La lectura del Manifiesto del 8-M ha sido el momento culminante de la jornada reivindicativa feminista por excelencia. En Ceuta, el centro se ha teñido de morado al atardecer, y con la oscuridad, los gritos que reclaman que se termine de una vez por todas con la discriminación machista han resonado en calle Real y en la Plaza de los Reyes. Los actos de esta tarde han estado convocados por la Plataforma Feminista de Ceuta.
El Manifiesto proclama la internacionalidad del feminismo, con una perspectiva de crítica al neoliberalismo, anti-racista y interclasista. Aunque el escrito se ha pensado desde una ideología bastante clara, los actos de hoy pretendían juntar a todas la mujeres, entendiendo la diversidad en todas sus formas.
Exigen un Pacto de Estado contra las violencias machistas que consideran insuficiente para todas las demás formas de agresión. Asimismo, creen que existe represión a «quienes encabezan la lucha por los derechos sociales y reproductivos».
El éxito de la manifestación del año pasado fue criticada por algunos sectores feministas que entendieron que no se había dado suficientemente espacio a otros géneros también oprimidos. Por esto en el manifiesto de este año se citan todas las personas «lesbianas, trans, bisexuales, inter, queer, hetero…».
Un manifiesto que mira a las mayorías
Las mujeres racializadas, las mujeres presas, las mujeres mayores, … el escrito es un grito para recordar a todos los colectivos de mujeres que sufren una doble discriminación. Y visibilizar también a todas las tareas que por estar fuera del circuito de producción remunerada recaen sobre las mujeres:
«Somos las que reproducen la vida. El trabajo doméstico y de cuidados que hacemos las mujeres es imprescindible para el sostenimiento de la vida. Que mayoritariamente sea gratuito o esté devaluado es una trampa en el desarrollo del capitalismo».
Por último, destacan entre otras muchas cosas que las mujeres muchas veces son utilizadas como reclamos publicitarios. Por esto, y para mostrar el peso de las mujeres dentro de los engranajes de la sociedad-consumo.
Y como objetivos para poder trasformar la sociedad, abogan por una educación pública, laica y feminista. Reivindicamos también nuestro derecho a una formación afectivo-sexual que nos enseñe en la diversidad, sin miedos, sin complejos, sin reducirnos a meros objetos y que no permita una sola agresión machista ni LGTBIfóbica en las aulas.