En este 16 de noviembre de 2022 se cumplen doce años del reconocimiento del Flamenco, nuestra expresión artística más universal, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Tras este hito, y por acuerdo del Consejo de Gobierno de la Junta, se instauró la fecha del 16 de noviembre como Día del Flamenco en Andalucía, no sólo para conmemorar dicho reconocimiento histórico sino también para poder señalar el necesario impulso que merece una expresión artística de tan importante valor, significación y especial dinamismo.
Debemos por tanto sentir una enorme satisfacción por varios motivos, pues a nuestro juicio y, probablemente para buena parte de la sociedad, esta cultura milenaria merece ser reconocida por su enorme contribución al desarrollo artístico y la cultura de España y la humanidad. Y más todavía, tenía y tiene que ser tratada como lo que es, un bien cultural inmaterial, debiendo contar por tanto con el apoyo, el cuidado y la divulgación de su patrimonio para ser un elemento relevante de las políticas públicas culturales.
Para la familia del PSOE es un orgullo que dicho reconocimiento fuera fruto del intenso trabajo llevado a cabo por los entonces gobiernos socialistas de la Junta de Andalucía y el Gobierno de España, que, de la mano de otras instituciones, entidades y personalidades; lograron que este arte, nuestro arte, consiguiera un reconocimiento internacional tan importante por parte de los veinticuatro miembros del Comité Intergubernamental de Patrimonio Inmaterial de la UNESCO.
El Flamenco goza de una enorme vitalidad creativa y artística, así como de un creciente reconocimiento social y público como demuestra el Premio Princesa de Asturias 2022 de las Artes a Carmen Linares y María Pagés que corre parejo una mejora del reconocimiento institucional del flamenco. Ahora bien, desde el PSOE consideramos que el sector necesita también un nuevo impulso surgido de una reflexión compartida que permita acometer muchas de las necesidades y problemáticas que tienen sus artistas.
Hablar de Flamenco es hablar de cultura con mayúsculas, una cultura que nace de las clases más humildes y marginadas, una cultura compartida por grandísimos intelectuales de nuestro país, una cultura flamenca que, entre todos, consiguieron revestir de una majestuosidad literaria única. De hecho, este año se cumple un siglo desde la celebración del Concurso de Cante Jondo de Granada de 1922 que, organizado por Manuel de Falla, Andrés Segovia, Manuel Jofre, Miguel Cerón y Federico García Lorca, supuso un punto de inflexión para este arte, que poco a poco se exportó desde las tabernas y los cafés a las mayores mecas mundiales en lugares como París o Nueva York.
Desde el PSOE somos conscientes del enorme valor y oportunidad que para la cultura de España constituye el Flamenco y por ello consideramos que es un momento adecuado para que los poderes públicos y el sector flamenco, puedan trabajar en el diseño de un marco de impulso al sector, mejorando las condiciones sociolaborales de los artistas, su internacionalización, la difusión y protección de este Patrimonio Inmaterial.
La Ley del Flamenco en Andalucía hubiera sido una gran oportunidad para lograr todas esas mejoras en el sector, pero lamentablemente, el texto final propuesto se limita simplemente a recoger y ordenar todo lo mucho y bueno que desde la administración autonómica se ha hecho durante los últimos 40 años, sin aportar valor añadido, dado que encomienda las necesarias acciones a la elaboración de un “plan estratégico del Flamenco”, sin realizar una memoria económica. Es una negligencia por parte del Gobierno de Moreno Bonilla que está dejando pasar la oportunidad de comprometerse con un sector que ha sufrido mucho con la pandemia y la pospandemia y que ahora tendrá que sumar dos años más a su espera.
Los y las socialistas queremos también recordar que este gran arte, ahora admirado y valorado universalmente, es el legado de dinastías o casas cantaoras y de una cultura forjada a fuego sobre todo desde Andalucía y por los pueblos que la han habitado. Teniendo en el campesinado andaluz y en el Pueblo Gitano a alumnos aventajados que han creado no sólo una infinidad de palos, sino también estilos propios que hacen aún más grande al propio flamenco. Junto a Andalucía y este crisol de culturas que han contribuido directa o indirectamente a su creación, también están por méritos propios Murcia, Extremadura o Cataluña, cunas de otra serie de palos, sin olvidar, por supuesto, otros lugares de España que han visto nacer y crecer a grandes artistas flamencos como pueden ser Madrid, Salamanca o Pamplona. Merece, por tanto, ser parte también de la memoria democrática de nuestro país y del reconocimiento de aquellos que han sido obviados o relegados a un surco marginal de nuestro relato histórico.