La sanidad de Ceuta vive uno de sus peores momentos de los últimos años. Las nefastas condiciones laborales han provocado una crispación palpable entre la mayoría de los trabajadores. En gran parte, lo que se está produciendo, no es otra cosa que el colapso de nuestros escasos recursos sanitarios. El aislamiento geográfico, que para nuestra ciudad ha sido un hándicap desde el primer momento de la pandemia, ha demostrado ser un factor negativo en cuanto a recursos y capacidad de resolución de nuestro sistema sanitario.
Somos conscientes de que la situación en los primeros momentos era difícilmente manejable y sabemos que la gestión de una demanda súbita y masiva de atención era una labor altamente compleja y delicada. Sin embargo, pasado el confinamiento y en las sucesivas olas de la pandemia, vemos que ni se tomaron ni se están tomando, ninguna medida de calado para prevenir las sucesivas olas, con un sistema sanitario sin reforzar, tanto a nivel de la Atención Primaria como de la Atención Especializada. Es por esto que no podemos dejar de transmitir y reivindicar las demandas de nuestros trabajadores y trabajadoras.
Durante las últimas décadas la escasez de recursos sanitarios ha ido empeorando en todo el sistema nacional de salud, hecho especialmente grave en nuestra ciudad que se sitúa en las peores posiciones de la comparativa por sistemas autonómicos (según los datos del propio ministerio). Los representantes de los trabajadores chocamos con unos gestores que no atienden a razones, que rinden escasísimas cuentas a los ceutíes (apenas comparecen en medios exponiendo problemas y decisiones) y a los que les va haciendo falta un baño de realidad (demasiado tiempo entre despachos y reuniones telemáticas). Sindicalmente estamos constreñidos por una sempiterna falta de diálogo a la que se sumamos que algunos altos directivos priorizan su carrera política a la solución de los problemas (menciones que merece también nuestro director en Madrid).
Es inevitable poner el foco en la situación tan complicada, para ciudadanos y profesionales, que está padeciendo la Atención Primaria de Ceuta durante toda la pandemia y en concreto durante esta sexta ola. La atención primaria es el pilar fundamental de cualquier sistema sanitario. La labor del personal de atención primaria aumenta su importancia si cabe durante una pandemia. A pesar de ello entendemos que desde la administración no se ha dado el apoyo suficiente a estos trabajadores. Estamos en un momento crítico. Las últimas cifras confirman que tenemos la sexta ola impactando, con virulencia, en este momento.
La sensación de todos es que no se ha aprovechado el intervalo de bonanza sanitaria ocurrido desde el final del confinamiento hasta ahora. El no haber adecuado los recursos tan necesarios, en nuestro sistema sanitario, durante estos meses ha provocado que los usuarios se sientan indefensos y desatendidos. Éstos comprueban la cada vez mayor dificultad para el acceso a los servicios de atención primaria lo que por ende obstaculiza el acceso a la Atención Especializada.
Por otro lado, los centros de salud se encuentran con unas consultas y una actividad completamente colapsada por el impacto de la sexta ola, la falta de profesionales, la desmesura de la carga de trámites burocráticos perfectamente eludibles, el aumento significativo de bajas laborales… etc. Son especialmente significativas las colas que se producen en las mismas puertas de algún que otro centro de primaria y trasladan literalmente una imagen de maltrato al usuario.
Todo lo anterior hace que estos manifiesten su descontento precisamente ante los mismos trabajadores que hacen lo que pueden desde la insuficiencia de recursos antes mencionada. Esta realidad no solo la sufren facultativos y personal de enfermería, sino celadores, personal administrativo, personal de limpieza e incluso personal de seguridad.
Los administrativos (además de las gestiones habituales) han tenido que asumir en la práctica las funciones de telefonistas y atender el cúmulo de solicitudes por vías telefónica, telemática o presencial. Ocurre en multitud de ocasiones que (ante una demanda de atención inmediata) es imposible contactar con el sanitario necesario porque este mismo sanitario está usando constantemente el teléfono para contactar con sus pacientes. Esta sobrecarga de trabajo ocasiona que, a pesar de estar trabajando de forma constante, el usuario perciba retrasos y desatención.
Los celadores (ante el colapso de los administrativos) están colaborando en la atención telefónica y en tareas administrativas, filtran además el acceso al centro de salud afrontando la lógica frustración de los usuarios. Los enfermeros se encargan de las suplencias de los compañeros no sustituidos, asumen la sobrecarga de una vacunación a demanda así como el aumento de asistencia domiciliaria.
Por último, vamos a mencionar a los facultativos que asumen agendas con hasta 65 citas lo que hace muy complicado dedicar el tiempo necesario a cada persona. Estamos hablando de asistencias telefónicas, domiciliarias y presenciales a las que apenas se les puede dedicar 5 minutos y a las que se añaden tareas burocráticas, Este colapso unido a la dificultad para derivar a la atención especializada ocasionan nuevamente el enfado de los usuarios.
La más que previsible sexta ola debería haberse afrontado con las obras centro de salud del Tarajal finalizadas, con un aumento y cobertura de plazas estructurales, con una gestión de trámites burocráticos telemática y más ágil…etc. Además, tenemos pendiente la bomba de relojería que supone un sistema de gestión de listas de espera que no puede ser más oscuro y enrevesado. La administración se hace trampas al solitario con el objetivo de maquillar las cifras de esta lista de espera, ya antes de la pandemia, y hemos visto cómo esta “estrategia” se ha agravado tras la llegada del COVID-19. Y no olvidemos que partíamos de la peor posición en recursos de todo el país en casi todos los niveles.
A todos los usuarios para pedirles paciencia en nombre de todos los trabajadores del INGESA, porque muchos de nuestros compañeros llevan dos años afrontando situaciones laborales penosas, compensando con su sobreesfuerzo las carencias de nuestra sanidad, quedándose sin desayuno, sin poder solicitar los días cuando los necesitan y viviendo situaciones emocionalmente muy duras.
Señor Director, ni Ud. (ni su equipo) está a la altura de sus trabajadores. En una situación así no vale adoptar la estrategia del avestruz o, que aguanten otros el chaparrón. Tanto sus trabajadores como la sociedad ceutí necesitan y exigen una solución a la falta de personal, a los problemas estructurales de la Atención Primaria, así como la de los diferentes frentes y conflictos que se le van amontonando, y para los que es evidente que no son capaces de dar una solución.
El personal del INGESA sufre junto con el usuario/paciente (porque, además, también es usuario y paciente además de trabajador) la mala gestión llevada a cabo, y ve con preocupación qué va a pasar si no se pone remedio de forma inmediata. Por todo lo anterior, cuando sientan que la atención es insuficiente o deficiente enfoquen sus quejas a los libros de reclamaciones no al compañero que hace lo posible para que un sistema con recursos insuficientes y en medio de una pandemia funcione. Por favor canalicen sus protestas a través de reclamaciones o prensa, pero sean conscientes de que nosotros no solo no somos los responsables del colapso de la sanidad de Ceuta, sino que también lo sufrimos.