Ahora que se acercan las elecciones de mayo y obligados como estamos a hacer un balance de la gestión de D. Juan Jesús Vivas Lara, presidente-alcalde de Ceuta, se puede pensar que nuestro amable alcalde no ha estado acertado en ningún momento de su actividad durante los 22 largos años que va a permanecer en el cargo, por lo que, de entrada, le negamos un aprobado, deseándole una feliz despedida.
Durante el transcurrir de esta soporífera etapa no ha dudado en entenderse con la oposición -le hiciera falta o no- con tal de disfrutar de una vida más tranquila. Tal es así que a esta forma de gobernar la ciudad se le podría poner incluso un nombre y no cabe duda que el más apropiado sería el de la Yenka, un baile saltarín de los años 70 y 80 muy conocido por su principal estribillo: “Izquierda, izquierda, derecha, derecha, delante, detrás, un, dos, tres”, para volver al mismo lugar de partida. Así se resumen estos 22 años.
¡Nuestro querido alcalde nos salió bailarín! y ahí están las consecuencias; son hechos que se pueden constatar, no nos lo vamos a inventar. Necesitaremos mucho tiempo para analizar pormenorizadamente su ‘no’ gestión y sus negativas consecuencias, pero grosso modo, no son pocos los ejemplos atribuibles a nuestro mandatario más cercano pues es, sin ningún género de duda, el responsable de que en nuestra ciudad no se haya aprobado el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) o que los empleados del Ayuntamiento no tengan una Relación de Puestos de Trabajo (RPT) como el resto de ayuntamientos de España.
En materia de empleo, sin tener transferidas las competencias, sí que ha tenido manga ancha para dirigir a su antojo las políticas de empleo a través del Servicio Público de Empleo (SEPE) donde siempre se ha hecho lo que la ciudad proponía, estuviera quien estuviera gobernando en el país.
En otras materias productivas ha sido tal el abandono que cuesta trabajo identificarlas, aunque destaca el sector pesquero tradicional al que nunca se le quiso reconocer el valor estratégico que poseía. Éstos sólo son algunos ejemplos.
Y créanme, sin caer en el negacionismo gratuito y ni siquiera en el subjetivismo de opinión más simple, nuestro amable alcalde pasará a la historia, probablemente, por ser el que más tiempo permaneció, pero también por ser el que más pudo hacer y menos hizo.
Llegó la hora del cambio, ¡ánimo Juan!