Hasta el momento hay más de 2,1 millones de personas desplazadas tras la invasión rusa a Ucrania. El Foro de Ceuta viaja hasta la frontera este de Europa para conocer de primera mano el éxodo forzoso que ACNUR considera como la crisis de refugiados con más rápido crecimiento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Hablamos con refugiadas y voluntarios que nos cuentan sus historias
Desde las 16:00 horas de la tarde de este martes, 09 de marzo, la temperatura en Medyka (Polonia) no superaba los 0 grados centígrados, y los copos de nieve caían levemente sobre las decenas de personas, en su mayoría mujeres, que tirando de maletas o empujando carritos de bebés y sillas de ruedas con personas mayores. En la acera que lleva desde el paso fronterizo hasta donde está el autobús que les lleva hasta la estación de tren de Przemyśl, hay apenas unos metros, que se hacen más amenos gracias a las diferentes organizaciones que han puesto hogueras y calefactores de gas para que, mientras les llega el turno de subirse al bus, puedan entrar en calor. También en Medyka se les ofrecen bebidas y comidas calientes, y a los más pequeños se les recibe con chocolatinas y frutas.
Entre las miradas tristes, perdidas y de desesperación de aquellas que huyen de sus casas dejando atrás a sus hijos mayores de 18 años o a sus maridos, hermanos o nietos, se puede comprobar la entereza y el orgullo de quienes tienen que seguir adelante para salvar la vida de pequeños y mayores.
Tenemos la posibilidad de hablar con Benito Escat y su mujer, Olivia, dos menorquines que al ver la estampida de mujeres cargadas con bebés a cuestas pensaron en convertir su autocaravana en una especie de pequeño jardín de infancia, al que han llamado «Baby Milk Truckfood«, donde ofrecen leche para bebés y otros productos de primera necesidad. La cama del matrimonio sirve de cambiador, y la mesa del comedor para que los y las pequeñas jueguen y entren en calor.
Desde que comenzó la invasión de Ucrania por parte de Rusia, la estación de tren de Przemyśl se ha convertido en un albergue provisional para aquellos que huyen de la guerra, a tan solo 20 minutos del paso fronterizo de Medyka. En la estación todo organizado, decenas de voluntarios y voluntarias se acercan a cada una de las personas que cruza la puerta para preguntarles en qué pueden ayudarles, con una amable sonrisa y una mano tendida para guiarles. Los y las refugiadas llegan en autobús desde de Medyka, donde tienen el primer contacto con la solidaridad de quienes hasta allí se acercan.
Huída, reencuentros y esperanza
Algunas familias se reencuentran a este lado de la frontera, como es el caso de Zhanna Sharapova, que abraza a su abuela Lesia de 88 años. Acaba de cruzar la frontera con su hija Natalia de 54 años, la madre de Zhanna que lleva un año viviendo en Polonia por trabajo. Vienen desde Okhtyrka, donde el pasado 1 de marzo «hubo un bombardeo muy fuerte de la unidad militar, la unidad militar, desafortunadamente, fue completamente destruida. Más de 70 militares murieron y civiles también», según confirmaba el jefe de la Administración Militar Regional de Sumy, Dmytro Zhyvytskyi.
También pudimos hablar con Sonya, que tiene solo 16 años y ha dejado la escuela para huir desde Krivòy Rog, ciudad en la que nació el presidente ucraniano Volodimir Zelenski, que ha cruzado la frontera junto a su madre, Alina de 41 años y su perro Kumir, al que llevan abrazado en una manta. Aquí, en Medyka, las esperaba un amigo que llevaba su equipaje.
Ellas son Nastia de 13 años, Vlada de 11 y Dima de 1 año, los dos últimos son los hijos de Natali y han cruzado a pie la frontera, desde la provincia de Dnepropetrovsk, cuya capital es Dnipro, la cuarta ciudad más poblada de Ucrania, tienen intención de quedarse en Polonia hasta que acabe el conflicto.
«Es una guerra que no provocamos y que no queríamos»
Las escenas que se repiten cada día, vienen marcadas además por el discurso del presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, ante los parlamentarios en la Cámara de los Comunes británica, en el que ataviado con una camiseta militar verde y junto a la bandera de su país -el discurso se realizó mediante videoconferencia- prometió «luchar hasta el final». «No nos rendiremos y no perderemos. Lucharemos hasta el final, en el mar, en el aire. Seguiremos luchando por nuestra tierra, cueste lo que cueste, en los bosques, en los campos, en las costas, en las calles», afirmó Zelenski evocando al primer ministro británico Winston Churchill en 1940, durante la Segunda Guerra Mundial.
Más de 2,1 millones de personas han huido de Ucrania
Según las últimas cifras ofrecidas por la Organización Internacional para las migraciones, mas de 2,2 millones de personas han huido de Ucrania, buscando refugio en países vecinos, como Polonia, la República de Moldova, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Belarús. Muchas de ellas acaban en la estación de Przemyśl, donde uno de los voluntarios, el pastor Patrick Kana, que les recibe nos explica que es imposible contabilizar a cuántas personas están atendiendo diariamente, pero que el trasiego de personas no decae en ningún momento.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) asegura que está movilizando a sus equipos y aumentando la capacidad en Ucrania y países vecinos para responder a las crecientes necesidades de los ucranianos forzados a huir del país, a los desplazados internos, y a los nacionales de terceros países que se encuentran varados en Ucrania.
Según un comunicado de la organización, ya ha ayudado a casi 100 nacionales de terceros países (TCN por sus siglas en inglés) de Túnez, Ghana y el Líbano, que lograron escapar de la guerra en Ucrania, a retornar voluntariamente y en condiciones de seguridad a sus países de origen. Entre tales personas se encontraban 77 tunecinos que fueron forzados a escapar a Rumania y Polonia, tres nacionales libaneses que se huyeron a Rumania y 17 estudiantes de Ghana. Otros siete estudiantes viajarán a Ghana el jueves.