Al anuncio de Delegación del Gobierno de acabar con el actual modelo de los planes de empleo, yo, al menos, lo he puesto en cuarentena; eso sí, me ha cogido por sorpresa, no me lo esperaba ahora con unas elecciones a la vuelta de la esquina como quien dice y, después de lo sucedido en Andalucía, me resulta…
Me sorprende aún más cuando, por lo anunciado, hay una parte de estos planes de empleo que no se tocan, la que gestionará el Ayuntamiento. ¡Menudo regalo!, habrá pensado el viejo zorro: “Me devuelven mi baza favorita y en plena campaña”. Debe estar frotándose las manos.
Cualquier momento debería ser bueno para acabar con el actual modelo que lleva 20 años dando muestras de ineficacia y que sólo ha servido para lo que ha servido, es decir, para lograr rentabilidad política del Gobierno de la Ciudad por encima de todo. El 99% de las memorias que conforman los planes de empleo presentadas a la autoridad laboral estaban marcadas por un componente absolutamente necesario, según el Ayuntamiento, perfiles llamados a conseguir la necesaria “paz social”, aunque todo el mundo sabe que lo que en realidad se conseguía, en menor o mayor número, eran voluntades que, a la postre, se convertirían en diputados, llegado el momento.
Dichas memorias, en su gran mayoría, no se debieron aprobar nunca y menos cuando el objetivo era el ya sabido, además de producir un efecto perverso sobre el empleo y la economía de la propia ciudad. Por ejemplo: lo que al principio estaba visto como un agravio comparativo, cuando los trabajadores de los planes de empleo compartían tareas con un empleado público por la mitad del sueldo, a pesar de estar prohibido, se ha convertido, de un tiempo acá, en una auténtica pesadilla para ambas administraciones que tienen que pagar el sueldo de funcionario en aplicación del convenio de estos, según el EBEP, por respectivas sentencias; y, no es poco, se trata de millones de euros.
Por lo tanto, millones de euros costará a los contribuyentes una mala planificación, un mal diseño y una mala costumbre, la de hacer “lo que siempre se ha venido haciendo”. Delegación se aparta, tras ser condenada por las mismas razones que a la Ciudad. Ahora prefiere invertir los recursos, que se reserva, a escuelas-taller y talleres de empleo “donde se cobra menos y se aprende más”.
Al mismo tiempo, la Ciudad, el Ayuntamiento, se reserva el derecho de hacer lo que ha hecho durante dos décadas, con el necesario aval de siempre del SEPE, cómo no. Es una pena que el interés por gestionar los planes de empleo siga estando más del lado de la rentabilidad política que de la rentabilidad social, de ahí que su mala utilización les haya supuesto a ambas administraciones una penalización de millones de euros; un sobrecoste que pagaremos todos fruto de una planificación falaz que haría temblar la silla de cualquier responsable; entiéndase… en otro país.
El presidente Vivas ya ha manifestado positivo el cambio, la oferta ofrecida por Delegación le parece buena, cómo no. Mientras tanto, los jóvenes ceutíes siguen esperando un empleo que tenga su origen en ofertas públicas o empleos de calidad que ofrezca la empresa privada y que les garantice una vida digna. A ver…