Por Gloria López
La celebración del “día de la madre” provoca reacciones, también reflexiones. Si bien urge desobedecer el mandato patriarcal, la relación entre maternidad y feminismo no siempre es fácil. Por otra parte, la pandemia y sus consecuencias auguran una bajada en la natalidad. Y es que la maternidad como elección tampoco parece un proyecto fácil de acometer en estos momentos. Son muchas las autoras de libros, ensayos, artículos y reflexiones de diverso tipo en torno a la maternidad. Noemí López Trujillo (@nlopeztrujillo) y Esther Vivas (@esthervivas) son dos de ellas. Estuvieron dialogando recientemente desde sus distintas y complementarias perspectivas, en un encuentro promovido por Capitán Swing @Capitan_Swing)
Esther Vivas, autora de ’Mamá desobediente’, busca reivindicar el binomio maternidad y feminismo, una relación tradicionalmente compleja debido a la apropiación de la maternidad por el patriarcado, que la ha utilizado como un instrumento de control sobre las mujeres. “Ahora existe una nueva generación de mujeres feministas que se acercan a la maternidad con menos prejuicios y, sin idealizarla, buscan visibilizarla y reivindicarla como campo de derechos”. Aunque, matiza Esther Vivas, “el derecho a ser madre no puede chocar con otros derechos”, haciendo alusión a los vientres de alquiler y a los derechos de niños y niñas.
Es una visión que se aproxima a la “maternidad como elección”, en palabras de Noemí López Trujillo, lo cual está muy ligado al derecho al aborto, a los derechos sexuales y reproductivos. Desde este enfoque tiene sentido plantear “cómo queremos ser madres”. En ‘El vientre vacío’, la autora analiza como “la precariedad ha dinamitado la posibilidad de visualizar nuestro futuro”, incluyendo el proyecto de ser madre. “Mi generación no puede ser madre como quisiera”, se ve obligada a “poner el trabajo en el centro y la vida en los márgenes”, porque “desde la lógica capitalista y patriarcal llevar a cabo la maternidad querida es imposible”, afirma la periodista.
En la maternidad influyen aspectos como la clase social: quién puede ser madre o no, quien puede pagar un tratamiento de fecundación in vitro, quien está dispuesta a pedir un préstamo para pagar la clínica y poder ser madre o quien tiene que aceptar que pasó el tiempo y su cuerpo dejó de ser fértil sin más. “La incertidumbre de la crisis ha hecho tambalear nuestras certezas más primitivas, incluso aquellas que pensé que siempre se mantendrían”, retrata Noemí López Trujillo en su acertado ensayo.
Entre crisis y en un contexto en el que se está reforzando el miedo es muy complicado plantearse ser madre
Es cierto que angustias económicas ha habido siempre, pero en otras generaciones, a pesar de las dificultades, “había perspectiva de mejorar”. Para la generación actual, desarrollando su vida a caballo entre dos profundas crisis, ese de horizonte de mejora es inexistente. Entre crisis y en un contexto en el que se está reforzando el miedo es muy complicado plantearse ser madre.
La crisis sanitaria de la COVID-19 es también una crisis de cuidados y de la vida. “¿Vamos a seguir poniendo el trabajo en el centro para dar salida a la crisis económica o vamos a buscar respuestas colectivas que garanticen unas vidas dignas de ser vividas?”, pregunta López Trujillo. Esther Vivas apunta: “de momento en la salida a la emergencia sanitaria han dado la espalda a los cuidados y la maternidad”.
“Intento creer que esto puede suponer un cambio de paradigma”, comparte la autora de ‘El vientre vacío’. Especialmente al comienzo, al ver la mundialización del fenómeno, que permitía colectivizar el sufrimiento, “lo vi como una oportunidad de colectivizar también la salida”. Pero “el común está perdiendo el sentido” y se está dando más importancia a la “lógica económica”. Sólo desde el movimiento feminista se están señalando otros caminos.
Efectivamente, tras la crisis del 2008 hubo una caída en la natalidad y todo apunta a que tras esta crisis volverá a suceder lo mismo. “Los cuidados siguen infravalorados, así como la crianza y los derechos de los más pequeños”. Según Esther Vivas, durante la pandemia “se ha profundizado en la violencia obstétrica y en la tendencia a la infantilización de las madres”. “No se trata de esencializar, pero todo ello tiene que ver con los derechos reproductivos”, advierte para señalar que, en el estado de emergencia sanitaria, “las mujeres no saben si pueden ir acompañadas al parto, si pueden dar pecho”, y, además, “el cierre de fronteras está afectando a los derechos sexuales y reproductivos en numerosos países”.
“No podemos dejar la familia y la maternidad en manos de la derecha”, advierte Esther Vivas, denunciando ciertos prejuicios que todavía la izquierda tiene a la hora de plantearse estos temas. “Hay que construir un discurso feminista propio. Hoy la maternidad es una elección, no un mandato patriarcal, porque ha habido mujeres que han luchado por ello. Aunque el mandato patriarcal y neoliberal sigue presente en el ideal de maternidad, y en el diseño del tipo de madre que tenemos que ser, se están expresando nuevos modelos de afrontar estas cuestiones”.
Maternidad feminista, maternidad desobediente
“No hay una maternidad única, pero sí modelos impuestos que supeditan la experiencia materna a los dictados impuestos por el patriarcado. Ser madre no debería significar criar en solitario, quedarse encerrada en casa o renunciar a otros ámbitos de nuestra vida. Y ser feminista no tendría que conllevar un menosprecio o una indiferencia respecto al hecho de ser mamá. ¿Por qué tenemos que escoger entre una maternidad patriarcal sacrificada o una maternidad neoliberal subordinada al mercado?”.
Según su visión, “Se trata de pensar en una maternidad feminista, apelando a una maternidad desobediente a la establecida por el sistema. Se trata de valorar y visibilizar la importancia del embarazo, el parto, la lactancia y la crianza en la reproducción humana y social, y reivindicar la maternidad como responsabilidad colectiva en el marco de un proyecto emancipador. No se trata ni de idealizarla ni de esencializarla, sino de reconocer su contribución histórica, social, económica y política. Una vez las mujeres hemos acabado con la maternidad como destino, toca poder elegir cómo queremos vivir esta experiencia”.
Esto implica cuestionar y transformar muchos elementos del modelo social y económico actual. Porque, como bien señala Noemí López Trujillo, vivimos en “un escenario donde plantearse tener hijos da pánico. Pero no tenerlos, cuando lo deseas tanto, también”. Muchas mujeres que estaban pensando en lanzarse al proyecto de ser madres, han abandonado la imagen por la inestabilidad y precariedad que han aparecido de nuevo con la llegada del coronavirus. Parece que “otra vez toca ponerlo todo en un paréntesis hasta no sabemos cuándo”.