Me he preguntado si la campaña electoral ya ha comenzado y lo ha hecho de manera sibilina y fuera de plazo, de tal forma que no nos hemos dado cuenta de que ya está sobre nosotros por lo que no la hemos percibido aun de manera consciente. Tal es así que, ante esta sospecha, me he permitido indagar por si alguien más se hubiera percatado de lo mismo y… ¡no!, con lo que todo el mundo estaría recibiendo el mismo mensaje sin saber que, inconscientemente, está siendo utilizado.
Así funciona la publicidad subliminal; con imágenes, textos, videos, sonidos… y me imagino que habrá otras formas de llegar a nuestro subconsciente con la misma finalidad y eficacia; mensajes encubiertos que, con el debido tiempo, tratan de influir en nuestra toma de decisiones de forma totalmente anónima.
Expertos en marketing hablan de la cantidad de posibilidades que abre este tipo de publicidad, aunque en España está prohibida. La publicidad subliminal para que sea buena es casi indetectable, por lo que su prohibición me imagino que debe tener ‘varias fisuras’ en el ordenamiento jurídico que le permite ser utilizada sin que sea descubierta fácilmente. De esta manera, mensajes de todo tipo diseñados para causar un impacto en los ciudadanos van dirigidos al subconsciente y los recibimos en forma de bombardeo diario y de todas las formas posibles como palabras, colores, etc. logrando que asociemos lo recibido a un determinado propósito como, por ejemplo, una marca. Con una dimensión sorprendente.
Pues bien, ¿se han dado cuenta de que cada partido político tiene un color que lo identifica? También habrán percibido que la Navidad cuenta con un color predominante, el rojo. Mi teoría o elucubración, como quieran llamarla, está basada en la siguiente observación: siendo el rojo el color predomínate de la Navidad, ¿no es sospechoso que, desde la Plaza de la Constitución hasta la Plaza de África, pasando por el Ayuntamiento, es decir, toda la Gran Vía, tenga árboles cuya iluminación es exclusivamente azul-PP.
¿No les parece raro? Sin querer atribuirle al color azul, con todas las tonalidades que existen, un propietario… Tampoco quiero descargar sobre ese partido la autoría de una infracción dado que, en nuestro país, este tipo de publicidad está prohibida ¿pero, no creen ustedes que, al menos, es sospechoso este caso? Un amigo mío está seguro. Y es que todo es un dosel azul sobre nuestros ojos cuando paseamos, sobre las mentes de quienes disfrutan de ese recorrido; precisamente en el lugar donde próximamente hay que elegir a un nuevo alcalde. La cosa puede tener un mensaje subliminal ¿no creen?
Piensa mal y acertarás, así lo dice un viejo refrán que lleva entre nosotros muchísimo tiempo manteniendo su valor intacto y que siempre está de plena actualidad. Pensar a las puertas de unos comicios que alguien, sirviéndose de estrategias poco convencionales, que si bien no son determinantes pueden sumar e inclinar la balanza de forma definitiva, no es baladí, es algo para lo que los demás contrincantes políticos deben estar preparados.
A mí es que el color predominante de la navidad me gusta más, lo siento.