Es agradable comprobar cómo una teoría, una propuesta en la que tú has creído siempre y que sostienes, cuando tienes ocasión te lanzas y la das a conocer. Eso sí, pasó sin pena ni gloria. Pero… después de mucho tiempo, sin esperármelo, llega la sorpresa y veo cómo hay más gente que piensan como yo y te dan la razón.
Antes y ahora hay que agudizar, un día sí y el otro también. Se cuestionaba la viabilidad del sistema de pensiones en nuestro país. Nuestros responsables políticos, obtusos en un gran porcentaje para los problemas de los demás, no dudaban en ponerse de lado a la más mínima ocasión y… siguen igual, no crean; cambian poco.
Digo esto porque tuve la ocasión de decirle al representante de un partido político histórico, en gira por todo el país durante una campaña electoral, que las máquinas, los robots, deberían pagar impuestos. Básicamente por la mano de obra que reemplaza o el empleo que destruye. Recuerdo que me respondió escuetamente diciendo: “¡Ah! eso… son cosas del futuro”. Pensó, seguramente, que el futuro quedaba demasiado lejos y que esas cosas son de otro mundo. Así zanjó mi propuesta.
Según el periódico ‘Expansión’, el hombre más rico de la tierra, el fundador de Microsoft, Bill Gates, ha manifestado recientemente que “los robots deberían pagar impuestos”. ¡Por fin hay alguien! Situar este debate sobre la mesa, en nuestros días, es absolutamente obligatorio, por mucha controversia que pueda generar. Es necesario y justo.
Por otra parte, un grupo de 400 científicos, académicos y otros expertos, entre ellos Stephen Hawking y Elon Musk (fundadores de PayPal y Tesla), según este mismo periódico, firmaron una carta en la que reclaman un desarrollo tecnológico “responsable” con un estudio sobre una propuesta de implantación de una renta universal -de algún tipo-; “esto podría contribuir a una transición menos dolorosa”, recoge dicho artículo.
Tengo que decir que la propuesta de “una renta universal -de algún tipo-” que recoge este grupo de 400 científicos académicos y otros expertos en su carta no me gusta nada y que el modelo sólo debería copiar al actual de un trabajador, eso sí, sin salario y proporcional al número de puestos de trabajadores que se sustituyen, además, manteniéndose durante el tiempo que dura la actividad productiva de la máquina o robots.
Llegar a un acuerdo sobre esta cuestión, la cual habría que negociar, es tan trascendente como la vida misma, es primordial para el futuro de las personas. Haber puesto sobre la mesa éste interesante debate y al nivel que se ha hecho ya es todo un logro.