EL IMPERIO COMERCIAL PORTUGUES
El reino de Portugal, una vez solventadas sus diferencias con el reino de Castilla primero y con el Imperio Español después, desde mitad del siglo XIV, es un reino independiente de pleno derecho. Tal vez por el hecho, de que el cien por cien de sus fronteras terrestres, las tuviera con su poderoso vecino español. La única posibilidad de expansión que le quedaba, eran sus fronteras atlánticas. En un siglo, desde mediados del XIV, con un sistema parecido al que ya usaron Fenicios y Púnicos, Portugal crea un sistema de pequeñas ciudades fortificadas a lo largo de toda la costa atlántica de África; son colonias marítimas, enclavadas en lugares escogidos científicamente a lo largo de toda la costa, desde Tánger hasta Angola, estas ciudades van a permitir la creación de un nuevo imperio comercial, gracias a la organización de una ruta comercial marítima de cabotaje, más o menos segura, que une la metrópolis Lisboa con todas las riquezas del África Occidental. Durante más de dos siglos, el Imperio Portugués acaparó todo este comercio, incluido el muy lucrativo de la trata de esclavos africanos para la colonización de las Américas.
La seguridad en esta ruta marítima, la garantizaba, por un lado, los grandes avances científicos que Portugal tenía en cartografía y ciencias de la navegación, que les permitía a sus navegantes, tener cartas exactas de todo el litoral, y por otra, los grandes avances en el uso de la artillería y de la construcción de fortalezas. Las ciudades portuguesas en África eran inexpugnables tanto por mar como por tierra, con una potencia de fuego, muy superiores a la de barcos de guerra en un ataque marítimo y desde luego, demoledores en un ataque por tierra, ya que, incluso los imperios más poderosos africanos, desconocían el uso de las armas de fuego. Por lo tanto, todas estas flotas de barcos que mantenían la ruta abierta, tenían una continuada red de puertos seguros que le facilitaban el tránsito y les daban abrigo, en caso de tempestad o ataque.
Como en todos los tiempos, el talón de Aquiles, de todos los imperios comerciales es el de la seguridad en las rutas, y en el caso Portugués, los problemas vinieron de la mano de la inestabilidad política en todo el Magreb, a partir de principios del siglo XV, que trajo en consecuencia la proliferación de las repúblicas piratas. Éstas eran ciudades costeras con puertos abrigados que se declararon independientes y se dedicaron a asaltar a cualquier nave que pasara por sus aguas, para rápidamente ocultarse en su puerto, fuertemente fortificado y con buena potencia de fuego. Pero de todas ellas, las repúblicas de Rabat-Salé y Kenitra, fueron las más peligrosas, ya que se encontraban en pleno tránsito de la ruta portuguesa.
Este fue, el principal quebradero de cabeza de los reyes portugueses y de las compañías comerciales que explotaban la ruta y que se habían convertido en auténticos emporios comerciales, enormemente ricos e influyentes, preludio de lo que hoy conocemos como multinacionales.
Este grave problema presionó tanto a Portugal, que modeló sustancialmente sus políticas, llevándola incluso a aventuras bélicas nefastas, como la que le costó la vida al rey Sebastián, en la batalla de los tres reyes en Alqazar Quebir, en un intento de instaurar un orden que le permitiera erradicar las repúblicas piratas y a la vez controlar el rumbo político del Magreb, siendo el preludio de su desaparición como reino independiente ya que éste, murió sin descendencia, siendo como era sobrino del Emperador Felipe II, la sucesión recayó en él, por lo que Portugal fue anexionada al Imperio Español.
LA CONQUISTA DE CEUTA
A principios del siglo XV, en el reinado de Juan I, el proyecto de encontrar una ruta africana por la que conectar con las rutas comerciales que fluyen de China e India, (la llamada ruta de las especies), se convierte en la principal prioridad del incipiente reino lusitano. Esta ruta, bloqueada y monopolizada por las potencias islámicas, ya que a ellas, vienen a desembocar la inmensa mayoría de todas estas mercancías, a través de la ruta de la seda. Que durante siglos fue el único gran canal de intercambio. De esta forma, la adquisición de estas mercancías, vitales para el comercio y abastecimiento europeo, les suponen un sobrecoste muy perjudicial a las potencias europeas.
El rey Juan de Portugal, es un rey ambicioso y culto. Portugal es un estado pequeño en extensión, que obtuvo su independencia de Castilla, después de trágicos enfrentamientos y desavenencias entre miembros de la misma familia real Castellana, ambas familias reinantes están emparentadas, por lo que la necesidad de expansión y progreso para los portugueses era esencial para su futuro. Necesitan desmarcarse de la influencia castellana.
A principios del 1.400, la corte portuguesa en Lisboa, es un imán para todos los científicos y gentes de ciencia europeos en todas las materias, el rey es uno de los mayores mecenas del momento, podemos decir que es la primera en inaugurar lo que después se va a llamar El Renacimiento.
Toda la familia real está involucrada en el gran proyecto, están convencidos que es la única forma de expansión y todo este esfuerzo centra todos sus recursos. Para ello, le encarga el proyecto a su hijo, el príncipe Enrique, que va ser conocido como “el Navegante, el patrocinador de la navegación y la exploración, principal impulsor y arquitecto de la ruta, construyó un observatorio y creó la primera escuela para navegantes de Europa”.
A lo largo de los siguientes 15 años se va a preparar lo que posiblemente sea el pistoletazo de salida de la gran conquista imperial y colonial por parte de Europa y la civilización occidental del resto del mundo. Para estos ambiciosos planes, necesitan un punto para el inicio de su expansión. El punto estratégico elegido por el Rey es Ceuta, no hay mejor ubicación.
Su situación estratégica es la llave del estrecho frente a Gibraltar, con el Mediterráneo y la costa atlántica, su control es vital para asegurar por un lado la costa atlántica a través de la cual se vertebrará la ruta, y de paso una contención de la piratería berberisca, que desde la gran republica de Orán y posteriormente de Tetuán, los asaltos son de mayor calado y llegan muchas veces a cruzar el estrecho.
En esa época, Ceuta se hallaba bajo la administración del Imperio Meriní, Esta dinastía de sultanes, de origen Bereber, expandieron su control en todo Marruecos, a costa de los últimos estertores del Imperio Almohade, a los que combatió y finalmente derrotó, estableciendo su capital en Fez. A diferencia de sus predecesores, los Merinies no tenían un proyecto político definido, lo que les acarreó, una continua crisis de identidad. Su principal proyecto fue el de controlar las rutas comerciales de la región y sobre todo del estrecho, por lo que tuvo bajo su control durante mucho tiempo varias ciudades de la costa peninsular. A partir de la segunda mitad del siglo XIV, entra en decadencia. Varias tribus árabes fuera del control del gobierno extendieron la anarquía por Marruecos, acelerando la decadencia del imperio, que terminó fracturándose en varios reinos minúsculos y ciudades-estado, entre ellas, la de Tetuán, Salé y Kenitra.
Los Merinies fueron sin duda, en un principio, el gran enemigo estratégico del Imperio Portugués, aunque en realidad, su desaparición, a la larga, fue muy perjudicial para ellos, ya que originó que gran parte del territorio marroquí quedara sumido en la
anarquía, lo que dio pie a que las repúblicas piratas camparan a sus anchas.
Después de años de preparación en absoluto secreto. El 21 de agosto de 1415, El rey Juan, junto a su hijo, el Príncipe Enrique, al mando de una poderosa flota, en combinación con su almirante Pedro de Meneses, inicia el plan de ataque. En una estrategia conjunta y orquestando un ardid, que previamente había sido planeado en el consejo de guerra que se celebró en Punta Carnero (España). Como parte de dicho plan, un grupo pequeño de barcos, debidamente camuflados como mercantes, se había separado de la flota mientras se dirigía a Algeciras, cambiaron de rumbo y se dirigieron hacia Ceuta. Habían ocultado a sus hombres en cestas de mercancía.
Como en esas fechas seguía vigente un acuerdo comercial, que permitía el uso del puerto para fines comerciales; toman por sorpresa el puerto ceutí, dejando libre el paso para la llegada del grueso de la flota compuesta de 45.000 hombres en 242 buques, que aguardaba en Algeciras. En tres días, con la guarnición de Ceuta tomada por sorpresa, conquistan la plaza por completo a sangre y fuego. El ataque, que se inició en la mañana de aquel día de agosto de 1415 terminó con la vida de más de 8000 ceutíes.
El príncipe Enrique se distinguió en la batalla, siendo herido durante la conquista de la ciudad. Así, uno de los principales centros de comercio del norte del mundo islámico pasó a dominio de Portugal. Esta conquista en África fue parte de la primera fase de la gran expansión europea que llegaría a todos los continentes del planeta.
A partir de ahí, los supervivientes entre los ceutíes, la población autóctona, son una parte esclavizados y la otra deportados. Se inicia así, la transformación de Ceuta, de una ciudad cosmopolita, poseedora de un puerto mercantil de nivel, en baluarte
fortificado inexpugnable, al más puro estilo portugués. Más tarde y por razones políticas entre España y Portugal, Ceuta pasó a manos Españolas. Desde entonces, este carácter militar y cabeza de puente europeo y occidental en tierras africanas, va a
perdurar hasta nuestros días.
La corona portuguesa había puesto grandes esperanzas en esta empresa y no dudó en abastecer convenientemente la presa recién adquirida. Movilizó gran cantidad de recursos, tanto humanos, técnicos, financieros y militares. Primero se dispuso la reconstrucción integral de las defensas, con las últimas innovaciones técnicas en la construcción de baluartes, con unos diseños totalmente diferentes a los que había hasta entonces, que permitirían una defensa mucho más eficaz respecto a la artillería, envolviendo de este modo la ínsula interior que compone Ceuta, blindándola del resto.
La ciudad al completo quedó vacía de población musulmana exceptuando a los miles que habían quedado, como mano de obra esclava, que fueron utilizados para las labores de construcción.
Una vez culminado el blindaje, en 1432 comenzó la lenta y gradual ocupación, bajo la fórmula de concesiones de tierras en señorío a todo individuo que se comprometiera a poblar y colonizar sus posesiones, todo ello bajo la tutela y soberanía real de la corona
portuguesa.
La pérdida de Ceuta, hundió aún más a los Merinies, y para 1.513, Portugal controlaba todos los puertos importantes de la costa Atlántica de Marruecos. Después de 1420, los sultanes Merinies quedaron bajo el control de los Wattasíes, que como visires ejercían el poder real en el imperio. Éstos finalmente derrocaron a la dinastía Meriní en 1465.
Una parte del ejército Portugués desembarcado, se queda de forma permanente e inicia toda una campaña militar, con el fin de limpiar una amplia franja de territorio a su alrededor. Los Merinies sumidos en una profunda crisis económica y de liderazgo abandonan a su suerte todo el norte y se atrincheran en Fez, su capital. Esta anarquía es aprovechada por las huestes portuguesas, de forma que la vecina ciudad de Tetuán, a unos 40 Km de Ceuta queda arrasada y deshabitada en 1.437.
Y de igual forma, en todo el trapecio norte marroquí, circunscribiéndose con el control de las plazas de Ceuta, Alkazarseguer, Tánger y Arcila, todas en manos portuguesas, en una política de tierra quemada.