El encuentro con testimonios de fronteras, que se ha celebrado en la mañana de este domingo en el parque Miguel Hernández de Melilla, ha estado cargado de testimonios desgarradores de lo que provocan las fronteras en cualquier parte del mundo: desesperación, impunidad, espacios de no-derechos, desapariciones y muerte
La Caravana Abriendo Fronteras, ha celebrado en la mañana de este domingo una mesa redonda con testimonios de fronteras. Italia, Mexico y Melilla tienen algo en común: ser fronteras físicas entre el sur y norte global. Ser espacios en los que las violaciones de los Derechos Humanos quedan impunes y sin condena. Espacios de arbitrariedad y desprotección.
El encuentro ha homenajeado al compañero de la Caravana, el mexicano Mario Vergara, «quien nos enseñó la importancia de lo colectivo, que juntas somos más fuertes, y que tanto lo practicó. Nos abandonó en mayo por accidente laboral, hoy lo recordamos».
“Las fronteras son espacios de guerra. Las políticas migratorias violan los derechos humanos. Son necropolíticas que dificultan el derecho a migrar y en definitiva el derecho a la vida”, ha señalado la moderadora del encuentro, Luisa Menéndez, integrante de la plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak-Bizkaia.
Por su parte, Maria Herrera Magdaleno, madre de 4 desaparecidos en la frontera mexicana y activista referente en la red de colectivos de familiares de personas desaparecidas ha explicado cómo surgió su organización: “Nuestro deseo era buscar a nuestros familiares, decidimos organizarnos y juntarnos con más familias que también querían buscar». Además, ha invitado a los y las activistas a formar parte de ella, «necesitamos apoyo y cariño para seguir adelante, les invito a formar parte de la red de enlaces nacionales”.
Silvia di Meo y Valentina Delli Gatti de Memoria Mediterránea, han apuntado que “las catástrofes que se están produciendo en el Mediterráneo, como la de Cutro, ocurren por falta de admisión de responsabilidades y falta de voluntad política por parte de las autoridades responsables”.
Zahra Barati, es hermana de un fallecido en el naufragio de la playa de Steccato di Cutro, en la región de Calabria (sur de Italia) el 26 de febrero, ha invitado a «celebrar el coraje y la resistencia de las personas refugiadas que se han visto obligadas a dejar su país que, como en el caso de Afganistán, Siria o Líbano, están siendo lugares de guerra». Ha recordado los sueños de su hermano, que perecieron ahogados con él en Cutro. Y ha recordado que pocas horas antes de su muerte, «la policía tuvo noticias de la situación del barco pero no se envió ningún barco a socorrerlo».
«En Melilla hay mucho dolor y muerte»
Maria Vieyra, abogada de Derechos Humanos, migración y refugio, asentada en Melilla desde hace varios años, ha recordado que a su llegada, le sorprendió mucho que «Melilla tiene la valla y el mar. Es una ciudad en la que la gente se muere intentando entrar y también intentando salir».
«En Melilla hay mucho dolor y muerte. Es un lugar en el que hay que poner dignidad y justicia», ha dicho la abogada respondiendo a las preguntas de la abogada Patuca Fernández Vicens. «Es una ciudad de contrastes, hay maltrato por parte de las instituciones y mucha resistencia. Encuentras lo mejor y lo peor». Vierya llegó a la ciudad autónoma en 2017 y ha recordado que han cambiado «muchas cosas: El número de personas que entra, antes entorno a 1000 personas, ahora es bastante menor; los peques que vienen sin familia también son menos… porque la externalización de las fronteras hacen cambiar las rutas hacia Canarias, por ejemplo».
Aún así, reconoce que alguna victoria han conseguido, «logramos la sentencia que permitía el libre movimiento de las personas solicitantes de asilo, que antes no podían salir de Ceuta y Melilla. Es una sentencia que ha tenido mucho impacto en la ciudad, porque la gente cuando quiere puede irse de aquí».
«Pero hay cosas que no cambian, saltos de valla ha habido siempre, aparecen muertos en la playa, en Beni Ensar, personas que se ahogan intentando llegar a las Chafarinas, menores que no aguantan en los centros de menores haciendo «risky»…, la muerte siempre está presente».
«¿Y las mujeres?», le ha preguntado Patuca, «la realidad de las mujeres es más invisible, pero no significa que no estén. Estoy asombrada por la capacidad de las madres, la separación involuntaria hay familias que llegan separadas, y hay una resistencia brutal por parte de las madres que no descansan hasta reagruparse».
Maria Vieyra le ha devuelto la pregunta a Vicens: “Aguadú es otra tragedia que no sale en los periódicos: una embarcación que quiere llegar a Melilla y es interceptada por una patrullera de la Guardia Civil y se hace devolución en caliente en el mar; los hombres fueron rescatados y las mujeres murieron ahogadas”.
«Cuando hablamos de frontera sur hay una excepcionalidad al cumplimiento de la ley, el Estado como aparato niega derechos por omisión o de forma proactiva, se crean espacios de no derechos, con arbitrariedad que favorece a las personas que tienen la superioridad. No se regula quien entra o no al CETI, hay arbitrariedad, no hay protocolos ni legislación de desapariciones y también tenemos legislación específica ad hoc, leyes que en el resto del estado son diferentes».
«Mi anhelo es que nadie tenga que mirar, pero que todo el mundo pueda migrar; que si migran, no les disparen; que si les disparan, no mueran; que si mueren, tengan una tumba y que esa tumba tenga su nombre, para que su madre pueda ir a visitarla», aseguraba la abogada Patuca Fernández Vicens al finalizar su conversatorio con cu compañera.