Multitud de medios de comunicación, afines y discordantes con Unidas Podemos y/o con el Gobierno de coalición, destacaron en sus titulares las lágrimas de Irene Montero en el discurso que pronunció durante el acto institucional del 25N, sin que quedase espacio para hacer una referencia, aunque fuese mínima, al contenido de su intervención (que tocó cuestiones fundamentales como la aprobación de la ley «Solo sí es sí», la tramitación de la Ley de Protección Integral contra la Violencia, que pretende incluir «medidas tan centrales para la lucha contras las violencias machistas, como la prohibición del síndrome de alineación parental o las suspensión del régimen de visitas para los maltratadores en los casos de violencia, etc.)
En el día en el que se clama por la erradicación de las múltiples formas de violencia machista a las que se ven expuestas las mujeres por todo el globo, Irene Montero, Ministra de Igualdad, pronunció un discurso en el que expuso las líneas maestras del Ministerio en lo que queda de legislatura; destacó el significativo crecimiento del presupuesto destinado a Igualdad en 2021; y arrojó luz sobre múltiples violencias machistas que socialmente no están del todo reconocidas como tal -algunas relacionadas con la tecnología digital- y sobre las que, según expuso, se va a trabajar para que tengan consideración jurídica. Pese a ello, lo más importante para la mayoría de medios de comunicación, sobre todo los más seguidos, fue que se emocionó hasta el llanto en varias ocasiones.
Cierto es que tiene un gran impacto mediático que un/a representante público no pueda contener la emoción y rompa a llorar mientras pronuncia un discurso, noticias así han dado la vuelta al mundo en muchas ocasiones. Tampoco es mentira que, según el enfoque que se le dé al hecho de destacar la emoción de la ministra en un día como el 25N, la cosa cambia. Si no se cae en prejuicios relacionados con los estereotipos de género y se analiza como lo que es, una persona emocionada al hablar de una cuestión que, por el motivo que sea, le conmueve; no hay ningún problema. Y, en ningún caso, se puede descargar la responsabilidad absoluta en los medios de comunicación de que este sea un mundo en el que llorar en público sea algo sumamente inusual y más cuando se trata de de dirigentes políticos.
La intervención de Montero más allá de la subrayada emoción
Pero, volviendo al contexto, el 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, mas allá del llanto de Montero, había otras cuestiones en su intervención que, como mínimo y siendo generosas, tenían la misma importancia informativa. Montero habló de «garantizar la lucha contra todas las violencias machistas» y de que esa lucha «se garantice no solo en las leyes, sino también en cada política pública y en cada práctica institucional». «Llegamos con enormes proyectos aún por delante como la Ley Integral Contra la Trata, el Plan de Inserción Laboral y Social para mujeres en contextos de prostitución o la Estrategia Nacional contra las violencias machistas», advirtió
Se refirió a la tramitación, ya en marcha, de la «Ley Orgánica de Protección Integral contra la Violencia», que pretende incluir «medidas tan centrales para la lucha contras las violencias machistas, como la prohibición del síndrome de alineación parental o las suspensión del régimen de visitas para los maltratadores en los casos de violencia», pero lo que destacó todo el mundo es que lloró.
También deslizó lo cerca que está el Ministerio de «poder llevar a las Cortes Generales la ley ‘Solo sí es sí’«, que aspira a poner «en el centro el consentimiento«; garantizar «la misma red de protección para todas las mujeres víctimas de todas las formas de violencia machista, no solo aquellas que se dan en el ámbito de la pareja»; dejar «muy claro» que «no es abuso, sino violación«; e incluir medias para «perseguir la impunidad de la industria proxeneta». «Nunca un gobierno había llegado tan lejos en la lucha contra la explotación sexual» en nuestros país, según apuntó la ministra. Pero lo que más comentamos fue su emoción.
No toda la culpa es de los medios
Queremos insistir en una cosa: lo fácil es culpar a los medios de comunicación. Razonar que si los titulares no reflejasen las lágrimas de Montero, la ciudadanía que consume la información le daría mayor importancia a otras cuestiones. El problema es que el medio que se atreva a no poner en el titular alguna de estas palabras: «emocionada«, «lágrimas«, «llora«, sabe que está condenado a ser el que va a tener menos alcance con la noticia. Por eso, medios que están abiertamente en contra de Montero y de su partido y otros medios que les son más afines, destacaron exactamente lo mismo en sus titulares, una rareza pocas veces vista. De hecho, hasta las personas que gestionan las redes sociales del Unidas Podemos, escogieron un fotograma en el que el gesto en la cara de Montero está compungido para la imagen de la miniatura del vídeo que la formación subió a su canal oficial de YouTube. Vídeo que lleva por título «Las EMOCIONANTES (la palabra aparece así, en mayúsculas) palabras de Irene Montero el 25N, Día contra las violencias machistas».
Y es que, si la audiencia es honesta, reconocerá que sus pulgares se beben los vientos por titulares como estos: «Montero, emocionada, derrama lágrimas por las víctimas del machismo», «Irene Montero rompe a llorar en un acto institucional sobre la violencia de género» -este último es real y pertenece a un medio con bastante audiencia-; mucho más de lo que harían por otros titulares del estilo: «Montero pone en el punto de mira a la trata de personas y a la industria proxeneta«; «Igualdad trabajará para dar protección jurídica y asistencial a las víctimas de las violencias machistas»; «Montero celebra este 25N que gestionará el mayor presupuesto de la historia destinado a Igualdad«. Por ello, pese a que había una amplia variedad de frases destacadas y de contenido que puede tener impacto a nivel comunicativo, la elección de la mayoría fue la misma: la que garantiza los clics.
Entonces ¿el público tiene la culpa?
Si no se puede responsabilizar por completo a los medios que producen los contenidos, tampoco es un argumento sostenible hacer lo propio con la audiencia. ¿De quién es la culpa entonces? En el punto actual en el que nos encontramos, se produce una especie de bucle sensacionalista que se basa en una fórmula simple pero muy efectiva (más amarillismo en las noticias es igual a más audiencia) y del que ni medios ni lectores/as pueden salir así por las buenas.
Sin embargo, es el periodismo el que debe tener un compromiso con la sociedad, como agente transformador que es, que pasa por poner un palo en la rueda en determinados momentos, por muy cómodo que sea el inmovilismo y por buenos que sean los números. Sabemos que no sucumbir al clickbait es inevitable en los tiempos que corren -y quien esté libre de pecado que tire la primera piedra-, pero se deben establecer líneas rojas. A las mujeres que sufrieron, sufren y sufrirán la violencia machista en cualquiera de sus manifestaciones, y a la memoria de las que faltan porque las asesinaron, lo que menos les preocupa es que Irene Montero se emocionara al hablar de las medidas en las que trabaja para protegerlas y reconocerlas.