El reciente voto del diputado por Ceuta del Partido Popular, Javier Celaya Brey, en contra de la reforma de la Ley de Extranjería en el Congreso ha desatado una tormenta de críticas. Esta reforma, propuesta por el Gobierno central y apoyada por varios sectores, buscaba distribuir de manera equitativa a los menores no acompañados entre las comunidades autónomas, una medida considerada crucial para aliviar la presión en zonas como Canarias, que enfrenta una situación insostenible con sus centros de acogida al 150% de su capacidad.
Lo más chocante es que este voto va en contra de lo defendido a nivel local por el propio Partido Popular en Ceuta. El presidente de la Ciudad de Ceuta, también del PP, había expresado su apoyo a esta medida, consciente de la urgente necesidad de encontrar soluciones para la gestión de los menores no acompañados que llegan a territorio español. Este desacuerdo pone en evidencia una clara desconexión entre los intereses locales y las decisiones tomadas a nivel nacional dentro del mismo partido.
Este acto de Celaya Brey plantea una pregunta crucial: ¿qué prima más para los parlamentarios ceutíes a la hora de votar, la estrategia de su partido o los intereses de Ceuta? El diputado ceutí ha demostrado con su voto que su lealtad está más alineada con la política nacional del PP, que ha decidido no apoyar la reforma a pesar de las presiones y la evidente necesidad de gestionar mejor la llegada de menores no acompañados.
La incoherencia entre las acciones del PP a nivel nacional y las necesidades locales es inaceptable. Los ceutíes eligen a sus representantes para que defiendan sus intereses, y en este caso, Celaya Brey ha fallado estrepitosamente en cumplir con esa responsabilidad. Esta falta de coherencia y compromiso no solo socava la confianza pública en los representantes políticos, sino que también deja a Ceuta en una situación vulnerable y sin el apoyo necesario para enfrentar el desafío de los menores no acompañados.
Es urgente que el presidente del Partido Popular en Ceuta dé explicaciones claras sobre este desajuste. Los ciudadanos tienen derecho a saber a quién sirven realmente sus diputados y senadores. No es admisible que un parlamentario elegido para defender los intereses de Ceuta actúe en contra de ellos sin que haya consecuencias ni rendición de cuentas.
El voto de Javier Celaya Brey en el Congreso es un recordatorio doloroso de las prioridades distorsionadas que a menudo dominan la política. En lugar de trabajar para encontrar soluciones prácticas y humanas a un problema grave, el diputado ha optado por seguir una línea partidista que no beneficia a su comunidad. Este tipo de comportamiento no solo es una traición a los votantes, sino que también muestra una alarmante falta de empatía y visión por parte de quienes deberían estar trabajando para mejorar la vida de los ciudadanos.
La comunidad ceutí merece representantes que pongan sus necesidades y bienestar por encima de las maniobras políticas nacionales. Es momento de que los diputados y senadores ceutíes recuerden para quién trabajan y actúen en consecuencia. La situación de los menores no acompañados no puede ser un peón en los juegos de poder, y cualquier político que no lo entienda claramente no merece el puesto que ocupa.
En conclusión, la actitud de Javier Celaya Brey y su voto en contra de la reforma de la Ley de Extranjería representan una grave desconexión con las necesidades de Ceuta y una falta de compromiso con los ciudadanos que lo eligieron. Es fundamental que los parlamentarios ceutíes se alineen con los intereses de su comunidad y dejen de lado las estrategias partidistas que no aportan soluciones reales a problemas urgentes.