Marruecos ha empezado a levantar vallas con concertinas en la frontera de Ceuta, dos meses después de la entrada masiva de inmigrantes consentida que provocó un grave conflicto diplomático entre Rabat y Madrid, y que ha tenido como derivada la salida del Ministerio de Asuntos Exteriores de Arancha González Laya y el nombramiento de José Manuel Albares como nuevo ministro.
La valla que está construyendo Marruecos consiste en una instalación de elementos disuasorios para evitar el cruce de personas por la playa y, teóricamente, impedir que se repitan las entradas masivas a territorio español.
Desde Ceuta se puede observar cómo avanzan los trabajos de blindaje que las fuerzas auxiliares de la Gendarmería Real marroquí están realizando para reforzar la seguridad en la zona costera conocida como tierra de nadie, un espacio situado entre las fronteras española y marroquí contigua a la playa de Tarajal. En la obra se puede ver la instalación de varios vallados de acero que acaban en un enjambre de concertinas, con el objetivo de dificultar e impedir el acceso a la zona de las personas que pretendan cruzar de manera ilegal a Ceuta bordeando el espigón fronterizo del Tarajal.
Marruecos refuerza la frontera en pleno relevo en el Ministerio de Asuntos Exteriores, pero esto en realidad no es garantía de que se vuelva a producir una situación como la del pasado mayo. Entonces, las autoridades marroquíes permitieron e incluso alentaron el cruce de la frontera de miles de inmigrantes, incluidos muchos menores de edad, como forma de presión política. En este caso, por la acogida en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, y en el fondo por el reconocimiento del Sáhara como provincia marroquí, que España no acepta. La nueva valla con concertinas, por tanto, no garantiza que no haya más entradas masivas si las autoridades marroquíes no colaboran.
El reforzamiento de las vallas en la zona fronteriza en el Tarajal sí que implica que el país vecino está reconociendo la existencia de una frontera con otro Estado, en este caso con España, integrada de pleno derecho en el espacio fronterizo europeo. Puede parecer una obviedad, pero las teorías soberanistas y las reivindicaciones promulgadas desde que se produjo la crisis de mayo, que algunos medios marroquíes celebraron como si de «una nueva marcha verde», sostienen que Ceuta y Melilla son enclaves marroquíes ocupados por un país extranjero.
Elecciones en septiembre
Estas teorías se han visto reforzadas por la campaña de las elecciones que se celebrarán en Marruecos en septiembre, en la que los partidos nacionalistas están usando la reivindicación sobre territorio español y tratando a las dos ciudades autónomas españolas como «presidios ocupados».
En este sentido, el Gobierno español sostiene que Ceuta y Melilla nunca han pertenecido al reino de Marruecos y ha asegurado que jamás abrirá ningún tipo de negociación sobre el futuro de las dos ciudades. El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, garantizó en la crisis de mayo la integridad territorial de España.
Europa reaccionó ante los acontecimientos de mayo a través de la comisaria de Interior de la Unión Europea, Ylva Johansson, que admitió que la afluencia de miles de personas cruzando ilegalmente la frontera en Ceuta era «preocupante» y que recordó que la frontera de España con Marruecos es también la frontera exterior de la UE. Por ello, instó a Marruecos a tomar medidas para evitar que más personas cruzaran de forma irregular.
Desde la crisis migratoria continental de 2015, Europa ha intentado reducir el flujo de inmigrantes irregulares buscando acuerdos con países de tránsito para que retengan a los inmigrantes. Se firmaron pactos en este sentido con Libia, Turquía y la propia Marruecos.
En 2019, una ayuda de 32 millones de euros a Marruecos -completada por otra de 30 millones concedida el pasado mayo, en plena crisis de Ceuta- precedió a la retirada de las polémicas concertinas de la valla fronteriza española. Esas defensas pasaron a ser asumidas por Rabat, que además construyó en paralelo una valla que blindaba parte de los bosques donde solían instalarse los inmigrantes que esperan su oportunidad para entrar en España.
El Gobierno español negó cualquier relación entre las obras en la zona cercana a la valla española, pero no retiró las concertinas hasta que Marruecos terminó completamente su alambrada.
Todo esto fue posible gracias al acuerdo entre la UE y Marruecos, a través del cual Bruselas aportó fondos para el control migratorio que cambiaron el paisaje en los bosques cercanos a la valla con España. Se desmantelaron los campamentos y se habilitaron unos nuevos alrededor de los ocho kilómetros de perímetro que recorre la difícil orografía en la zona. La Guardia Civil vigilaba con cámaras térmicas de última generación cualquier aproximación hasta la zona de seguridad de grupos de inmigrantes que eran interceptados por los gendarmes antes de escalar la alambrada.
A finales del mes pasado, el Consejo Europeo se reunió para abordar la situación de la migración en las distintas rutas y se refirió explícitamente a Marruecos, condenando cualquier intento de terceros países de instrumentalizar a los inmigrantes con fines políticos.
No en vano, desde 2018 la Unión Europea ha entregado 343 millones de euros en ayudas a Marruecos, en particular para la formación de su policía, y ha suministrado material e infraestructuras, principalmente vehículos todoterreno e instrumentos para vigilancia electrónica. También se han destinado recursos para formar policías en la lucha contra el terrorismo, otro ámbito en el que la colaboración de Rabat es fundamental para la UE y España.
Ahora, con la nueva valla parece que Marruecos recupera la senda de la colaboración con la UE en el control de la inmigración.
Por su parte, el Ministerio del Interior también ha fortalecido la seguridad en el puesto del Tarajal mediante la sustitución de la estructura metálica del paso fronterizo, «debido al avanzado estado de corrosión que afecta la estabilidad de la estructura». También se han colocado pilones y bolardos metálicos automatizados para prevenir posibles intentos de asaltar la frontera en vehículos de motor».
Artículo publicado en El Mundo