Una imagen muy repetida a diario a pie de frontera es la huida de personas refugiadas, en su mayoría mujeres y niños, con sus mascotas. Coballas, hamsters, gatos, perros y hasta caracoles viajan con sus dueñas buscando un lugar seguro
La invasión rusa en Ucrania ha dejado estampas terroríficas que se mantendrán durante generaciones en la memoria colectiva, pero también ha dejado otras llenas de esperanza, como el recibimiento solidario de las personas refugiadas o la huida de miles de personas acompañadas de sus mascotas. Da igual si son grandes, pequeñas, si van en jaula, caminando o reptando, o si son una o varias, quienes huyen del horror tienen claro que no piensan dejar atrás a ningún miembro de la familia.
En el paso fronterizo de Medyka hay una carpa con veterinarios que atiende a las mascotas recién llegadas, pero también las decenas de voluntarias entregan alimentos para animales, así como correas, collares o cualquier complemento que necesiten quienes han salido de su país tras la explosión del conflicto armado. Unos recursos que no solo se ven en el paso más transitado entre Ucrania y Polonia, si no que también están en la estación de tren de Przemyśl, donde llegan trenes desde Ucrania, concretamente desde Kyiv (Kiev), Odesa y Lviv, o en los centros de refugiadas creados en los centros comerciales de Medyka o de Korzkowa.
Hoy, contamos algunas de sus historias: