariz tapada y seguir teniendo los ojos bien abiertos. Ante la duda, vota. Por si acaso.
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