El Periódico de Ceuta ha entrevistado a la psicóloga y neurocientífica, Mar Martínez, que está detrás de la cuenta de Instagram @elsindromedelaimpostora, donde acumula casi 50.000 seguidores. En dicha red social conciencia sobre salud mental en sus publicaciones.
Martínez ha trabajado en varias universidades como investigadora en neurociencias estudiando el comportamiento humano a través de la medición de la activación cerebral y estudiando el comportamiento humano. Desde hace más de 4 años dirige un centro de terapia y hace terapia, «básicamente me dedico a hacer terapia y a explicar cómo funciona nuestra mente», indica la psicóloga.
En tu cuenta de Instagram acumulas casi 50.000 seguidores y se llama @elsindromedelaimpostora, ¿por qué ese nombre?
Elegí llamarme el síndrome de la impostora porque durante los años que estuve en el mundo de la investigación fue cómo me sentí gran parte del tiempo, después de mi proceso personal me di cuenta de que este sentimiento no era real y que se debía a muchos factores, entre ellos mi autoexigencia y la falta de autoestima, pero también el entorno laboral y las dinámicas que en él se generaban, así como el hecho de ser mujer.
Por todo eso, decidí que quería dedicarme a acompañar a personas que como yo habían sufrido alguna vez malestar emocional en sus vidas y sentían que la responsabilidad era toda suya, quería ayudar a aliviar las cargas emocionales de la gente que sufría y aportar mi grano de arena para crear un mundo más sano.
¿Cómo podemos saber que sentimos el síndrome de la impostora? ¿De qué forma podemos gestionarlo?
El síndrome de la impostora es la incapacidad de gestionar la inseguridad que sentimos cuando nos enfrentamos a una tarea, o un nuevo reto. Todas las personas pasan en algún momento dado por una situación en la que sienten que no dominan del todo la tarea, pero aún así confían en sus cualidades para enfrentarse y normalmente salen airosas.
Una persona que sufre el síndrome de la impostora por muy excelente que sea siente un miedo tremendo y va a hacer cualquier cosa antes para no enfrentarse a ese miedo porque sienten que no son capaces de gestionarlo, por eso no se atreven a pedir un aumento, a presentarse a ese nuevo puesto de trabajo, etc. Y suelen pasarse la vida trabajando para justificar que son válidas, y cuando consiguen esa validación la desmerecen porque piensan que han hecho trampas como si haberse esforzado por una tarea les quitará mérito a su trabajo.
Tienen la fantasía que para ser bueno en algo no te tienes que esforzar ni tienes que sentir inseguridad, la exigencia en ellas es tan alta que les puede llegar a bloquear y a procrastinar el trabajo, prefiriendo aceptar el fracaso por no haberlo hecho que por haberlo intentado, porque la autoestima es tan baja que no pueden permitirse fallar, eso supondría una hecatombe en su bienestar.
¿Por qué la ansiedad aumenta en verano?
Porque el calor produce mucho estrés en el cuerpo y este sobreesfuerzo tiene un impacto en el sistema nervioso, aumentando los niveles de cortisol en sangre, la hormona del estrés. El cuerpo percibe estas señales como una amenaza y puede disparar una respuesta ansiosa.
El estrés es una respuesta de miedo ante una situación percibida como peligrosa y la ansiedad es una respuesta de miedo ante una situación imaginada como peligrosa. Cuando nuestro cuerpo con el calor empieza a tener síntomas de estrés, nuestra mente percibe que el cuerpo está reaccionando como si hubiera una amenaza (aunque esta no exista), y se dispara la respuesta de miedo, que se puede ver incrementada si además no encontramos la causa, entrando en un bucle que puede terminar con un ataque de pánico.
¿De qué forma podemos gestionar ese aumento de ansiedad?
Con los siguientes consejos:
- Practicando técnicas de respiración profunda y meditación. Te ayudarán a relajarte cuando sientas que la ansiedad aumenta.
- Procura beber suficiente agua para mantener tu cuerpo y mente frescos.
- Busca lugares frescos y evita pasar demasiado tiempo al sol si las temperaturas son muy altas.
- Si haces ejercicio al aire libre, elige las horas de menos calor. Pero recuerda, el ejercicio puede ser tu mejor aliado, ya que libera endorfinas y reduce el estrés.
- Prioriza tu descanso. Crea un ambiente fresco en tu dormitorio para asegurar una buena calidad de sueño.
- Limita el consumo de cafeína y alcohol si notas que tu ansiedad va en aumento.
- Evita sobreexponerte a las noticias, ya que pueden generar más ansiedad. Especialmente las que hablan de las olas de calor interminables…
- Establece límites y aprende a decir «no» cuando sea necesario. ¡Recuerda, tu bienestar es lo más importante!
- Comparte tus preocupaciones con tus amistades y seres queridos. No tienes que enfrentar la ansiedad a solas.
Con el verano aumentan las inseguridades de algunas personas al tener que ponerse un traje de baño, pantalones cortos o incluso recurrir al maquillaje para tapar el acné o marcas. ¿Qué podemos hacer para aumentar el ‘selflove’ y disfrutar de la época estival?
Durante mucho tiempo la sociedad nos ha dicho cómo tenemos que actuar, vestir, e incluso como debe ser nuestro cuerpo, este paradigma lo estamos cambiando poco a poco, gracias a la divulgación y al activismo de mucha gente en redes se va tomando consciencia, pero todavía queda mucho para deconstruir ese mensaje, por eso a esas personas les diría que recuerden que su cuerpo está bien tal y como es, merece ser respetado y amado de forma incondicional.
Si en algún momento sientes inseguridad recuérdate para qué estás aquí, has venido a disfrutar no a sufrir, permítete ese placer. No te culpes por sentirte mal, en un entorno hostil que juzga a los demás y que la estética es muy importante las inseguridades se suelen disparar, pero concéntrate en tu objetivo, pasarlo bien, respira y tomate tu tiempo, respeta como te sientes y acompañante como necesites para sentirte bien.
Te dejo un pequeño mantra que yo me digo a mí misma: «Nadie me va a querer más por tener menos peso o menos granos, pero yo sí que me voy a querer más por tratarme bien y esa felicidad se verá reflejada en mi bienestar por tener más amor propio». Al final lo importante es cómo haces sentir a las personas que están a tu alrededor.
En esta época estival, ¿cuáles son los problemas que más le hacen llegar sus pacientes?
Con el verano normalmente pasan dos cosas. Por un lado, el calor activa las ganas de hacer planes sociales y algunas personas pueden no sentirse cómodas en este aspecto porque se sienten solas o incómodas.
Por otro lado, aparecen las vacaciones y la gestión familiar junto al aumento de temperaturas que siempre es un estresor que puede incrementar la ansiedad y el malestar. Por eso desde hace dos veranos he notado el aumento de la demanda de terapia durante la época estival.
En redes sociales se ven publicaciones de retoques y operaciones estéticas a diario, ¿cómo puede afectar ese contenido a una persona joven y no tan joven?
En redes sociales la gente es más guapa que en el mundo real. Se puede normalizar y llegar a creer que lo normal es tener la nariz perfecta, los ojos ovalados y si no cumples con ese canon establecido sentir que hay algo de malo en ti.
Hace poco se puso de moda hablar del cortisol conocida como la hormona del estrés y de lo perjudicial que puede llegar a ser tanto para la salud mental como física que esté muy elevada, ¿a qué debe el aumento del cortisol? ¿Tiene que ver con la rutina de vida frenética que llevamos a diario?
El estilo de vida actual se caracteriza por un ritmo acelerado, y, estar constantemente alerta y preparada para lo que pueda surgir. Estamos constantemente estimulados lo que no nos permite descansar y el cerebro se estresa, lo que produce un aumento en los niveles de cortisol.
El cortisol es una hormona que se ha relacionado con el estrés debido a que aumenta su producción cuando el cuerpo siente que está en peligro, el cortisol nos ayuda a estar alerta.
No obstante, también tiene efectos negativos como cuando se libera en grandes cantidades de manera crónica debido al estrés prolongado. Puede contribuir a problemas de salud como trastornos del sueño, ansiedad, depresión y problemas gastrointestinales. También tiene impacto en la memoria y el aprendizaje, niveles crónicamente elevados de cortisol pueden afectar a las conexiones neuronales en el cerebro.
Tablets, ordenadores, televisores, móviles, que estos últimos ya son una extensión casi de nuestro brazo…Vivimos rodeados de pantallas, somos la generación hiperconectada. Aunque, ¿realmente estamos conectados con la realidad?
Vivimos en una falsa sensación de conexión, ahora es más fácil hablar con alguien de la otra punta del mundo en Twitter que hablar de nuestras emociones con la gente que nos rodea, las redes sociales y en general la estrategia que se está siguiendo en internet es ofrecer contenido “gratis” a cambio de que consumas publicidad. Así, cuanto más tiempo pases enganchada, más anuncios vas a consumir y, por lo tanto, más dinero va a ganar a la industria del entretenimiento.
En redes sociales el negocio es redondo, ya que los creadores de contenido lo hacen gratis para ganar audiencia y que alguna marca les pague. Viendo lo fructífero del negocio, la industria se ha especializado utilizando el neuromarketing, crean contenido que intenta captar el máximo de tu atención sembrando emociones que producen una cascada de dopamina, manteniéndote excitada y alerta y enganchada, pero después de esta primera excitación no llega un momento de calma.
Por lo tanto, no dan espacio a que tu cerebro segregue serotonina para sentirse saciado y en calma, es una montaña de picos de dopamina y te quedas enganchada esperando que llegue ese momento de recompensa que no suele llegar. Esto provoca malestar emocional y sensación de vacío, pero mientras tanto tú ya has perdido tu valioso tiempo enganchada a redes y a los picos de dopamina que te provocan tantos estímulos seguidos.
¿Hemos olvidado conectar con nosotros mismos?
Esto viene de siempre. De hecho, creo que la generación milenial y la generación Z se escucha más que las generaciones más adultas, y esto tiene un sentido histórico.
Hemos nacido en una sociedad del bienestar donde ya no hay que sufrir por llevar comida a casa y mantener unas mínimas condiciones de bienestar, por lo tanto, ahora hay espacio para escucharnos, algo que las generaciones anteriores ni tuvieron ni se les pasa por la cabeza que sea importante. Para esta generación llevar un plato de comida a la mesa y mantener a la familia a salvo eran la prioridad y el hito que conseguir en la vida.
Pero en la generación milenial y Z nos cuesta escucharnos porque se nos ha olvidado pasar tiempo con nosotras mismas, es mucho más fácil entretenerse. Siempre resulta más fácil coger el móvil para ver redes que enfrentarse a esa emoción de malestar que está sintiendo tu cuerpo. Así que desconectamos consumiendo entretenimiento, y esto antes no era tan fácil porque la oferta era muchísimo menor.
Se habla mucho de la generación de cristal o también los mal denominados como ‘los sensibles’. A su juicio, ¿ha abierto la generación Z la puerta a priorizar la salud mental?
Como he explicado antes, ha llegado el momento en que hemos alcanzado una sociedad de bienestar suficiente para que podamos permitirnos cuidar de nuestra salud emocional. La generación Z es la primera de muchas que va a poder tener ese espacio. Se les tacha de sensibles porque a diferencia de otras generaciones están conectados con sus emociones y señalan aquello que les resulta violento y les genera malestar emocional.
Otras generaciones vivían bajo el lema de aguantar lo que haga falta y así nos ha ido, el malestar emocional puede salir de muchas formas y si no lo atiendes se puede somatizar o puedes hacer que la gente de tu alrededor sufra por ello.
Hablando de la generación Z, se dice que ahora son ellos los que eligen los trabajos y que prefieren rechazar un trabajo insuficientemente retribuido y con malas condiciones priorizando su salud mental, esto era algo que hace unos años era inconcebible, ¿cree que las empresas deben adaptarse a este nuevo modelo para captar?
Así es, tengo amigas que estudiaron la carrera conmigo y se dedican a recursos humanos y observan esta tendencia, les cuesta mucho retener talento y de media la generación Z dura 2,5 años en un mismo puesto.
Por ejemplo, las empresas grandes no son famosas especialmente por cuidar a sus trabajadores ni ofrecer promociones internas, ni aumentos de salario una vez estás dentro, así que los trabajadores para subir de rango salarial o de posición deciden que la opción más rápida es cambiar de empresa. Por lo tanto, la empresa pierde talento y alguien que ya ha formado y tiene que volver a empezar con alguien nuevo.
Ahora somos más conscientes de la importancia de la salud mental y, como el entorno laboral no es muy favorable y saben que es bastante improbable hacerse rico prefieren cuidar su salud y no perderla también.
Además, ahora verano se relaciona con vacaciones, pero hay gente a la que le sigue costando parar y disfrutar debido a la cultura del esfuerzo, ¿cuál es la cara oculta de ello?
El miedo está detrás, muchas personas viven con el miedo metido en el cuerpo y desarrollan diferentes mecanismos para combatirlo, como el control o trabajar en exceso, estos son dos de los mecanismos más comunes que proporcionan a las personas una falsa sensación de tenerlo todo controlado.
El problema viene a la hora de relajarse, si para estar tranquila y no sufrir debo tenerlo todo controlad, ¿cómo me voy a relajar? Estas personas están en un bucle paradójico que suele terminar en burnout o agotamiento. Soltar ese control pasa por confiar y tener la seguridad de que todo va a salir bien, aunque tu no estés al mando y a muchas personas hacer este proceso les cuesta.