Evra es un marfilense que, tras cinco años en Europa, quiere volver a su país de origen. «aquí la vida no es buena para mi», afirma y asegura que ha intentado acogerse al programa de retorno voluntario para volver a su país y le ha sido imposible. Ahora ve en la valla fronteriza entre Ceuta y Marruecos una oportunidad para volver a casa
Saltar la valla que separa Marruecos de Europa es el sueño de miles de migrantes subsaharianos que viven en Marruecos después de emprender la difícil ruta migratoria que obliga a cruzar arduos caminos para traspasar las peligrosas fronteras de los países que reciben migrantes. Los seis países del norte de África (Argelia, Egipto, Libia, Marruecos, Sudán y Túnez) han sido históricamente y siguen siendo países importantes de destino, tránsito y salida de migrantes. Los intentos de salto y las posteriores devoluciones de personas que son interceptadas por las fuerzas de seguridad en el perímetro fronterizo de Ceuta hacen aún más difícil de conseguir que los migrantes africanos puedan acogerse a la petición de asilo o protección internacional cuando consiguen traspasar la valla de hasta 10 metros que separa ambos países.
Pero hay excepciones. Lo insólito es encontrar a algún africano en las cercanías de la valla de Ceuta, a la altura de la ITV, que quiere hacer el camino inverso. Evra es un marfilense que llegó a Europa por una de las rutas migratorias más peligrosas: el Mediterráneo Central. Este joven llegó a Libia en el 2016 para intentar llegar cruzando en patera hasta Italia, cosa que consiguió después de unos meses de humillaciones y sufrimiento en el país norteafricano donde los traficantes de seres humanos acostumbran a vender como si fuera mercancía a las personas procedentes del África subsahariana. Evra llegó a Italia y desde entonces ha estado dando vueltas por Europa donde no ha encontrado el sitio que esperaba para poder seguir su vida con mejores condiciones que las que tenía en su país, Costa de Marfil, donde salió con la esperanza de encontrar en la «tierra del hombre blanco» una oportunidad para prosperar y ganarse la vida honradamente. Al poco tiempo de llegar y viendo que se le hacía imposible conseguir papeles para poder acceder al mercado laboral, decidió regresar a su país.
«Ahora voy a retornar a mi país de origen, al África negra porque aquí la vida no es buena para mi, todo es muy complicado» confiesa el joven con la voz entrecortada. «Quiero retornar y tengo muchas complicaciones. Es difícil de explicar, hay muchas cosas que no puedo entender». Evra ha vivido estos cinco años en Italia, Alemania, Francia, Suiza y lleva diez meses intentando que le permitan acogerse al programa de retorno voluntario. Tratándose de ayudas dirigidas a inmigrantes en situación irregular, estos programas constituyen una alternativa a la expulsión, y permiten al extranjero elegir las condiciones de su retorno (lugar y momento), beneficiándose de una ayuda económica y de la asistencia en la preparación del retorno. El interés del país de acogida que contempla este tipo de medidas también es evidente, pues facilita la repatriación hacia países con los que han celebrado acuerdos de readmisión, además de que probablemente la operación se salda con un coste menor que el que conlleva la expulsión. En realidad, a este respecto, la distinción entre retorno voluntario y forzoso es muy tenue, en la medida que las personas implicadas no tienen posibilidad legal de permanecer en el país de acogida.
El migrante llegó en la mañana del sábado cuando logró «colarse» en un ferry que cubre la ruta Algeciras-Ceuta. Nos dice que no pensaba encontrar una barrera tan alta y que quizá le dejaran cruzar a Marruecos donde está seguro de que podrá encontrar la forma de llegar a Costa de Marfil, a casa.
Pero Evra no consigue entender por qué no puede acceder a ese programa. Está cansado y muy enfadado: «Quiero ir a Tánger. No quiero hablar con la policía porque es una complicación. A todos los inmigrantes que piden retorno voluntario se lo conceden. Yo soy el único al que no me lo han concedido. Hice un tour por Europa pidiendo retorno voluntario y me lo niegan y no sé por qué. Soy víctima de una conspiración» afirma el joven indignado por la situación surrealista que está viviendo.
«Si no huyo de esa conspiración, tengo el riesgo de acabar como un miserable e infeliz. Antes de que eso pase prefiero retornar. Mi deseo es poder retornar. Igual ellos saben por qué lo hacen, pero yo no lo sé me quejo por todas partes, voy a la policía pero a nadie le importa»
Lo cierto es que este joven apareció en Ceuta para continuar su camino que le lleve de nuevo de vuelta a su país. No es muy habitual que los migrantes africanos emprendan el camino inverso después de conseguir llegar a Europa. En agosto del pasado año un joven senegalés fue interceptado por la Guardia Civil cuando intentaba también saltar la valla para ingresar a Marruecos.