En una jornada marcada por la tensión y la incertidumbre, el Barcelona logró cerrar una Liga para el recuerdo gracias a la brillante actuación de su joven estrella Lamine Yamal. A pesar de un partido irregular y dominado en buena parte por el Espanyol, el delantero azulgrana apareció en los momentos decisivos con un golazo y una asistencia para certificar el triunfo por 0-2, que le dio al Barça el título de la temporada.
El encuentro en Montjuïc fue extraño y complicado para los de Hansi Flick, que sufrieron ante un Espanyol intenso y muy activo, que durante gran parte del partido dominó los duelos individuales y obligó a los culés a cometer errores poco habituales. Sin embargo, la calidad de Yamal, que hasta ese momento había pasado desapercibido, emergió justo cuando más se necesitaba. Su gol de museo abrió el marcador y, pese a que fue agredido por Cabrera, quien fue expulsado por esa acción, el joven talento no se amedrentó y terminó asistiendo a Fermín para sentenciar el partido.
La expulsión de Cabrera dejó al Espanyol con diez jugadores, pero no fue suficiente para que el Barcelona dominara con claridad, ya que los locales siguieron presionando con fuerza hasta el pitido final. El partido terminó con los jugadores del Barcelona refugiándose en el vestuario, tras los empujones de los futbolistas del Espanyol y el agua de los aspersores que fueron usados en el césped en medio de la tensión postpartido.
Flick, que tuvo que lidiar con varias bajas importantes —entre ellas Ferran Torres, operado de apendicitis, e Iñigo Martínez sancionado—, logró llevar a un grupo de 28 jugadores a la conquista del título número 28 en la historia del club. El partido quedará marcado por la polémica y la emoción, pero sobre todo por la brillantez de un Lamine Yamal que, con apenas destellos, demostró ser un talento superlativo que decidió la Liga para el Barcelona.
