El llamado a la solidaridad resuena en Massanassa, donde el ayuntamiento solicita ayuda urgente para los damnificados por la DANA. Mantas, alimentos y medicinas son esenciales en este momento crítico. La comunidad responde con generosidad, mientras el ayuntamiento advierte sobre no verter barro en las calles para evitar obstrucciones.
La llegada de la Unidad Militar de Emergencia (UME) marca un punto de inflexión. Cuatro vehículos llegan al municipio, donde Adrián Rodríguez, un residente afectado, busca agua potable. En su calle, irónicamente llamada Torrente, el agua alcanzó más de dos metros, dejando a los vecinos en estado de shock.
En la plaza de la Constitución, Alejandro Codoñer relata cómo el agua invadió su portal. Sin agua potable, los residentes buscan refugio en las alturas, mientras el lodazal cubre la plaza. La situación es similar en otros municipios cercanos, como Alfafar y Catarroja, donde el barranco del Poio se desbordó.
Laura Muñoz, cuya casa está cerca del barranco, intentó proteger su hogar con sacos de abono. Sin embargo, el agua entró rápidamente, dejando un campo de barro. La única advertencia fue un mensaje de texto de una amiga, alertando sobre la inminente inundación.
Adriana Inarejos, sorprendida por la riada en una cafetería, encontró refugio en Catarroja. Muchos, como Juan Serrano, quedaron atrapados sin información, esperando en casas de vecinos. La falta de comunicación complicó la situación, con avisos de emergencia llegando tarde.
En la casa de Manolo Roig y María Dolores Ferrandis, ocho personas, incluidos niños y mascotas, buscaron refugio. La incertidumbre reinaba mientras el agua subía. Josep Martínez y su familia también se refugiaron en el piso superior de su casa, huyendo del agua.
El miércoles, la zona estaba incomunicada. Los vecinos, sin luz ni agua, dependían de Protección Civil y los ayuntamientos para recibir ayuda. El ayuntamiento de Massanassa estableció un centro de salud improvisado para atender a los afectados.
Las imágenes desoladoras de residencias de ancianos y calles intransitables muestran la magnitud del desastre. Sin embargo, la solidaridad prevalece, con vecinos ayudando en las labores de limpieza y rescate. Sergio Roig, tras comunicarse con su novia, refleja la incertidumbre sobre cuándo volverán a la normalidad.