Marine Le Pen, líder del partido de ultraderecha francés Agrupación Nacional, enfrenta un juicio en el Tribunal Correccional de París por presunta malversación de fondos del Parlamento Europeo. La acusación principal es el uso indebido de asistentes parlamentarios para actividades del partido, en lugar de sus funciones oficiales como eurodiputados.
Le Pen admitió durante el juicio que no realizó el cambio contractual necesario para su asistente Catherine Griset, quien le había comunicado su deseo de dejar de trabajar para el Parlamento Europeo. Según Le Pen, la falta de presupuesto y otras circunstancias llevaron a posponer el cambio de estatus de Griset de asistente europea a local.
El caso involucra a otros 26 miembros del partido, todos acusados de utilizar empleados para labores partidistas, contraviniendo las normas de la Cámara. Le Pen ha defendido que no ve diferencia entre las tareas de un diputado nacional y un diputado europeo, argumentando que en ambos casos se trata de hacer política.
Griset, quien trabajó como asistente de Le Pen entre 2010 y 2016, habría pasado apenas 740 minutos en el Parlamento durante un periodo crítico, mientras seguía cobrando un salario mensual de 3.206 euros. La investigación interna del Parlamento Europeo estima los daños en 3.5 millones de euros.
Le Pen y sus coacusados niegan las acusaciones, afirmando que el dinero se utilizó legítimamente y que las alegaciones se basan en una interpretación demasiado estricta de las funciones de un asistente parlamentario. Los eurodiputados tienen fondos asignados para cubrir gastos, incluidos los de sus asistentes, pero no deben utilizarlos para financiar actividades del partido.
El delito de malversación por el que está encausada Le Pen está penado con hasta 10 años de cárcel, un millón de euros de multa y 10 años de inhabilitación, lo que podría afectar su carrera política de cara a las elecciones presidenciales de 2027.
Si fuera absuelta, Le Pen podría ganar credibilidad tanto para ella como para su partido, que busca distanciarse de la reputación de racismo y antisemitismo que tenía bajo la dirección de su padre, Jean-Marie Le Pen.