Por Yaiza Majarín
Uno de cada tres jóvenes considera aceptable controlar los horarios de la pareja, impedir a la pareja que vea a su familia o amistades y decirle las cosas que puede o no puede hacer. La violencia machista se ha adaptado a las nuevas tecnologías. Además de las agresiones tipificadas desde hace años, las especialistas alertan de un aumento de actitudes machistas a través de las redes sociales. Estas acciones pueden parecer inofensivas o incluso una “broma”, pero el control comienza aquí. La normalización de pedir a tu pareja que quite una foto es igual de agresivo que decirle que no se ponga esa falda.
La adolescencia vive inmersa en una espiral de redes sociales 24 horas. Es una forma de estar conectados en todo momento. Nutrirse de información, conocer a gente de todos sitios. Pero a través del móvil, el vigilar a tu pareja es más fácil, cómodo e incluso algo que puede pasar desapercibido.
Contacto con las redes
Actualmente las parejas adolescentes son nativas digitales, es decir, pertenecen a una generación que ha nacido y crecido con la tecnología y se encuentra habituada a ella. El acceso a internet cada vez es más precoz y tener un móvil con 9 años se hace habitual. Hace semanas se publicaba el Informe (Des)información sexual: pornografía y adolescencia realizado por Save the Children, donde conocíamos que la primera toma de contacto de los niños con el sexo es a través de la pornografía.
El tener un dispositivo móvil crea intimidad, un chico o una chica de 12 años con teléfono es una persona con un acceso amplísimo a información de todo tipo. Esto, unido a ejemplos de normalización y escasa educación con perspectiva de género, crea un caldo de cultivo para la violencia machista.
Tenemos que recordar que internet y el teléfono móvil son las herramientas o las vías para ejercer la violencia digital pero no la provocan. Un chico controlador y acosador va a seguir siéndolo con o sin móvil, solo que estos mecanismos facilitan sus agresiones.
Agresiones sexistas camufladas
La violencia de género digital se produce cuando en una pareja, el chico vigila, espía y controla a través de las redes a su novia. La práctica más habitual es el cibercontrol. Consiste en conocer dónde está y con quién está su pareja, la ropa y el maquillaje que lleva, preguntar por sus amistades y saber si tiene nuevos seguidores. Pedir fotografías para comprobar lo que dice y, si no son contestados sus mensajes al momento, enfadarse.
Los controladores muestran posesión y celos, inspeccionan para saber si su pareja está en línea o cuando fue la última vez que se conectó. También piden eliminar fotos de las redes o exigen explicaciones de por qué ha subido esa foto o ha hecho “X” comentario. Intervienen en los espacios de ocio y se involucran de forma permanente en la vida de su novia. No dan espacio a la intimidad y van aislando a su pareja de forma progresiva.
Las agresiones machistas son justificadas como una muestra de amor, cariño y protección. La juventud tiende a normalizar estas actitudes, uno de cada tres jóvenes considera «inevitable» o «aceptable» controlar los horarios de la pareja, impedir a la pareja que vea a su familia o amistades o decirle las cosas que puede o no puede hacer, según datos de la Delegación del Gobierno de España para la Violencia de Género.
Contextualización del maltrato psicológico de control
La violencia de género digital es relativamente nueva por lo que no hay investigaciones que ayuden a conocer el alcance real de este tipo de agresión machista. Es una violencia emergente y todavía muy desconocida por gran parte de la sociedad.
Según la Delegación del Gobierno de España contra la Violencia de Género en 2019, más del 25% de las chicas de nuestro país reconocen haber sufrido algún tipo de control o violencia a través del móvil. La misma institución publicó la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2019 donde afirma que el 80% de las mujeres han manifestado haber sufrido stalking y el 21.3% dicen que el agresor era su pareja o su expareja masculina. Dentro del apartado del cibercontrol, el 30.2% de las chicas de 16 a 24 años señalan que su pareja se enfada si habla con otro hombre o mujer y el 29.3% afirma que su novio insiste o ha insistido en saber dónde está en cada momento. Otro dato que ensombrece es que el 9.6% de las chicas dicen haber sufrido violencia de control, sin otras violencias por su pareja actual y el 14% por sus parejas pasadas.
El Gobierno recientemente publicó un estudio sobre Menores y violencia de género entre chicos y chicas de 14 a 18 años. Hay varios datos que apuntan a poner mayor foco en la violencia de género digital. Casi el 17% de las chicas de la muestra ha sufrido un control abusivo y han sido aisladas de sus amistades. El 16% indica que ha sido controlada hasta el más mínimo detalle y el 14% que fue vigilada a través del móvil.
La asociación Stop Violencia de Género Digital desarrolló un estudio en 2018 cuyos resultados dejan números como que casi el 33% de las personas han espiado alguna vez a sus parejas en las redes sociales y el 42.55% indica que ha dado sus contraseñas a su pareja. Ese mismo año, datos del Ministerio de Sanidad estimaban que el porcentaje de jóvenes de 16 a 19 años que había sufrido violencia de control por parte de sus parejas había ascendido a un 25% con respecto al año anterior.
El INE en 2015 apuntaba que el mayor crecimiento de casos de violencia de género se había dado entre menos de 18 años y que una de cada cuatro mujeres jóvenes de 16 a 19 años había sufrido violencia psicológica de control. Ese año conocíamos mediante la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género a través del informe Percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud que el 37% estaba de acuerdo con la afirmación “si las mujeres sufren maltrato es por lo consienten”.
Perspectiva de género
Una educación con perspectiva de género es necesaria para poder erradicar y poner freno a los avances de las agresiones sexistas. Estadísticas reflejan que algunos jóvenes piensan que si una mujer sufre maltrato es porque lo consiente o que aquellas que sufren agresiones es porque tienen un nivel educativo bajo. Son mitos que siguen estando anclados en la sociedad.
En algunos informes intentan buscar una relación a la violencia de género con las drogas, el alcohol o con problemas mentales y una proporción de adolescentes culpan a estas sustancias o a enfermedades de las agresiones. La responsabilidad, para alguna parte de la población sigue cayendo fuera del agresor.
Todo este marco contextualizado plasma que la raíz del problema no está siendo tratada. Un dato importante es que los y las adolescentes construyen sus ideas acerca de la violencia de género principalmente en internet y como segunda fuente la televisión. Internet es un abanico de informaciones sin filtro que, sin educación, ni guía feminista, puede contribuir a mantener roles, actitudes y estereotipos sexistas. En cuanto a la televisión, muchas series o películas siguen perpetrando y normalizando cualidades negativas. Los ejemplos a seguir de muchos adolescentes como algún que otro influencer o deportista, mandan mensajes cargados de violencia contra las mujeres.
Así mismo, los estudios que se realizan para profundizar en la violencia a través de las redes sociales solo abarcan las conductas de control, pero se olvidan de otras agresiones como la humillación, el esparcir rumores sobre tu ex o pareja o publicar fotos sin el consentimiento de la otra persona. De momento no hay instrumentos de medición para el acoso en las TIC lo que hace que tampoco haya pautas para frenarlo.
Todavía no hay muchas guías educativas que profundicen sobre el acoso online entre parejas o adolescentes. En los talleres y charlas, la violencia de género digital no es de los temas más comentados, se centran más en el acoso anónimo y en la privacidad, obviando que muchas veces el agresor es la pareja.
Como actuar
Pantallas Amigas junto con el Gobierno de España han desarrollado la campaña “Diez formas de violencia de género digital” cuyo objetivo es concienciar y sensibilizar sobre este tipo de agresiones, además de luchar para erradicarla. También ofrece consultas tanto a padres y madres como a los y las adolescentes, talleres en centros educativos y da acceso a la denuncia online. Es de las pocas especializadas en contexto digital. El fundador y director de Pantallas Amigas, Jorge Flores Fernández, señala que es “muy complicado obtener datos, por lo que dificulta más la actuación”. La especialización en la violencia digital surgió en 2010 cuando al relacionar las redes sociales con el día 25 de noviembre vieron que había un riesgo emergente y decidieron actuar. Ahora con el confinamiento, Jorge menciona que es “obvio que han aumentado las denuncias, estamos más en casa y en redes”, sobre todo, apunta que la práctica más común es el cibersexo o también llamado sexting. Consiste en hacerse fotografías, vídeos o audios en una situación íntima y enviarlas a alguien. El problema es que ese alguien puede difundirlas en internet sin el consentimiento de la persona expuesta.