En el corazón de Paiporta, la reapertura del horno del pueblo se ha convertido en un oasis para los residentes. Después de semanas de incertidumbre, los vecinos hacen cola para disfrutar de croissants, dulces y pan recién horneado. «Vengo a ver si podemos comer pan crujiente», comenta una clienta de la panadería dirigida por Mari Carmen, quien ha logrado rescatar la maquinaria de su negocio tras el paso de la DANA.
Mari Carmen describe la experiencia como «apoteósica», ya que todos entran con una sonrisa y abrazos, ansiosos por recuperar la normalidad. Esta misma escena se repite en la única tasca abierta en Paiporta, donde los clientes disfrutan de un café y celebran la oportunidad de regresar a su lugar habitual.
En Chiva, otra localidad afectada, algunos negocios han logrado recuperarse después de tres semanas, volviendo a ofrecer productos frescos como frutas y verduras. «Gracias a Dios que podemos volver a empezar poco a poco otra vez», expresa uno de los trabajadores, reflejando el sentimiento de alivio y esperanza compartido por muchos.
Sin embargo, el camino hacia la recuperación es lento y desafiante. En muchas localidades, el impacto de las inundaciones sigue siendo evidente, y pocos negocios han podido reabrir. La semana pasada, numerosos profesionales expresaron su incertidumbre sobre cuándo podrán retomar sus actividades comerciales.
El gobierno ha anunciado una serie de ayudas para mitigar los daños causados por la DANA, incluyendo una línea de avales de ICO destinada a apoyar a 32.000 empresas y 150.000 hogares afectados. Estas medidas son cruciales para ayudar a los negocios a levantarse nuevamente.
La Cámara de Comercio estima que el impacto económico de la DANA en la Comunidad Valenciana asciende a unos 22.000 millones de euros, una cifra comparable al PIB de comunidades enteras como Extremadura o Navarra. Este golpe económico subraya la importancia de las ayudas y el esfuerzo conjunto para reconstruir la economía local.
A medida que los comercios locales en Paiporta y otras áreas afectadas comienzan a reabrir, la comunidad se une en un esfuerzo colectivo para superar los desafíos. La resiliencia y el espíritu comunitario son fundamentales en este proceso de recuperación, marcando un paso significativo hacia la normalidad.