El Gobierno del país vecino ha confirmado que su objetivo es ahogar el comercio atípico, eliminado el porteo y ofreciendo una alternativa económica a las miles de personas que se dedican a esta actividad
El Gobierno marroquí ha confirmado, por primera vez de manera oficial, que el cierre de las fronteras con Ceuta y Melilla tiene un objetivo: ahogar el comercio atípico. Así lo ha publicado ‘El Español’ en su edición de hoy 1 de julio, asegurando que el ministro de Economía marroquí, Mohamed Benchaaboun, ha anunciado la decisión de Rabat de convertir la frontera «en un paso solo para viajeros».
Este anuncio responde a una pregunta parlamentaria de un diputado del Partido Socialista Unificado, Omar Balafraj, para conocer la reducción de las importaciones y el apoyo a la industria nacional y a la que Benchaaboun ha respondido que «recientemente se han tomado una serie de medidas para reducir las operaciones de contrabando que representan una amenaza para la salud de los ciudadanos, contribuyen significativamente a la depresión de un grupo de empresas nacionales y perjudican el presupuesto estatal».
La medida adoptada por el país vecino para luchar contra esa situación son el «control en las carreteras y almacenes», así como el «cierre de algunos pasos en los cruces fronterizos terrestres que fueron especialmente utilizados en el contrabando».
Benchaaboun considera que «la aplicación de la cuarentena y el cierre de todos los puntos fronterizos ayudarán a flagelar y poner límite final al contrabando; al mismo tiempo que a acelerar la búsqueda de soluciones apropiadas”.
El ministro también ha adelantado que se «procederá a rehabilitar los pasos con Ceuta y Melilla» para que desempeñen «el papel natural asignado a ellos» y así asegurar «el flujo fluido del movimiento de personas y viajeros«. De esta forma, Rabat reconoce de manera oficial que los pasos fronterizos de Ceuta y Melilla con Marruecos serán turísticos y no comerciales. Esto se traducirá en que el porteo de miles de mujeres y hombres que cruzaban a diario los pasos del Tarajal II en Ceuta y el Barrio Chino en Melilla con ingentes cantidades de mercancía está condenado a la desaparición. Esa es la intención de Marruecos desde el pasado año cuando comenzó a organizar el fin de ese comercio atípico y a preparar una alternativa económica a todas las personas que llevan décadas dedicándose a esta actividad como única forma de subsistencia.
Según las previsiones, más de 30.000 personas se verán afectadas por la decisión de las autoridades marroquíes. Rabat creará tres grandes zonas industriales y otras nueve de menores dimensiones y el puerto Nador Med, cuya construcción se encuentra muy avanzada, se convertirá en una zona franca de exportación e importación.
A las mujeres sin estudios las emplearán en dos fábricas en la zona industrial de Beni Ensar, una de textil y otra de envasado de pescado. Además, ya preparan en el terreno otras compañías, entre ellas una de café. Otra zona industrial en Zeluán se destinará a hombres y jóvenes, al considerar que el «trabajo a desarrollar requerirá de mayor esfuerzo físico».
Por otra parte, el Estado alauí ha destinado 800 millones de euros en micro y macro créditos sin intereses para futuros emprendedores, principalmente en las regiones de Nador y Tetuán, una iniciativa se lanzó antes de la pandemia.
Además, el Gobierno ha destinado en Castillejos 20 millones de euros para construir en tres años una zona de actividad económica unida al puerto de Tánger Med, donde se almacenarán las mercancías, principalmente productos textiles y de alimentación. Esta zona franca, no solo busca aumentar las exportaciones, sino también crear empleo. Aquí se incorporarán parte de las 9.000 personas que cruzaban con kilos de productos a su espalda o tirando de carritos, una escena que no se ha vuelto a ver desde el pasado 8 de octubre de 2019.