La Biblioteca Histórico Militar de Ceuta en el centenario de la Campaña de Melilla de 1921 presenta la colección de monografías relacionadas con las crónicas de guerra y otros trabajos realizados por periodistas de la época sobre los hechos bélicos que conmocionaron a la opinión pública española de principios del siglo XX
En septiembre del año pasado nuevamente surgió la guerra en el enclave estratégico de Nagorno Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán, conflicto del que todos tuvimos puntual conocimiento aunque dicha región este a unos 6.000 kilómetros de nuestras fronteras.
Sin embargo mediante la televisión, la radio y la prensa escrita estuvimos informados desde el primer día; y, aún más, si accedemos a internet e introducimos en cualquier buscador “Nagorno Karabaj” ¡Eureka! (como diría el gran Arquímedes) se produce el hallazgo milagroso y nos aparecen cientos de artículos, noticias, imágenes y videos sobre la región y los conflictos que se han vivido en la misma.
Todo esto nos demuestra que en el mundo globalizado en el que vivimos, con los medios de comunicación de masas actuales y sin la censura, que tristemente en algunos países aún existe, podemos estar informados en el momento de cualquier hecho trascendental que ocurra en cualquier zona de nuestro Planeta. Pero esto no ocurría en nuestra España de principios del siglo XX, la situación era totalmente diferente.
Aunque para los que ya hemos pasado del medio siglo es obvio lo que vamos a decir, sin embargo, es conveniente recordar a los más jóvenes nacidos en la era de la televisión e internet que piensan que estos medios son parte de la naturaleza como el agua o el cielo, ¡estos medios no han existido siempre! La televisión aparecerá en España en 1956 e internet no hará sus primeros pinitos en nuestra tierra hasta 1984 y será mucho más tarde cuando se generalice su empleo.
Habiendo descartado los dos grandes medios de comunicación actuales, los más veteranos y audaces diríamos que teníamos la radio, pues tampoco, pues la primera emisora de radio que funcionó en España fue la EAJ-1 Radio Barcelona en el año 1924.
Así que ya sólo nos queda concretar los medios de comunicación que disponía España cuando se llevó a cabo la campaña de Melilla en 1921. Estos fueron simplemente la prensa escrita, eso sí, acompañada por un invento del siglo XIX, como fue el telégrafo, que disponía en 1920 de una red básica de telegrafía en todo el territorio nacional con una extensión de más de 52.000 km,s.
Esta nueva combinación de prensa y telégrafo transformaría el tipo de artículos publicados, sustituyéndose los artículos de opinión por los de pura información en los que primará la rapidez en la transmisión de la noticia antes que cualquier otra característica de la misma.
La prensa escrita española en los años de la restauración era ya una verdadera entidad empresarial, concebida como un negocio más que debía ser rentable para su supervivencia. En esa época la prensa también se va a convertir en el elemento de expresión de las diferentes tendencias políticas y sociales existentes en España.
Todo esto unido, como hemos dicho anteriormente, a que es el único medio de transmisión de noticias existente va a hacer que experimente un importante auge.
En esta nueva prensa participarán una serie de escritores-periodistas diferentes a los que hoy estamos acostumbrados, principalmente porque la carrera de periodismo como tal no existía, así que estos escritores-periodistas serán políticos, pensadores y, sobre todo, personajes que hoy caracterizaríamos como bohemios y aventureros.
Al ser el periódico el único elemento de conocimiento de la información, este se
convertirá en el gran moldeador de la opinión pública española sobre los hechos
acontecidos en nuestro Protectorado en Marruecos, donde decenas de miles de
nuestros ciudadanos realizaban su servicio militar y donde muchos también dejaron sus vidas.
Llegado este momento nos debemos preguntar cuántos de los familiares de nuestros soldados accederían a la prensa escrita y podrían leerla para estar al día de lo acontecido en tierras africanas. Antes de dar la respuesta debemos tener en cuenta varios datos importantes. El primero, el índice de analfabetismo en España en 1920 era de un 34,8 por ciento, es decir, más de un tercio de la población española era totalmente analfabeta; el segundo, más del 50 por ciento de la población vivía en localidades con una población menor a 5000 habitantes y por último la gran mayoría de la población vivía en el medio rural. Todo ello nos lleva a la conclusión de que pocos podían tener accesibilidad a la prensa y, de entre estos, muchos no poseían las capacidades necesarias para poder comprender la palabra escrita, lo que a veces se solventaba mediante la lectura del periódico por los “ilustrados” del pueblo y el resto lo escuchaban.
Las noticias de África siempre habían ocupado su espacio en la prensa española desde la Guerra de Marruecos de 1859-60 donde aparecerá uno de los primeros reporteros de guerra de nuestra nación, Pedro Antonio de Alarcón y Ariza, que en su obra “Diario de un testigo de la guerra de África” recopila todas las crónicas que mediante su prosa romántica realizó de la citada campaña mientras sirvió como voluntario en ella.
Posteriormente, la opinión pública y la prensa tuvieron altibajos en la atención que
prestaron a las noticias provenientes de África, aumentó el interés cuando existieron conflictos bélicos, como fue el caso de las campañas de 1909 y 1911, y disminuyó la atención al problema africano cuando existía una situación de relativa calma como ocurrió durante la época de la Primera Guerra Mundial.
Pero 1921 será un año en que cambie todo, los hechos acontecidos en la Comandancia de Melilla serán tan importantes que todas las miradas de los españoles se dirigirán hacia el norte de África y la opinión pública despertará de su letargo demandando información sobre lo que allí ocurría y que a tantas familias afectaba. Por tal motivo la prensa se volcará por completo en la campaña y mandará un elevado número de sus cronistas a Melilla formando entre todos, como ellos se autodenominarán, una auténtica “harca periodística”.
Vistos estos antecedentes que nos enmarcan en la realidad de la comunicación y la opinión pública existente en 1921, nos adentramos en reseñar algunos libros que son una recopilación de los reportajes periodísticos de sus autores y otros que no siendo una colección de crónicas podríamos considerar, en términos actuales, fruto del periodismo de investigación; todos ellos forman parte de nuestros fondos de la
Biblioteca Histórico Militar de Ceuta.
Comenzamos con “Crónicas de guerra. Melilla 1921” (1921) de Indalecio Prieto, el que llegaría a ser destacado político durante la Segunda República, en aquel crítico año ya era periodista y diputado a Cortes por Bilbao, sin embargo marchó del 1 de septiembre al 21 de octubre a Melilla como corresponsal de guerra del periódico bilbaíno “El Liberal”. En Melilla fue testigo directo de las grandes consecuencias del
desmoronamiento de la Comandancia, visitó las posiciones que defendían la ciudad
asediada, experimentó el resultado de los disparos de la artillería enemiga desde el
Gurugú y acompañó a nuestras tropas durante el inicio victorioso de la reconquista del territorio (Zoco el Arbaa, Nador, Tahuima, Zeluán,…). Su obra, que es un recopilatorio de 27 crónicas, destaca por ser muy crítica con el ministro de la Guerra, Juan de la Cierva y Peñafiel (el cual sustituyó en el mes de agosto tras los acontecimientos al cesado, Luis de Marichalar y Monreal, vizconde de Eza), así como con el Estado al que tilda de corrupto, incompetente, fracasado y responsable de las malas condiciones de vida de los soldados allí desplegados. Sin embargo elogia a las unidades que desde la zona occidental acuden al socorro de Melilla, Regulares de Ceuta y el recién creado Tercio de Extranjeros que constituirán desde un primer momento la vanguardia de todas las operaciones.
Un nuevo ejemplo de político y periodista de la época, al igual que Indalecio Prieto, lo encontramos en Eduardo Ortega y Gasset, hermano mayor del conocido filósofo, quién también escribirá un libro recopilatorio de sus crónicas de guerra “Annual. Relato de un soldado e impresiones de un cronista” (1922). El autor como corresponsal de guerra del diario “La Libertad” de Madrid se trasladará inmediatamente a Melilla, donde conocerá al soldado Bernabé Nieto, artillero componente de una batería de montaña destacada en Annual, el cual sobrevivió a todos los acontecimientos ocurridos durante la retirada y relatará su experiencia, reflejándola el autor en la primera parte de su obra para dar a conocer al público las penalidades que sufrieron todos los que desde Annual realizaron el movimiento retrogrado hacia Melilla. La segunda parte de su obra narra sus impresiones como cronista de la campaña desde el momento en que llega a la ciudad hasta que se inicia la reconquista, concluyendo con la entrada en Nador. En ella refleja su espíritu crítico sobre el gobierno de España, la censura que sufren sus crónicas y los errores militares cometidos durante la campaña. Debemos destacar que también dedica palabras de elogio a las unidades procedentes de Ceuta y se queda encantado con el Tercio de Extranjeros y de su jefe el Teniente Coronel Millán Astray de quien dirá “quiero dedicar unas líneas de justa admiración al cultísimo jefe, lleno de ardimiento, que ha sabido crear y disciplinar estas fuerzas y hacer de ellas uno de los elementos más eficaces de que en Marruecos se dispone en estos momentos”.
Un caso curioso entre los libros que poseemos, son los dos textos publicados
por el polifacético escritor y periodista sevillano Francisco Hernández Mir, gran
conocedor de la realidad del Protectorado pues ya en 1893, con motivo de la
denominada Guerra de Margallo, se trasladó a la zona de Melilla para realizar
crónicas de las campañas que allí se estaban desarrollando y desde entonces se
especializó en los temas africanos. Por tal motivo en 1921 nuevamente se desplazará
a Melilla, esta vez como corresponsal de guerra del diario “La Libertad” y como
resultado de su estancia y sus crónicas publicará “Del desastre al fracaso. Un
mando funesto” (1922), que como su título indica es una obra en la que presenta una visión acabada de la acción española en Marruecos a la que califica de “campaña estéril que nos puede llevar a un nuevo Cuba” y también da a conocer su punto de vista sobre las causas del desmoronamiento de la zona oriental del protectorado. Pero la visión de Hernández Mir cambiará y en 1926 como corresponsal ahora del diario “Nuevo Mundo” publicará una nueva obra, “Del
desastre a la Victoria (1921-1926) Del Rif a Yebala”, que será la antítesis de la anterior, dejando atrás su visión pesimista del Protectorado y adoptando ahora una visión positiva en la que detalla los hechos de la reconquista del territorio desde sus inicios en 1921 hasta el desembarco de Alhucemas que supondrá la victoria de España.
No podríamos dejar de mencionar a uno de los más acreditados periodistas del Protectorado, Víctor Ruiz Albéniz, también conocido como “El Tebib Arrumi” seudónimo cuya traducción del árabe sería “médico cristiano” calificativo que los indígenas le asignaron cuando ejercía la medicina en 1908 en Uixán, un pequeño pueblo minero a 30 kilómetros al suroeste de Melilla. A partir de esta actividad empieza a hacerse un experto en los temas africanos y a dedicarse al periodismo, comenzando esta faceta en el que sería el referente sin competencia de la prensa africana de la época “El Telegrama del Rif” de Melilla. Ruiz Albéniz llegó a convertirse junto a otros como Luís de Oteyza y Rafael López Rienda en los precursores en España de lo que hoy conocemos como periodismo de investigación. Fruto de su amplio conocimiento del Protectorado es la obra que os presentamos “España en el Rif. Estudios del indígena y del país. Nuestra actuación de doce años. La guerra del veintiuno” (1921) obra que según el autor hizo en sólo doce días y la publicó rápidamente aprovechando la conmoción de lo ocurrido en la Comandancia de Melilla. Dedica sus primeros capítulos al conocimiento básico del Rif describiendo su geografía, sus pobladores, su historia desde el punto de vista de los derechos de España sobre ella y la actuación de nuestro país en los años de Protectorado, para finalizar con dos últimos capítulos dedicados a los acontecimientos de 1921 de los que señala lo que él considera los errores cometidos y los responsables de estos. El mismo autor como convencido africanista y claro partidario del intervencionismo plantea su obra como “una guía espiritual y algo sentimental del español ante el problema de Marruecos”.
Con esta breve narración en la que hemos repasado la situación de los medios de
comunicación durante la campaña de Melilla de 1921 y hemos hecho mención a relevantes periodistas de la época y sus obras, animamos a los lectores interesados en este pasaje de nuestra historia a que consulten dichos textos y conozcan de primera mano la información que les llegaba a los españoles que ansiosos en sus
hogares esperaban noticias de aquellas tierras africanas. También animamos a nuestros lectores que lean las dos obras que el ilustre ceutí José María
Campos Martínez ha escrito sobre los hechos ocurridos en el Protectorado y muy
especialmente durante la campaña de 1921, “Abd el Krim y el Protectorado” y “Protectorado de España en Marruecos. Héroes y villanos”, en las que mediante amenos e interesantes artículos periodísticos nos describe con rigor histórico lo acontecido en aquella época.