Este viernes regresa a Ceuta el humorista andaluz Manu Sánchez, en esta ocasión, lo hace de la mano de su obra teatral El Gran Emigrante. Un espectáculo en clave de humor que pretende deconstruir los estereotipos de las personas migrantes. El Teatro Auditorio del Revellín abrirá las puertas dos días, la primera sesión será este viernes 21 de enero a las 21:00 horas y la segunda el sábado 22 de enero a las 19:30 horas, que ya han colgado el cartel de sold out tras conseguir vender todas las entradas.
Todo esto, en clave de humor. «¿Choque de culturas o enriquecedor encuentro? ¿Turista o invasor? ¿Querido rico o sobrante pobre?», son algunas de las preguntas que el monologuista se hará durante el espectáculo, que tiene una duración de una hora y cuarenta minutos.
El humorista cuenta la historia de la llegada de un «visitante lejano, un extraño extranjero, un peculiar ser de rasgos exóticos, novedosas costumbres y maneras desconocidas a un lugar nuevo e inexplorado». Esto es el punto de partida de una comedia teatral en la que «este que viene de fuera conocerá precipitadamente a los de dentro y los de dentro se toparán inesperadamente con el de fuera».
Desde El Foro de Ceuta hemos querido hablar con Manu Sánchez para conocer algunos detalles sobre la obra teatral, aunque, por supuesto, sin hacer spoiler. Los asistentes a la obra podrán responder algunas de las preguntas que se realizarán durante la obra y lo harán a golpe de carcajada como una herramienta alterativa para comprender la cruda realidad que nos acompaña en el día a día.
La gente está acostumbrada a escucharte como monologuista. Sin embargo, El Gran Emigrante es más teatral. ¿Por qué este cambio de registro?
El Gran Emigrante es el cuarto montaje teatral ya. Dimos el paso hace diez años con El Rey Solo, después vino El Último Santo y luego El Gran Dictador. El paso lo dimos porque nos veíamos haciendo monólogos de stand up comedy llenando teatros, pero no haciendo teatro, y nos apetecía a todo el equipo, y a mí el primero, indagar un poquito por todas las herramientas que nos da el teatro. Queríamos que el personaje que estuviera sobre el escenario no fuera Manu Sánchez, sino otro personaje con otros puntos de vista, con otros vicios, con otras virtudes, con otras manías, con la posibilidad de poder decir algunas barbaridades que no puedo decir yo como Manu pero que sí puede decir el personaje.
En El Gran Emigrante lo que queríamos era vivir la experiencia de de ver nuestro planeta desde la mirada virgen de alguien que no lo conoce, cómo sería alguien que llega y se encuentra cómo somos, cómo lo vería lo que nosotros normalizamos. Eso es lo que hemos hecho, una caricatura de alguien que viene de fuera. Nos hemos ido lo más fuera posible, que es un extraterrestre que llega a la tierra de un planeta lejano y empieza a analizarla como alguien que acaba de llegar aquí. Entonces, esa posibilidad de llegar con un ojo virgen no la tengo yo como Manu Sánchez. Esas son las cosas que te regala un personaje. Este es el punto de partida de esta obra y te permite hacer otro análisis, otras bromas, otras valoraciones, porque es alguien que llega sin saber y sin tener información previa de lo que se va a encontrar.
Dicen que entre broma y broma, la verdad asoma. ¿Qué mensaje pretendes trasladar con tu obra a la sociedad ceutí?
A mí me gusta hacer reír y me gusta hacer pensar, es la fórmula que me gusta a mí para consumir y hacer humor. Cada uno tiene su humor, hay humores blancos, humores negros, humores verdes, cada uno sabe qué color darle al suyo. A mí el humor de tartazo y resbalón me hace más gracia si sé quién se está llevando el tartazo y quién se ha resbalado. Si se resbala una señora con 90 años, pues no me hace ninguna gracia, y si se resbala un ministro y si se da un golpe en la cabeza, pues me descojono.
En esta comedia puede verse reflejado tanto el emigrante andaluz como el inmigrante africano. ¿Por qué decides darle esa estética al protagonista de la obra?
Nosotros cuando empezamos una obra de teatro, como nos parece que el humor es un espejo en el que ponemos la realidad para verla caricaturizada, exagerando las verdades, esto nos lleva al análisis de las risas. Cuando arrancamos El Gran Emigrante, el tema migratorio seguía siendo como el gran tema. Hace dos o tres años que arrancamos y Donald Trump prometía levantar un gran muro en México, por supuesto, en España tenemos el drama del Mediterráneo, las vallas de Ceuta y Melilla, o sea que, el drama migratorio es uno de los grandes problemas.
Queríamos tratarlo desde la comedia y para no ponerle ningún punto concreto de ningún país concreto, nos fuimos al paralelismo más humorístico que es el del extraterrestre. Este llega desde un planeta lejano siendo como la raza superior, con tecnología superior, avasallando como llegan los colonizadores y, en mitad del primer acto (¡SPOILER!), se queda sin tecnología, se le rompe la nave y no puede contactar con su planeta. Entonces se da cuenta de que es un tipo, con una mano detrás y otra delante, que se ha quedado tirado en un sitio que no conoce, al que tiene que adaptarse, con el que tiene que hacerse e integrarse, y entonces se dan las dos vertientes: el emigrante que llega como el gran turista o el gran colonizador y, en mitad de la obra, el emigrante que llega en un estado desfavorecido frente al sitio en el que acaba de aterrizar.
Este es el caldo de cultivo y está claro que esta misma obra es la que llevamos por toda España, pero en Ceuta tiene mucho más sentido, se van a entender muchos paralelismos de una forma más especial, tendremos incluso la posibilidad de que ese paralelismo se entienda incluso mejor porque el tema migratorio en la ciudad de Ceuta es uno de los panes nuestro de cada día.
¿Turista o invasor?, ¿querido rico o sobrante pobre?, ¿posibilidad de negocio o expolio inminente? ¿Qué crítica realiza cuando se hace estas preguntas?
A como nos relacionamos los seres humanos cuando conocemos a gente de fuera, cuando llegamos a sitios desde fuera, cuando llega gente de fuera. Ese es el viaje que realiza este gran emigrante. Aquí decimos que hay que poner la valla cada vez más alta, pero cuando el jeque viene con el yate por Puerto Banús, le ponemos la alfombra roja y le abrimos la joyería de noche. El problema no está en de dónde viene, el problema es más de clasismo y tiene más que ver con los papeles de colores que traigan, con el dinero, que si traen papeles o no, y de qué color sea quién, esa es la crítica que venimos a hacer.
Tú que tanto nos has enseñado sobre la equidistancia. ¿Crees que se puede ser equidistante cuando tantas personas mueren al año cruzando mares y saltando vallas?
Se puede ser equidistante, pero es una forma de posicionarse. He leído por ahí muy acertadamente, aunque no recuerdo de quién es la frase, que cuando alguien se pone de perfil ante una injusticia, está posicionándose del lado del opresor. Cuando ves una injusticia y no haces nada, obviamente estás dando por bueno que haya un opresor y un oprimido. Yo creo que es muy complicado, y en Ceuta se vive en el día a día, que es muy complicado ponerse de perfil porque la realidad es arrolladora.
Hay que hacer algo, en una dirección o en otra, con unos principios o con otros, pero hay que hacer algo porque si no la propia realidad es tajante. Los muertos que vivimos en el Mediterráneo día tras día, desgraciadamente, convirtiéndose en una gran fosa común a nivel internacional, eso no deja de suceder por mirar a otro lado.
¿Cómo se ha vivido desde fuera y a través de los medios de comunicación la crisis migratoria vivida en Ceuta en mayo del 2021?
Yo creo que aquí todos somos un poquito injustos y tramposos. Solamente empezamos a tomárnosla en serio cuando la vemos cerca. Yo creo que aquí lo que hay que hacer es tomar todos conciencia de que la responsabilidad es global. Es decir, no tiene la responsabilidad quien física y geográficamente vive allí. Esto no es una cuestión que tenga que arreglar Ceuta, esto no es una cuestión que tenga que arreglar España, esto no es una situación que tenga que arreglar Lampedusa, esta es una situación que a nivel histórico y mundial se ha creado un norte y sur, dos sitios muy polarizados y con diferencias muy palpables, y está claro que en la raya fronteriza es donde saltan las chispas. Pero creo que el problema es global y así habría que tomárselo.
Todo esto está en el trasfondo de El Gran Emigrante, pero al final es una comedia de casi dos horas donde la gente viene a reírse, a verse retratada, y como la fórmula que nos gusta es hacer reír y hacer pensar, todo esto está ahí detrás todo el tiempo, pero al final queremos pensar que reírse es una buena fórmula para acabar viendo lo que tenemos que ver. Como Mary Poppins decía, «con un poco de azúcar, esa píldora que os dan entrará mucho mejor». Eso es lo que intentamos, el humor, pero con una buena dosis de azúcar para que al final la gente acabe tragándose la píldora.
¿Qué te gustaría decirle a la sociedad ceutí que va a disfrutar estos días de tu obra?
En primer lugar, agradecer que Ceuta no me falla nunca. Siempre que aparezco por allí, ya sea como visitante que intento andar por Ceuta y escaparme cuando quiero disfrutar de una ciudad como la que tenéis, me recibe con los brazos abiertos. Y cuando vamos al teatro ya lo flipo. Agradecer estos dos días de lleno que hemos colgado de billetes. Ahora me toca a mí no fallarle a Ceuta.