Lucía Prieto es enfermera. Trabaja desde 1996 en la Residencia de Mayores Nuestra Señora de África. Durante estos 25 años ha trabajado cuidando la salud de los residentes pero, desde hace un año, ese trabajo ha cambiado totalmente. Desde la llegada de la pandemia, su trabajo dio un giro inesperado, en el que ni los horarios ni el cansancio tenían cabida. Gracias a su trabajo y al de muchos profesionales de la Residencia, a día de hoy, no hay que lamentar ningún fallecimiento en este centro. La Ciudad ha querido reconocer su trabajo y el de muchas otras mujeres que trabajan en el ámbito sociosanitario, concediéndole el Premio María de Eza 2021, convirtiéndola en la mujer del año, un símbolo de la importancia del trabajo de muchas mujeres que durante esta crisis sanitaria han sido esenciales para que podamos salir adelante.
El Foro de Ceuta, este 8 de marzo, Día de la Mujer, ha querido hablar con Lucía y conocer un poco más sobre ella y la labor que ha realizado durante este año tan duro.
Buenos días Lucía, como no puede ser de otra manera, tras recibir el Premio María de Eza, a la mujer ceutí del año, queremos comenzar la entrevista preguntándote cómo te sientes tras obtener este reconocimiento.
He tenido distintas fases. Al principio no me lo esperaba, me costó hasta creérmelo. Luego pasas por la fase de no me lo merezco, ¿qué he hecho yo distinto de lo que ha hecho nadie? Ahora estoy en la fase de aceptación, de reconocimiento, de que es un premio merecido por tantísimas gente, tantísimas mujeres y hombres que han hecho lo mejor que podían su trabajo cuando ha hecho falta, que si me siento orgullosa y agradecida precisamente es por esto, porque es un reconocimiento al trabajo silencioso y diario de muchas personas, entre las que hay muchas mujeres y muchas enfermeras. Me siento orgullosa y siento la responsabilidad de ser la cara visible, intentare estar a la altura de lo que el reconocimiento lleva, que básicamente es seguir trabajando.
Durante la primera ola de la pandemia, la COVID-19 atacó muy fuertemente a las residencias de mayores de toda España. En las de Ceuta, en cambio, tuvimos cero casos. ¿Cómo se consiguió eso?
En enero, cuando la OMS aún no había reconocido la pandemia, seguimos muy de cerca lo que pasaba en China. Después, cuando empezamos a ver lo que estaba pasando en Italia, decidimos tratar la situación como de alerta epidemiólógica y nos pusimos a trabajar. De hecho las residencias solicitamos el cierre antes del estado de alarma, se cerraron en Ceuta 9 días antes de que se decretara el Estado de Alarma.
Nosotros la primera ola la aguantamos bien, sin positivos. Conseguimos que no entrara el coronavirus a la residencia. No fue sencillo, fue un esfuerzo inhumano de todos los trabajadores de las residencias y la Ciudad de Ceuta, que nos apoyó en todo.
La segunda ola fue la que tuvo mayor presión de contagios en Ceuta, ahí no era inevitable, pero sí muy difícil, que no tuviéramos algún positivo. La “ventaja” en nuestro caso es que no esperamos a que el virus diera la cara, intentamos anticiparnos al virus. Teníamos nuestros protocolos diseñados y cuando identificamos un trabajador positivo hicimos un cribado entre los residentes. Fuimos a buscar el virus y nos encontramos seis positivos. Fue un momento duro, pero los seis positivos pelearon contra el coronavirus con nuestra ayuda y sobrevivieron. Están bien, sin secuelas y con sistemas inmunitarios buenos. Tardaron más tiempo en superarlo que una persona joven pero están bien.
¿Cómo definirías este año en las Residencias?
Guerra. Ha sido guerra contra el virus.
Entiendo que hay mucha gente que habla de manera ingenua, optimista o benévola del coronavirus y lo que la pandemia significa. La libertad de expresión está ahí y cada uno puede decir lo que le parezca pero claro, si yo hoy dijera que la tierra es plana, la ciencia viene y me da un “zasca” en toda la cara. Lo mismo está pasando con el coronavirus. Basándonos en la evidencia y en la ciencia sabemos que estamos en una guerra epidemiológica.
Guerra que, además, vino de sorpresa y ha exigido una respuesta muy fuerte por parte de sanitarios y cuidadores, entre otros sectores. Sectores en los que además está muy presente la mujer. ¿Cuál ha sido el papel de la mujer en la pandemia?
Yo tengo que ser sincera. Soy persona, mujer y enfermera. Por lo tanto soy feminista, no puedo ser otra cosa. Pero el feminismo no entendido como corrientes extremas como las que estamos viendo ahora. ¿Por qué comento esto? Porque en una situación de guerra epidemiológica como la que estamos, hablar de género no tiene mucho sentido. El virus no entiende de hombres ni mujeres. El virus solo entiende de que si le haces concesiones baila contigo, no hay otra, te monta una fiesta y las fiestas del coronavirus se pagan muy caras.
Entonces, en este momento nos hemos olvidado que somos mujeres u hombres y hemos trabajado dando un paso adelante, haciendo lo mejor que hemos podido nuestro trabajo.
Cajeras de supermercados, gente en su casa cosiendo mascarillas, makers haciendo impresiones 3D… quien ha dado un paso adelante ha olvidado que es mujer o un hombre. Hemos debatido en grupos sin tener en cuenta si eres un hombre o una mujer.
Por otra parte, se que esto es una generalidad, pero las mujeres en la forma de gestionar una situación como esta, quizá somos distintas que los hombres, pero no lo digo por mejor o peores, sino refiriéndome a que en una situación de guerra hay que complementarse. Todo lo que la gente ha hecho en la medida de sus posibilidades, intentado hacerlo lo mejor posible, ha sido en suma lo que ha conseguido que, en este caso concreto, nosotros salgamos sin ninguna víctima en ninguna residencia.
Es cierto que mientras estás en primera línea no piensas en estas cosas, solo piensas en seguir trabajando y acabar con el virus. Socialmente, en cambio, sí que se ha comprobado la importancia de muchos trabajos que son esenciales y, a lo mejor, históricamente, no se reconocían los suficiente. Igual ha pasado con el papel de la mujer.
Eso ha sido cierto. Lo que ocurre es que en el gremio sociosanitario, aunque mayoritariamente es femenino, como ocurre en todo lo sanitario, también trabajan hombres y yo no voy a pecar de lo que pecan los machistas, que es generalizar. También quiero que se le reconozca el espacio a esos hombres que trabajan codo a codo contigo y hacen las funciones igual que tu.
Mi jefe y compañero es un hombre. Te puedo garantizar que no ha habido ninguna diferencia cuando hemos estado trabajando entre hombre y mujer. Yo tengo mi familia, él la suya. Hombres y mujeres hemos tenido que contar con el apoyo de todos y con la generosidad de las familias.
Entiendo que es un momento de reconocimiento de los trabajadores y trabajadoras no visibles, que trabajan todos los días y no tienen momento de este tipo de reconocimientos pero de verdad, que entiendo que es el momento de dejar de hablar de género y hablar de personas que han dado un paso adelante que, aunque sean mayoritariamente mujeres, hay hombres que también lo han dado… No me siento cómoda entonces en la piel de hablar exclusivamente de mujeres.
Se que esto va a considerarse incluso antifeminista y va a ser totalmente criticado pero no me he educado en un mundo feminista donde hay rivalidad, sino en un mundo donde el empoderamiento se entiende de otra manera, como trabajar codo a codo cada uno aportando lo mejor que puede.
Mencionas a la familias. Imagino que siendo sanitaria, durante la pandemia, el compaginar la vida familiar y laboral ha sido difícil.
Ha sido terrible, muy difícil. Yo siempre he comentado que el coronavirus nos ha cambiado la vida a todos, todo el mundo lo ha sufrido, pero al personal sanitario y sociosanitario quizá nos ha cambiado un poco más, porque también nos ha puesto del revés el entorno laboral y si normalmente es difícil conciliar la vida familiar y laboral, ahora ha sido imposible. La única manera que ha habido de poder conciliarlo, de alguna manera, ha sido por la generosidad de las familias.
Y sobre el reconocimiento al trabajo de los sanitarios, ¿se les valora? Hubo muchos aplausos en su momento, pero la realidad es que hoy día los sanitarios siguen necesitando y reclamando más recursos, porque no se han aumentado como deberían. ¿Cómo ves este tema?
Tampoco podemos generalizar, porque en Ceuta se vive de una manera, en Melilla de otra, en Madrid de otra… Lo que sí te diría es que está bien que te aplaudan por hacer tu trabajo, pero a veces los gestos, además del aplauso, deberían ser más de compromiso civil. Escuchar a la gente que te está intentando proteger y que está intentando hacer las cosas bien. Lo único que muchas veces pedimos es que nos lo pongan un poco más fácil.
Cuando por ejemplo, cualquier persona va por la calle y ve a alguien que no está cumpliendo las medidas que dificultan la transmisión del virus, tu lo vives de una manera y yo de otra. Yo me pongo mala, me enfermo, me frustro, me deprimo… y cuando hablo de mi digo cualquiera de los que vemos el virus de esta manera. Porque detrás de esa persona que no está poniéndoselo difícil al virus vemos muertes. Cada vez que tu le haces una concesión al virus, saltándote o relajándote en las medidas, le estas abriendo la puerta para que baile contigo y te monte una fiesta. Esas fiestas muchas veces se pagan con una entrada muy alta, que es la muerte o secuelas graves tras el coronavirus.
Durante la pandemia ha habido muchos trabajadores y trabajadoras que han sido héroes y heroínas. Lo han sido en 2020 y en 2021. Probablemente también en 2022. ¿Qué le dirías a la población para que en 2022 no tengan que ser de nuevo los héroes del país?
Yo estoy muy contenta con este reconocimiento pero siento mucho que el reconocimiento tenga que producirse en una situación de guerra como la que estamos viviendo. Por la guerra, no por el reconocimiento, preferiría que no hiciera falta hacer visible nuestro trabajo por una situación como esta.
Lo que le diría es que no le hagamos concesiones al coronavirus, no puedo explicarlo de otra manera. Las vacunas están en marcha, es una herramienta muy potente que nos va a ayudar a intentar controlar la pandemia pero si la gente no sigue con las medidas de prevención, de ponerle difícil la transmisión al virus, si la gente no usa la mascarilla, no restringe su vida social, aunque sea un sufrimiento para todos, si la gente no evita las reuniones y se lo pone fácil a virus, no se cuando va a terminar esta pandemia y es cierto que el personal sanitario estamos ya muy cansados. Llevamos un año trabajando como locos.
Por eso por favor, cada vez que veamos un dato bueno, hay que alegrarse pero no relajarse, hay que seguir apretando, porque en cuanto le hacemos concesiones al virus la situación da la vuelta en una semana.