El último seminario del grupo SEXVIOL señala que el trabajo pericial debe situar a la víctima de agresión sexual en el centro y reconocerla como dueña del proceso
Por Cecilia Barba Arteaga
Este martes se celebraba el segundo de los seis seminarios del ciclo del grupo SEXVIOL, acogidos por la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Esta serie de seminarios, que tendrán lugar a lo largo de este año, tratan sobre las «Violencias sexuales. Una mirada panorámica desde las investigaciones empíricas». El segundo y último encuentro celebrado se ha centrado en la valoración pericial de las personas que sufren violencia sexual. La ponencia ha contado con los forenses Jorge González Fernández, del Instituto de Medicina Legal de La Rioja, Mar Pastor Bravo del Instituto de Medicina Legal de Alicante y Marta Simón de la UVFI de Álava. En las distintas intervenciones se ha hablado sobre la valoración pericial, el papel de las/os forenses y los avances en los protocolos de actuaciones periciales en materia de violencia sexual, más concretamente el nuevo protocolo elaborado por el Consejo Médico Forense.
El Grupo SEXVIOL es un grupo de docentes e investigadoras de cuatro universidades públicas españolas (UCM, UC3M, U. de Valencia y U. de Jaén). Este grupo de trabajo nace en 2016 a raíz del caso de la Manada y ante la necesidad de que “las violencias sexuales se convirtieran en sujeto de estudio para las universidades” explicaba Esther del Campo, profesora de la UCM, en el primer seminario que se realizó. Además del ciclo de seminarios que se encuentran organizando ahora, el Grupo de Trabajo SEXVIOL ha publicado recientemente su primer informe: «Desmontando mitos a acerca de la Agresión Sexual. Un estudio de caso sobre la Audiencia Provincial de Madrid». Tal y como explican en él, se trata de un “primer impulso para descubrir la preocupante gravedad de las violencias sexuales y promover investigaciones empíricas de carácter interdisciplinar que puedan contribuir al diseño de políticas publicas orientadas a la sensibilización, prevención, investigación, intervención y reparación de esta forma de delincuencia”.
Parte visible de este compromiso del grupo SEXVIOL, además del informe ya mencionado, es la serie de ponencias que están celebrando. La última se ha centrado en el trabajo forense y en el papel de esta materia de violencia sexual. Como ha señalado el Doctor González Fernández, el gran avance de la medicina forense es centrarse en la víctima, no solo como objeto de prueba sino como persona. Esto significa que el trabajo pericial debe situar a la víctima de agresión sexual en el centro y reconocerla como dueña del proceso: respetar el impacto de la agresión y los tiempos que necesita la persona, informarla de todo el proceso que va a hacer frente, tanto en el momento de la exploración como la posterior a esta, el consentimiento formado y la posible revocación de dicho consentimiento si así lo pide la víctima, etc. Además, es necesaria una homogeneización del proceso en todo el territorio español.
Todas estas recomendaciones para el trabajo del forense, junto a muchas otras expuestas en la ponencia, aparecen en el “Nuevo protocolo de actuación medico-forense ante la violencia sexual en institutos de Medicina Legal y Ciencias Forenses”. Este documento establece “pautas de actuación pericial que ayuden a los profesionales de la medicina forense a intervenir de la mejor manera posible ante una persona que ha sido objeto de violencia sexual reciente”. Entre los beneficios de este protocolo, aseguraba González Fernández, estaría la reducción de la revictimización de la persona agredida y la rapidez del proceso pericial, que ayudaría a su vez a la identificación del agresor. Con la intención de no victimizar, el forense hablaba del acto único entre el cuerpo forense y clínico, en el que las exploraciones necesarias para la toma de muestra se concentraran en una sola intervención, evitando la realización de nuevas exploraciones y por tanto reducir la victimización.
En la reducción de la victimización también se ha centrado parte de la ponencia de la doctora Mar Pastor Bravo, que ha hablado de la atención humana y de la capacidad de los profesionales a empatizar con la víctima de violencia sexual, la cual considera no tiene que ver con una inversión financiera sino personal. Añadía la idea de el uso en algunos procesos judiciales de la preconstituida no solo en víctimas menores de edad sino también en adultos. Esto sería, ante la queda común de que los procesos judiciales se dilatan mucho en el tiempo, el uso de declaraciones grabadas para evitar que la víctima tenga que volver a relatar su agresión en varios momentos del proceso, suponiendo esto un daño añadido y una dificultad más en la reparación del daño. Terminaba su ponencia asegurando que necesitamos “una justicia que se base en la no victimización”.
La ponencia de la forense Marta Simón Gil se ha centrado en el daño social y en la necesidad de este de aparecer en el informe pericial. La trabajadora social forense comentaba que las demandas de las mujeres y niñas víctimas de violencia sexual no tienen que ver con las demandas que las/os jueces piden al peritaje, es por ello que su tarea es también generar una intersección entre estas dos demandas. El daño social, termino que la Doctora Simón Gil acuña, es el impacto o efecto en las relaciones familiares y/o sociales como consecuencia de un evento anterior. La vulnerabilidad social, término que también propone en la mesa, debe tenerse en cuenta a la hora de elaborar el peritaje, pues el abuso sexual o la violencia de género pueden provocar o acentuar las situaciones de vulnerabilidad social.