La industria textil portuguesa, que en los últimos años había sido un pilar para muchas empresas españolas, especialmente gallegas, atraviesa una crisis sin precedentes. Más de 1.000 empresas lusas del sector han cerrado sus puertas en 2024, según datos recientes, generando un efecto dominó que afecta también a sus clientes y socios en Galicia. Este panorama ha llevado a numerosas firmas gallegas a buscar alternativas, con Marruecos emergiendo como un destino estratégico.
La caída del textil en Portugal: un colapso anunciado
El sector textil portugués, caracterizado por su alta intensidad de mano de obra y bajo valor añadido, ya venía enfrentando dificultades debido a la presión de la competencia global. Sin embargo, 2024 ha marcado un punto de inflexión, acelerando cierres masivos que han dejado a numerosas empresas gallegas sin proveedores clave. Según el diario La Voz de Galicia, esta situación ha obligado a muchas firmas a reubicar parte de su producción para garantizar su continuidad.
Marruecos: un destino atractivo para la industria gallega
Marruecos, con más de 1.600 empresas textiles activas y cerca de 190.000 trabajadores en el sector, se posiciona como una opción preferente para las compañías gallegas. Su proximidad geográfica, costos laborales competitivos y un volumen de negocio que ronda los 5.000 millones de dólares anuales lo convierten en un enclave estratégico. Además, el país ha mostrado una notable capacidad de resiliencia, incluso frente a los desafíos impuestos por la pandemia de COVID-19.
Turquía también surge como una alternativa, aunque las empresas gallegas parecen inclinarse por Marruecos debido a su ubicación más cercana y a las políticas comerciales favorables entre ambas regiones.
El impacto para España y Portugal
La crisis portuguesa evidencia la vulnerabilidad de las industrias textiles europeas frente a la globalización y plantea desafíos estratégicos para España. La reubicación en Marruecos no solo busca reducir costes, sino también garantizar estabilidad en el suministro, especialmente en sectores como el fast fashion, donde los tiempos de respuesta son críticos.
Este movimiento de deslocalización refleja una tendencia más amplia dentro de la industria, marcada por la búsqueda de estructuras productivas más eficientes y competitivas. Sin embargo, también genera interrogantes sobre las consecuencias sociales y económicas para los países afectados, como Portugal y España, que ven cómo se alejan los empleos y las inversiones en este sector tradicional.
Seguimiento de la situación
La evolución de esta dinámica será clave para el futuro del textil en Europa. Mientras Marruecos consolida su posición como socio estratégico, las autoridades europeas deberán evaluar cómo fortalecer su industria para competir en un mercado cada vez más globalizado.