Elaborado por: María Núñez Gómez, secretaria de Juventud de CCOO de Ceuta y estudiante de Educación Social para la Tribuna Violeta ‘Maite Alascio’ de CCOO Ceuta
¿Cuán difícil puede ser enfrentarte a una doble discriminación al ser mujer lesbiana o mujer trans? Esa es la pregunta que todas nos hacemos cuando decidimos vivir nuestra sexualidad sin miedo, sin tapujos, sin tabúes… Y es que, por mucho que se empeñen en intentar convencernos de lo contrario, ser mujer nunca fue fácil.
La lucha de las mujeres es una realidad que llegó para cambiar de manera drástica la estructura machista que se asentó en nuestra sociedad. También supuso el comienzo de una liberación, donde todas nos enfrentamos a nuestros miedos dentro de un sistema que continuamente nos invalida, discrimina y sexualiza, independientemente de nuestra raza o edad. Un día decidimos levantarnos a reivindicar nuestros derechos; desde ese momento comenzamos a ser y sentir. Nos enfrentamos a todas esas personas que nos anularon, que nos maltrataron de manera física, psicológica o verbal, que nos llamaron enfermas o desviadas, que nos violaban como “método de rehabilitación” por nuestra sexualidad u expresión de género, que nos excluye por nuestra raza… Un sin fin de situaciones que se siguen produciendo a cada segundo y nuestro deber como sociedad es
erradicar este terrorismo de una vez por todas.
El 25 de noviembre es un homenaje, un recordatorio social de que las mujeres sufrimos violencia cada día de nuestras vidas, cada instante y en cada lugar, encontrando nuestro refugio en nosotras mismas y en la sororidad que llevamos por bandera. Las mujeres lesbianas, las mujeres trans y todo el abanico de diversidad sexual y de género no sólo pertenece al feminismo, es feminismo y así lo llevamos demostrando años. No concebimos una transición social justa e inclusiva sin tener en cuenta a todas aquellas mujeres que viven en una lucha constante por demostrar su valía.
Lo hicimos y lo haremos, por nosotras y por las que vendrán. Es la hora de lograr una dignificación plena de las mujeres trans, una socialización afectiva hacia todas ellas, un sistema que suponga un refugio para todas las mujeres vulnerables. No podemos dejar pasar la oportunidad de luchar por una inclusión laboral real y equitativa, resaltando la importancia de los espacios de trabajo libres de violencia y prejuicios.
Para ello, es necesario la implicación de todas las Administraciones, Poderes Públicos e Instituciones, así como un trabajo colectivo y global para facilitar una nueva realidad para todas las mujeres, especialmente para aquellas que pertenecen a una diversidad excluida por nuestra sociedad.