La esperanza es un sentimiento que lucha por existir, y es el remedio más eficaz para prevenir la conducta suicida.
Por eso tenemos que lograr, como sociedad, que el futuro sea tierra de oportunidades y de descubrimiento.
Solo cuando hay una oportunidad la vida adquiere su sentido, y podemos desarrollar nuestras capacidades, hasta llegar a ese momento que es la inclusión, y el disfrute de un proyecto de vida independiente.
Sin embargo, la sociedad que nos ha tocado vivir, masificada y despersonalizada, introduce muchos elementos de confusión, que nos hacen vulnerables, y el sueño natural de la esperanza deja paso al vacío, al silencio, y al dolor.
Muchas veces, las respuestas están en nuestro interior, pero no somos capaces de verlas, cegados por un mundo que puso al olvido por delante de la razón.
El resultado es que muchas personas como nosotras iniciamos un profundo proceso de desilusión, no vemos nuestra imagen en el mañana, sentimos que sobramos o que molestamos, y en consecuencia que el camino se acaba.
Ya sabéis las cifras de la tragedia: con cerca de 4000 personas fallecidas en 2020, el suicidio es la primera causa de mortalidad externa en España. Por cada caso, 20 personas más lo intentan. Asimismo, la proporción de suicidio asociado a problemas de salud mental ronda el 90%.
Es por esto que, desde el Comité Pro Salud Mental En Primera Persona y la Red Estatal de Mujeres, decimos que es momento de reaccionar, y de devolverle al ser humano un valor que nunca debió abandonar: la dignidad.
Pero esta reacción no debe dejarse en manos del azar, sino más bien, será necesario un intenso trabajo de planificación y de convicción.
Así, en el capítulo de reivindicaciones, pedimos que se dé forma a un Plan Nacional de Prevención, según estas propuestas:
- Una generosa dotación de recursos públicos, para que la línea tres de la Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud, de prevención, detección precoz, y atención a la conducta suicida, cumpla con éxito sus objetivos.
- La mejora continua en el servicio de la línea telefónica 024.
- El impulso de campañas de sensibilización ambiciosas para acabar con los mitos, ideas erróneas, tabúes, estigmas, y culpabilidad, con el fin de que las personas con ideaciones rompan el silencio, pidan ayuda, y expresen sus emociones con confianza.
- Importante será concienciar a los medios de comunicación, para que la información sobre suicidio sea clara, a la vez que responsable.
En este año tenemos el foco puesto en la salud mental de los más jóvenes. Y es que, en 2021, 9 de cada 100 jóvenes experimentó ideas de suicidio “continuas y frecuentes”, una cifra que va en aumento. Tenemos que revertir sin demora la normalización de la violencia y el acoso en las escuelas; el culto desmedido a la imagen, que se haya en el trasfondo de multitud de problemas de anorexia y bulimia; desmitificar el éxito social; prevenirlas peligrosas adicciones, y la dependencia a las nuevas tecnologías.
En el caso de los más jóvenes, tenemos que estar vigilantes, ya que es posible que sientan dudas y temor a la hora de exteriorizar su dolor. Especial sensibilidad debe mostrar la sociedad al acercarse a la realidad que viven las mujeres, sobre todo por la carga emocional en cuanto a la conciliación familiar y su rol de cuidadoras. Sería bueno abrir un espacio de formación en este aspecto.
Al fin, tenemos que lograr como sociedad el convertirnos en una inmensa red de apoyo, en una cadena de seguridad sin fisuras, donde descansar del sufrimiento, aliviar nuestros miedos, y proyectarnos hacia un horizonte de igualdad, bienestar, y plenitud.