Resulta curioso observar cómo se parece el mundo del cine y del espectáculo, al mundo de la política. En este último, el pueblo es, en todo momento, el actor secundario de esta gran obra llamada sociedad. Nos corresponde pues interpretar todos los días un papel: trabajando, desplazándonos, consumiendo y utilizando todo tipo de bienes y servicios, mientras que existe una minoría de protagonistas, estos son los que se llevan el mérito y la fama, si la obra, en cuestión, tiene éxito. ¡Exactamente a sí!, “si la obra en cuestión tiene éxito”, sólo que, a diferencia del cine, el éxito en una sociedad libre y democrática llega cuando lo obtienen los actores secundarios, es decir el pueblo y llega necesariamente como fruto de una eficaz gestión política; a esto se le llama “éxito social”.
Este planteamiento nos lleva a hacernos la siguiente pregunta: si a pesar de la pandemia, de las consecuencias que venimos arrastrando de la crisis económica anterior, más los efectos de la terrible guerra que está sufriendo el pueblo ucraniano y que el mundo entero está padeciendo, ¿tienen margen los políticos, protagonistas de esta obra que estamos viviendo para que tengan éxito en sus respectivos papeles?
Los carburantes, la electricidad y el gas son muy importantes para el desarrollo de un país y para el normal desenvolvimiento de nuestras rutinarias vidas, los consumimos todo el mundo. Bienes y servicios, en definitiva, que facilitan la vida a los ciudadanos y hacen prosperar a un país de formas muy distintas. El problema es cuando estos elementos, tan cercanos y tan necesarios, se convierten, para el ciudadano medio, en auténticos artículos de lujo como está ocurriendo ahora.
Siendo así, ¡adiós al éxito social! Adiós al éxito de esos artistas protagonistas que encabezan el reparto de esta historia, película, obra o lo que sea. Si se persiste en seguir poniendo el cazo para recaudar más dinero de los impuestos mirando para otro lado por encima de todo… Si se espera demasiado tiempo para tomar las decisiones necesarias para bajar los impuestos que, de manera abusiva, se están aplicando y que están empobreciendo aún más a la escasa clase media que queda en este país, se empeoran más las cosas.
Los mercados también tienen responsabilidad, no olvidemos que son gestores de materias primas y de servicios por lo que les toca cumplir un papel corresponsable con las administraciones y dejar a un lado prácticas y estrategias comerciales especulativas, o habrá que corregirlos. La telefonía móvil y sus refinadas estrategias comerciales y las empresas de energía eléctricas, entre otros, con sus consentidos cálculos codiciosos, hacen su agosto multiplicando beneficios mientras el pueblo pasivo, consiente.