Hablamos por el Día de la Mujer con la psicoterapeuta de orientación humanista, sexóloga y terapeuta de pareja, María Sabroso. Trabaja como terapeuta feminista desde hace años en Sevilla y en consulta online, atendiendo a personas en sus procesos de autococimiento y en las dificultades sexoafectivas y relacionales a lo largo del ciclo vital.
Se autodefine como psicoterapeuta feminista, ¿qué significa y en qué se diferencia de otros que no lo son?
La terapia feminista se desarrolla debido a que el feminismo llega cada vez a más ámbitos profesionales y los desafíos que el mundo actual requiere de otras miradas más amplias y diversas de la realidad.
La perspectiva de género se abre camino transversalmente en todas las disciplinas y materias de conocimiento y desde este lugar lo que plantea la psicoterapia feminista es que la psicología y el ámbito de la terapia no están exentos del androcentrismo generalizado en nuestras sociedades y que es necesario salirnos de la norma del hombre como medida de la subjetividad y los malestares que nos aquejan.
La mayoría de las personas que acuden a terapia son mujeres y las mujeres nos encontramos en una posición de subordinación estructural y desventaja histórica. Las terapias ya establecidas no daban respuesta a nuestras preocupaciones específicas y no contemplaban el sesgo de género y los estereotipos manejados en los procesos terapéuticos.
En la terapia feminista no se culpa a las víctimas, no se las re-victimiza, se trata de una relación en la que las profesionales tenemos en cuenta los mecanismos de opresión hacia las mujeres y criaturas y el contexto histórico en el que nos encontramos. Así como nos resulta imprescindible el marco interseccional desde el cual articulamos el género con otras categorías de división social como son la raza, la etnia, clase social, edad, discapacidad, orientación del deseo, etc. Atendiendo así de nuevo desde la mirada de los mecanismos de opresión y discriminación que atraviesan nuestras vidas.
¿Con qué problemas llegan sus pacientes? ¿Por qué te buscan?
Las y los clientes de consulta suelen llegar con cuestiones muy diversas, si bien en mi experiencia como terapeuta desde hace ya casi quince años atiendo mayoritariamente en sesiones individuales a mujeres en procesos de duelo por ruptura de relación, en crisis por entender que sus vidas amorosas no se adecúan al ideal romántico, con dificultades para encontrar y mantener vínculos amorosos saludables y de cierta duración. En el caso de los hombres suelen acudir por dificultades en la intimidad erótica (lo que se solían denominar disfunciones sexuales) y estas cuestiones suelen tener que ver con la exigencia de una masculinidad fuerte, solvente, impecable y ejecutora en el ámbito sexual y el “introyecto” (mensajes interiorizados) de no poder fallar o el temor de no ser suficientes en el plano íntimo.
Las parejas que acuden a terapia suelen manejar, en general, dificultades en la comunicación íntima, una gestión complicada del poder y, especialmente, falta de tiempo de calidad para compartir espacios propios, más allá del mundo de obligaciones y responsabilidades con el que tenemos que lidiar.
¿Cómo ha afectado la pandemia a la salud mental de las mujeres?
La pandemia afectó a la salud mental de todos y todas y especialmente de las mujeres, ya que se dan variables tales como no haber podido acudir a citas médicas con facilidad y disponibilidad durante un tiempo largo. En muchas ocasiones no tener una economía suficiente para poder pagar sesiones de psicoterapia o tratamientos privados, no poder priorizarse en sus necesidades o con urgencias mayores, requerimientos de cuidados, ser el bastión y el sostén emocional de la familia cercana y de la extensa en muchos casos, tener que cumplir con los mandatos de género, según los cuales lo que ocurre en casa se queda en casa y no quejarse. Muchísimas mujeres han tenido que seguir trabajando, teletrabajando, cuidando de criaturas y personas dependientes a su cargo y han tenido durante un tiempo largo un desgaste psicológico considerable, desgaste que tiende a sobremedicarse sin acudir a la raíz de los problemas específicos de las mujeres.
La sobremedicación de los procesos que tienen que ver con las mujeres es sangrante, bajo mi punto de vista.
También eres experta en duelo, ¿cómo se gestiona la pérdida de una persona importante?
Antes de nada, creo que estamos utilizando de más el verbo gestionar. Y creo que tiene que ver con una mirada productivista de los procesos vitales. ¿Qué aprendizaje puedo sacar de esto? Me preguntan en consulta. No considero, bajo ningún concepto, que haya fórmulas fijas para los dolores y malestares inherentes a la vida.
Dependerá mucho del vínculo que tuviéramos con la persona que ya no está con nosotros, de nuestra edad y trayectoria cuando ocurra, de si ya hemos vivido procesos similares antes, de si se trata de alguien que nos ha dejado de forma sorpresiva o tras un tiempo previo de elaboración de la circunstancia. No es lo mismo que se nos muera un hijo/a, que una ruptura amorosa después de veinte años de pareja o hay una distancia importante entre un dolor por un amor adolescente que se termina a una muerte por accidente de nuestro compañero de vida o similar.
Lo que sí sabemos es que el duelo es un proceso de adaptación emocional que sucede después de una pérdida y es necesario un tiempo, variable en cada caso y persona, para que nos podamos atender, suavizar la herida, saber de nosotros mismos también y de lo que significó ese vínculo. Es necesario darle espacio a las diferentes etapas que suceden y manejar el miedo que se abre ante los pies de quien siente que su vida ya no va a ser la misma. En esto consiste el acompañamiento en duelo, en estar cerca y presente para todo esto.
¿Qué le dices a las personas que creen que no necesitan terapia?
Hay caracteres que son bastante reticentes a mirarse adentro, a ver sus lados oscuros y sus núcleos internos. Yo lo que siempre digo es que el autoconocimiento es la cesta básica, como el que compra pan, leche y fruta. Y es básico para no dañar a los demás, para no dañarse una innecesariamente, para saberse y para conocer la herida con la que todos vivimos. Las heridas emocionales tienen que ver con todo aquello que no se dio en nuestras infancias, con lo que se dio de más, con lo que recibimos a destiempo o con poca madurez, con el daño que recibimos, la falta de afecto o presencia de las figuras de referencia. Quien no conoce su herida demanda a quien no le puede dar o da a quien no puede recibir.
En el mundo terapéutico tenemos una broma profesional en el sentido de que habitualmente viene a terapia quien está recibiendo daño del/la que sí tendría que acudir.
¿Cómo se puede ayudar a alguien que cree que no necesita ayuda?
Es una pregunta complicada. Es muy difícil “ayudar” y pongo comillas a quién cree que no la necesita. Es posible acompañar, si se desea de forma desinteresada, ciertos procesos especialmente desde el afecto, desde el estoy cerca para ti si necesitas. Es posible preguntar un “si no crees que te hace falta ayuda, qué necesitas”, pero poco más. Hay situaciones que caen por su propio peso y cuando la persona lo requiere accede al apoyo profesional.
En muchas ocasiones lo que hacemos es darle herramientas a las personas cercanas a quién no se deja ayudar para poder manejar esto.
Las mujeres viven bajo los estereotipos de ser “madre, educada, femenina, etc.”, ¿cómo podemos trabajar con nosotras mismas para no interiorizar esos tópicos?
Aquí me parece importantísimo poner en valor los saberes propios, la genealogía feminista, los grupos de mujeres, el apoyo mutuo. Es fundamental la escucha interna y a la vez darnos cuenta de que cuanto más sepamos del mundo que vivimos, del sistema que nos domina, más fácilmente podremos no caer en esos estereotipos.
No todos los procesos que afectan a las mujeres son procesos intrapsíquicos. Y aunar lo que te ocurre por dentro con el mundo social, cultural y político que vivimos es básico para darle sentido a lo que nos ocurre.
La carga mental supone un lastre para las mujeres ¿cómo se puede eliminar esa carga?
La carga mental tiene que ver con la poca valoración social y la no remuneración de los cuidados. A pesar de ser un pilar fundamental de la economía, la vida que sostenemos no tiene los cuidados domésticos y de todo tipo en el centro, salvo para poner el foco en que somos nosotras las que hemos de encargarnos. Históricamente, además, la gestión del hogar ha sido entendida como algo de las mujeres, la reciente asunción de tareas domésticas por parte de los varones, les ha proporcionado la coartada perfecta para demostrar su corresponsabilidad y no ir a la raíz del asunto.
La ilustradora francesa Emma Clit fue una de las primeras en poner el dedo en la llaga con su cómic “Me lo podías haber pedido”, el cual recomiendo.
La carga mental tiene que ver con culpar de alguna manera a las mujeres de “asumir de más”, “no pedir ayuda” o “ser muy exigentes con las tareas del día a día y la crianza” en vez de focalizarnos en la necesidad de un auténtico compartir mutuo de todo lo que sostiene la vida por parte de hombres y mujeres.
Sigue existiendo el estigma de que “a la mujer se le pasa el arroz” o “es una solterona”, cuando al hombre nunca se le juzga de si tiene o no relaciones, si tiene hijos o no, en cambio, las mujeres escuchan ese discurso machista, ¿cómo debemos gestionar esa información para no interiorizarla?
Es complicado para las mujeres educadas en la entrega emocional y en tener una vida con sentido a partir de la pareja y las criaturas, no interiorizar todos los mensajes constantes que recibimos en este sentido. Si nuestras identidades y subjetividades están construidas en base al amor hacia los otros sin medida, la entrega ciega y el dar de más para que los vínculos fructifiquen, si nuestra forma de estar en el mundo validada socialmente tiene que ver con ser alguien para otro, es muy difícil salirse de ese rol, salirse de esa construcción de forma individual.
Es a través del pensamiento feminista, de nuevo, que le da luz a estos asuntos y a través de visibilizar modelos de mujer disidentes de la norma, mujeres felices sin pareja, sin criaturas, con sus criaturas sin pareja, mujeres de edad contentas y satisfechas con su vida sin relaciones fijas, mujeres que no tengan en la mente a un hombre como norma, a un amante, a una pareja, a alguien que ha abandonado la relación que había, a alguien que puede ser un posible amor.
Cuando las mujeres veamos que sí se puede ser y estar feliz y no haya censura externa apabullante por estar en los márgenes, entonces estaremos en otro lugar simbólico.
¿Qué es el síndrome de la impostora?; ¿cómo afecta a las mujeres?; ¿se puede evitar?
Según las doctoras expertas en el tema Pauline Clance y Suzanne Imes el síndrome de la impostora tiene como características que las mujeres desconfían de su propio éxito, piensan que sus logros son fruto de un engaño y que el fraude se descubrirá más tarde o más temprano.
A pesar de contar con los logros académicos o profesionales necesarios las mujeres experimentamos el fenómeno de la impostora porque partimos de la socialización diferencial de género frente al llamado “éxito social”. En general nosotras no somos educadas y socializadas para confiar respecto a nuestras capacidades, tendemos a pensar más en la suerte que en nuestra valía y sin embargo, el planteamiento masculino es el contrario. La sociedad asigna estereotipos diferentes a hombres y mujeres en relación al esfuerzo y los logros. No se espera socialmente ni se alienta el logro en las mujeres, el triunfo. La falta de confianza en nosotras mismas y el entorno poco favorable al éxito femenino se encuentran en la base de esta imposibilidad de interiorizar lo conseguido.
Trabajando el merecimiento y compartir con otras mujeres nuestras dificultades comunes sería algo que paliaría, pero también abogó por cambios estructurales que nos permitan tener caminos más conectados con nuestros valores.
¿Por qué es tan importante la perspectiva de género en terapia?
Considero importantísima la perspectiva de género en terapia, ya que al vivir en una sociedad en la que por la socialización de género y la propia estructura patriarcal mantenemos mujeres y hombres diferencias de privilegios, de poder y que el hecho de definirnos como mujeres u hombres conlleva vidas con sufrimientos diferentes, es fundamental, como dice la psicóloga María Fornet: «Mezclar terapia y feminismo ya que el enfoque de género libera y cura, puesto que las mujeres experimentamos problemas diferentes como consecuencia directa de la opresión a la que somos sometidas y de las expectativas que imprimen ciertos patrones educativos sobre nosotras”.
Cuando aplicamos e incorporamos la perspectiva de género en terapia no se nos pasan por alto cuestiones u opresiones que están directamente relacionadas con el hecho de ser mujer.
Por último, ¿qué mensaje o reivindicación envías por el 8M?
Para mí es muy importante manejarnos en una teoría y práctica feminista que aúne voces, que sea interseccional y que represente a las mujeres que nunca tienen representación. El feminismo no es un pensamiento único, pero sí que hay una unicidad en la capacidad de liberación que tiene, en el potencial transformador.
Y, a eso apelo, a que no dejemos de luchar. Las que podemos, por las que no pueden, las que estamos, por las que ya no están, las que fueron voz, por las que no la tienen.
Nuestra lucha y autoconciencia como camino de vida es necesaria para poder tener vidas más vivibles para todas.