El despliegue policial en Castillejos frustró que más de un millar de personas movilizados por las redes sociales cruzaran a España por el Tarajal
Las escenas de mayo de 2021, cuando miles de personas entraron a nado en Ceuta desde Marruecos, han podido repetirse durante estas Navidades, en concreto en los días de Nochebuena y Nochevieja. Como sucediera entonces, más de un millar de jóvenes fueron movilizados a través de mensajes falsos en las redes sociales que anunciaban la apertura de la frontera por orden de Mohamed VI o que la Policía permitiría de nuevo el cruce ilegal por la playa.
La decisiva diferencia respecto a mayo del año pasado es que si entonces las fuerzas de seguridad marroquíes hicieron la vista gorda e incluso ayudaron a los marroquíes a cruzar desatando una crisis migratoria, en esta ocasión las autoridades del reino alauí diseñaron un amplio dispositivo para contenerlos, quedando patente así que Marruecos ha vuelto a la cooperación fronteriza.
Nochebuena y Nochevieja acabaron con disturbios y enfrentamientos entre quienes pretendían pasar a Ceuta y los más de mil agentes desplazados por el Gobierno marroquí desde todo el país. Un comunicado del Ministerio del Interior marroquí avisaba de que el jefe de Gobierno había dado órdenes a las prefecturas de Tetuán y M’diq (Rincón) para controlar y contener a las personas que pretendieran acercarse a la zona de Castillejos, llegando a blindar los accesos desde la carretera que circunvala la ciudad y que acaba en el paso fronterizo, así como desde la vía que une directamente la aduana con la carretera que viene de Tánger.
Tras la investigación abierta para determinar el origen de los bulos que habían corrido como la pólvora a través de Facebook y de grupos de chats telefónicos, las autoridades detuvieron a tres personas en Tetuán y Tánger -dos hombres y una mujer- acusados de difundir noticias falsas que ponían en riesgo la seguridad del estado.
Durante el despliegue, los agentes marroquíes identificaron a varios cientos de personas que fueron obligadas a volver a sus lugares de residencia en autobuses fletados por el Gobierno. Las fuerzas de seguridad marroquíes frenaron así el intento masivo de entrada. Tan solo algunos grupos aislados de subsaharianos consiguieron doblegar la valla sin concertinas. Mientras, en el lado español, Guardia Civil y Policía Nacional permanecían en alerta, apoyados por un helicóptero y muy atentos los acontecimientos al otro lado de la frontera.
Marruecos vuelve a la cooperación en la frontera
Las razones, entre muchas otras, en las que se fundamenta la vuelta de Marruecos a la colaboración en la lucha contra la inmigración ilegal se encuentra en el descrédito internacional que se ganó tras los sucesos de mayo de 2021. Dos semanas después de la grave crisis migratoria, el 10 de junio, el Parlamento Europeo adoptó una resolución en la que rechazaba el uso por Marruecos del control fronterizo y la inmigración «como presión política contra un estado miembro de la UE», deplorando «en particular, la participación de niños, menores no acompañados y familias en el cruce de la frontera a la ciudad española de Ceuta, poniendo en riesgo sus vidas y seguridad».
Futura zona comercial
Con todo, estos nuevos intentos masivos de cruzar ilegalmente a España hay que enmarcarlos en el contexto de la pandemia. El cierre de la frontera ha obstaculizado la economía informal que sustentaba a muchos marroquíes. Antes de las restricciones por la COVID-19, quienes vivían en ciudades limítrofes con Ceuta, como Castillejos, Rincón y Martil, podían cruzar a la ciudad española todos los días para trabajar.
Muchos marroquíes, además, siguen aspirando a emigrar a Europa sabedores de los casos de personas que entraron en mayo y pudieron pedir asilo. Un funcionario español de Ceuta, que ha querido mantener el anonimato, está convencido de que «el verdadero efecto llamada se produce en la facilidad que surge de salir a la Península tras la petición de asilo: la llaman «visado exprés». Una declaración de intenciones, 2.600 solicitudes presentadas desde mayo y más de 2.300 de los solicitantes están ya en la Península, con muchas posibilidades de quedarse como ilegales a pesar de la orden de expulsión».
Ni siquiera los planes de desarrollo para la zona, anunciados por el Reino de Marruecos, seducen a una población castigada por la crisis eterna que sufre la región más desigual del norte de África. La llegada de Ikea y otras multinacionales prevista para el verano de este año, no está generando las expectativas deseadas por los responsables de dinamizar la economía de la región.
Said, un albañil de la ciudad marroquí de Castillejos que entró durante la crisis, se pronuncia así sobre la situación: «Aunque Marruecos quiera desarrollar la zona, si no ayuda a que la frontera sea fluida en ambos lados y permite que nuestros vecinos de Ceuta puedan comprar, por muchas naves comerciales que construyan, la mayor parte de los residentes no tendrá dinero para gastar en ellas. Si no hay trabajo y oportunidades, ¿quién va a venir a comprar, los ricos de Casablanca?».
Situación de los menores
De la crisis de mayo pasado queda aún un importante problema sin resolver: la dificultad para hacer que regresen con sus familias los menores que llegaron solos. Ceuta se ha convertido en un gran centro de acogida de niños y niñas que accedieron a la ciudad atraídos por el engaño de que podían ver a sus héroes futbolísticos jugar un partido.
El gobierno de la ciudad autónoma y la Delegación del Gobierno trazaron en agosto del año pasado un plan para expulsar en una primera remesa a 65 menores. Tras la denuncia de diversas organizaciones de derechos humanos y protección a la infancia, la Justicia paralizó las extradiciones.
Marruecos se comprometió a facilitar la vuelta de todos sus menores y para ello debía enviar informes personalizados de cada familia que reclama la vuelta de sus hijos. A día de hoy, el área de menores que gestiona la ciudad de Ceuta, como tutor legales de esos niños, no ha recibido ningún informe por parte de las autoridades marroquíes.