Josep Borrell se prepara para cerrar su etapa como Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Con un legado marcado por desafíos geopolíticos y momentos clave en la defensa de los intereses europeos, su despedida abre una nueva página en la estrategia de seguridad del bloque comunitario.
El mandato de Josep Borrell como jefe de la diplomacia europea llega a su fin tras años de intensa actividad en el escenario internacional. Desde su nombramiento en 2019, Borrell ha liderado la respuesta de la Unión Europea a crisis como la guerra en Ucrania, las tensiones en Oriente Medio y los crecientes desafíos derivados de la rivalidad entre Estados Unidos y China.
En sus últimos días al frente de la política de seguridad europea, Borrell ha centrado sus esfuerzos en garantizar una transición ordenada y en consolidar los avances logrados bajo su gestión. Entre sus logros más destacados, se encuentra la implementación de la Brújula Estratégica, un ambicioso plan que busca reforzar la autonomía defensiva de la Unión, y el fortalecimiento de las relaciones con socios clave en el ámbito de la seguridad, como la OTAN.
Sin embargo, su gestión no ha estado exenta de críticas. Algunos sectores le reprochan una respuesta inicial tibia frente a la agresión rusa en Ucrania y la dificultad para cohesionar a los Estados miembros en ciertas decisiones clave. A pesar de ello, Borrell se despide con la convicción de haber trabajado en pos de una Europa más fuerte y unida en un mundo cada vez más complejo.
El futuro de la política de seguridad europea dependerá de cómo su sucesor/a gestione los retos que quedan por delante, como la modernización de las capacidades militares del bloque, la respuesta a las amenazas híbridas y cibernéticas, y el refuerzo del papel de la UE como actor global. Mientras tanto, Borrell deja su cargo con la certeza de haber contribuido a posicionar a Europa como un referente en la defensa de la paz y la seguridad internacional.